por Guillermo Olivera Díaz; godgod_1@ hotmail.com
6-9-2011
1. Agradezco de veras la primicia deferente que me hizo llegar, por correo electrónico, el habilidoso colega César Nakazaki el sábado 03-09-2011, 7.16 pm, acerca de la salud “seriamente comprometida” de Alberto Fujimori, según su congresista-médico de cabecera, Alejandro Aguinaga, cuyo texto reprodujeron solícitamente, al día siguiente, una infinidad de medios de prensa, entre ellos, El Comercio, Correo, Expreso y Ojo; éste, en primera página decía “Fuji grave”. ¿Quién redactó el email que me remitió Nakazaki y que la prensa servil reprodujo?
Tiene sobrada razón el incorruptible famoso periodista Herbert Mujica para afirmar: “¡Qué tal poder el de Nakazaki!”. Añado: ¡para que la prensa uncida siga sus instrucciones por precio invisible!
2. El citado congresista Aguinaga, quien también le consiguió a Fujimori una bella enfermera que luego devino en candidata al Congreso, pese a los celos de Keiko y Cecilia Chacón, funge de médico todista o multifacético. Diagnostica a su paciente de la DIROES un cuadro clínico que no es para llorar, menos para indultar. Hay otros reclusos que tienen sida, tuberculosis avanzada y otros males y que no son indultados.
Estos son los achaques diagnosticados a Fujimori por el galeno lambayecano-cajamarquino:
a) “depresión severa;
b) gastritis erosiva severa;
c) heridas en toda la mucosa gástrica;
d) lesiones cancerosas en la lengua;
e) hipertensión;
f) cálculos renales;
g) quistes en el páncreas; y
h) disconfort alimentario”.
¡Una inmensa retahíla de achaques en verdad!. Llevando su intuición médica a un extremo causalista asevera que la “situación de encierro” motiva que la salud de Fujimori esté “seriamente comprometida” ; y haciendo de penólogo o penitenciarista, ajeno a su profesión, colige que aquéllas son “condiciones para indulto humanitario”.
¿Sufre Fujimori una depresión natural por el merecido encierro, o porque su hija Keiko no llegó a Presidenta, o porque carece del poder que antes tenía en Palacio de Gobierno, o porque su fortuna no la tiene ante sus ojos, o porque su bella enfermera lo ha abandonado por viejo sin poder, o porque su segunda esposa le hizo una mala pasada con el dinero mal habido o porque su hijo Kenyi es anodino en el Congreso ? Si es causalista el congresista-médico debe responder estas interrogantes.
3. Congresista-médico Aguinaga: Me imagino que no sabía usted que el Art. 22° de la Resolución Ministerial N° 193-2007-JUS de 06-06-2007 (tiempos de Alan García), que aprueba el Reglamento Interno de la Comisión de Indulto y Derecho de Gracia por razones humanitarias, publicada en El Peruano el 14-06-2007, ha previsto el indulto o el derecho de gracia por razones humanitarias en 2 diferentes casos:
– a los que padecen “enfermedades terminales”, como el cáncer; y
– a aquellos con enfermedades “no terminales irreversibles o degenerativas”.
Cuando se trata de patologías “no terminales”, como es el caso de Fujimori, es exigencia normativa adicional de este mismo Reglamento que la “naturaleza de las condiciones carcelarias pueda colocar en grave riesgo la vida, salud e integridad” del interno. El propio Fujimori dijo públicamente que “no tenía cáncer terminal”.
Alan hizo dar este temprano Reglamento que pudo favorecer a Fujimori, pero él mismo lo colocó en una cárcel dorada cuyas “condiciones carcelarias” no son tales ni por el nombre DIROES, ni colocan “en grave riesgo” a la vida del dorado preso. Diferente es la situación de los de Lurigancho, San Jorge, Piedras Gordas, etc.
Alberto Kenya está en DIROES como en su casa o quizá mejor, ya que el Estado peruano asume el tratamiento médico altamente especializado, con médico y enfermera propios, con selectos alimentos de dietista y con frecuentes paseos a neoplásicas en múltiple transporte custodiado que pagamos todos los contribuyentes. ¡Hasta goza de suculentas parrilladas rodeado de congresistas, pero sin la enfermera!
¿Podría estar mejor en su casa japonesa, donde su segunda esposa lo ha repudiado públicamente y la primera muy distante vive su propio infortunio?. Lo dudo con razones.
4. En conclusión, lo diagnosticado por el médico ad hoc, que Nakazaki difunde y consigue que la prensa adocenada lo publique con destaque, no es una “enfermedad no terminal irreversible o degenerativa” que motive un indulto por razones humanitarias.
Parece que la calidad de médico de Aguinaga, ayuno de ideas en legislación penitenciaria, le hizo cometer este tamaño desliz. El colega Nakazaki debió ser el parapeto necesario, pero no lo fue. Difundió el resbalón.
El Instituto Nacional Penitenciario de Luis Pérez Guadalupe, el Ministro de Justicia Francisco Eguiguren y el Presidente de la República Ollanta Humala tendrán que optar entre los achaques aquellos y la bien intencionada norma penitenciaria. ¡No al indulto por achaques o pretextos!
Manténgase en contacto
Síganos en las redes sociales
Subscribe to weekly newsletter