Los medios de prensa atlantistas y los de los países del Golfo afirman que el presidente al-Assad ordenó retirar los tanques que cercaban la ciudad de Homs, rellenar las trincheras alrededor de la ciudad, recoger los cadáveres de las calles y limpiar las prisiones para ocultar sus crímenes ante la visita de los observadores de la Liga Árabe. Afirman también que todo ese montaje resultó insuficiente porque 70 000 personas acogieron a los observadores con una manifestación contra el régimen en la plaza al-Saa, pero que los manifestantes fueron dispersados con gases lacrimógenos.
En este contexto, los medios atlantistas y los de Golfo cuestionan la credibilidad de los observadores de la Liga Árabe porque estos últimos no han confirmado la versión de los hechos que difunden esos mismos medios.
Es de suponer que el lector se quede perplejo ante contenido de estos artículos. ¿Cómo es posible que los periodistas que se hallan en París o en Riad sepan lo que está pasando en Homs mejor que los observadores de la Liga Árabe presentes en esa ciudad siria?
Lo mejor de todo es que las imágenes transmitidas en vivo y en directo por la televisión siria muestran, en efecto, una inmensa manifestación que acoge a los observadores en pleno centro de Homs, pero los manifestantes reclaman que el presidente el-Assad actúe enérgicamente contra las bandas armadas que aterrorizan a la población de esa ciudad. La multitud reunida en la plaza al-Saa agitaba retratos de Bachar al-Assad y banderas de Siria y no se veía el menor rastro de los supuestos gases lacrimógenos.
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