Santiago Creel Miranda pasó de respetable consejero electoral, a candidato del Partido Acción Nacional (PAN) al gobierno capitalino –por un pelito llega a la silla–, a secretario de Gobernación. Carrera rápida, sinuosa y cuestionada. Como funcionario, no supo oponerse a Vicente Fox, sujeto frívolo e insolente, en diferentes asuntos capitales, en especial el de los medios de difusión, cuando se dieron las mayores concesiones al duopolio televisivo.
Autor: Jorge Melendez Preciado
Sección: Opinión
24 JULIO 2011
Santiago fue impulsado por el de las botas como aspirante del PAN a las elecciones de 2006. Y, ¡oh sorpresa!, lo derrotó el llamado Hijo Desobediente, Felipe Calderón, quien luego de renunciar a la Secretaría de Energía (Sener), supo tejer muy bien su red en la organización fundada por Manuel Gómez Morín.
Creel fue senador, lo nombró Manuel Espino jefe de la bancada y, de manera imprevista, lo destituyó Felipe Calderón por medio de un incondicional. Esto no atemorizó a Santiago, quien ha realizado un trabajo constante al interior de su agrupación para ser el candidato en 2012, resultando el mejor evaluado hasta hace unos días. Hace poco, Josefina Vázquez Mota lo superó en una encuesta por décimas de puntos, y entonces Creel renunció a su escaño y se lanzó abiertamente como precandidato a la elección del próximo año. La decisión plantea a la administración federal y a sus contrincantes varios desafíos.
Necesita reducirse la lista de aspirantes que son, hasta ahora, funcionarios públicos; Josefina Vázquez debe acelerar sus apoyos dentro de su partido, en el cual tiene poco tiempo de estancia; es indispensable que el PAN diga exactamente qué tipo de programa va a planear en estos tiempos de crisis; de qué manera Gustavo Madero va a procesar la elección, si únicamente votarán sus militantes o también sus adherentes –hay 1 millón de diferencia entre los segundos en relación con los que están en las listas de constantes– y, sin agotar las interrogantes, hasta dónde Felipe Calderón va a ser un demócrata en serio y no quien impone su ley.
Ricardo Alemán publicó en el Excélsior (11 de julio): con Calderón hay una “pérdida de valores, mística, doctrina y, sobre todo, perdió toda su capacidad de formar cuadros gestados en la cultura democrática por la que luchó durante más de medio siglo el partido azul”, lo que pinta el retroceso de los ideales panistas.
Para Creel hay que regresar a los principios, es necesaria la autocrítica, distinguirse del antiguo régimen, o sea, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), no asociarse con personas o causas que antes les daban tregua por su comportamiento antidemocrático y corrupto, como es el caso de Elba Esther y otros.
También hizo una mea culpa por su acercamiento con las televisoras y la autorización para que Televisa pusiera casinos, amén de no ser crítico de muchas acciones de los gobiernos blanquiazules. Aunque dijo que quiere y necesita el apoyo de Felipe Calderón.
Su fundación se llama Adelante por México, y entre sus activos se encuentra otro crítico de Felipe, Manuel Clouthier, el hijo de Maquío, quien conmocionó al país en su campaña de 1988, donde Cuauhtémoc Cárdenas sufrió un gran fraude electoral a manos de Carlos Salinas.
El mismo día que aparecieron las opiniones de Santiago, el expresidente nacional del blanquiazul, Manuel Espino, expulsado hace poco, aunque con un recurso en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), señaló que en pasadas elecciones: “Los panistas no sólo perdimos votos y espacios de poder público. Perdimos algo mucho más serio: la visión de nuestro futuro compartido, los puntos de referencia como institución y el sentido de proyecto rumbo a 2012” (El Financiero, 12 de julio).
Que la inconformidad priva, lo demuestra un artículo titulado “El PAN enfermo”, del expresidente de esa institución, Germán Martínez Cázares (Reforma, 11 de julio). En el mismo se lee: “El PAN está enfermo, pero no desahuciado. Su medicina es una fuerte dosis de libertad para recuperar un discurso político propio, identidad de futuro, compromisos de modernidad”. En el texto se habla de libertad básicamente de empresa, no ponerle trabas a los medios de difusión para que hagan negocio en las elecciones, y se sitúa como enemigo acérrimo de la libertad al Partido de la Revolución Democrática (PRD). Aunque no estamos de acuerdo, es importante ver que se suma al coro de quienes entienden que no hay rumbo ni fe, sustantivo muy a modo de este partido católico aunque lo niegue.
Frente a ese panorama, Josefina Vázquez Mota ha dicho que ella no renuncia, pues está haciendo su trabajo y sigue en contacto con las bases –duplicando esfuerzos–, pues Alejandro Zapata Perogordo anunció que el secretario de Hacienda y Crédito Público (SHCP), Ernesto Cordero, seguiría adelante con sus actividades, e incluso ya elaboraba el presupuesto de 2012 –por cierto, una incongruencia fenomenal–. Mientras que Javier Lozano indicó que en 10 días tomaría una decisión, quien de considerarse el gallo mayor acabará apoyando a quien todavía maneja los dineros.
En la encuesta Mitofsky de junio, la legisladora Josefina tiene 33 por ciento de intenciones de voto; Santiago lo mismo aunque con décimas menos; el secretario de Educación Pública (SEP), Alonso Lujambio, cuestionado hoy por la famosa estela de luz que no se enciende, más de 7 por ciento; Cordero casi lo mismo, y Lozano la memorable cifra de 1.6 por ciento. Es decir, quienes no han sido placeados por Felipe Calderón en actos gubernamentales van en la punta, mientras que los predilectos, juntos, no llegan siquiera a la mitad de lo que el senador y la líder de diputados obtienen.
Enredado, más que un queso oaxaqueño, está el proceso sucesorio en el PAN. Y ya sabemos que hace tiempo no existe jefe partidario más que el de Los Pinos y él mismo está en contra de Santiago por ofensas viejas, y de Josefina, ya que no aceptó ser la candidata para el Estado de México, derrota que fue escandalosa para Luis Felipe Bravo Mena y los panuchos.
La transición con Fox, la llegada de Calderón, incluso, vislumbraban para muchos que se engrandecería la democracia. Ya vemos que no fue así, ni siquiera en el partido que decía forjar mártires para México, pues resultó, desgraciadamente, el gran autoritario.
*Periodista
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