El Consejo de Seguridad de la ONU se reunió en la noche del viernes, a pedido de la Liga Árabe, para sacar las conclusiones del informe de los observadores árabes. Sin embargo, la Liga no distribuyó el informe y la reunión se concentró en la proposición de una resolución presentada por Marruecos, a pesar de haber sido redactada por los europeos, y rechazada por Rusia.
El sábado, los ministros de Relaciones Exteriores del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) se reunieron en Estambul con su homólogo turco para estudiar la posibilidad de otorgar su reconocimiento diplomático al Consejo Nacional Sirio, como paso previo a una intervención militar árabo-turca. En la noche del domingo llegó a Bruselas el secretario general del Consejo de Cooperación del Golfo, Abdul Latif al-Zayani, para reunirse allí con el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen.
El ejército sirio prosiguió sus operaciones con vistas a liberar las ciudades que aún se encuentran en manos de la Legión Wahhabita.
Mientras tanto, el secretario general de la Liga Árabe decidió unilateralmente el congelamiento de la misión de los observadores, a pesar de que el Comité de Ministros ad hoc de la Liga Árabe acababa de prorrogarla con la aprobación de Siria. Nabil al-Arabi estimó que sus observadores estaban en peligro luego de que el jefe espiritual de los salafistas sirios, el jeque Adnan Al-Arur, declarara públicamente que el asesinato de observadores árabes está justificado.
La prensa occidental y la de los países del Golfo observa el mayor silencio sobre la no presentación del informe de los observadores de la Liga Árabe al Consejo de Seguridad de la ONU, los preparativos de la guerra del CCG y Turquía y la exhortación del jeque Adnan Al-Arur a favor del asesinato de observadores de la Liga Árabe. Esa misma prensa presenta la proposición rusa al Consejo de Seguridad como una postura antiestadounidense de Vladimir Putin, determinada por su actual campaña electoral. Al referirse al congelamiento de la misión de los observadores, lo presenta como una medida destinada a protegerlos, pero no de la agresividad de los salafistas sino de las tropas leales al gobierno de al-Assad. Dicha prensa concentra sobre todo su atención en la masacre perpetrada en Homs el jueves pasado. Haciéndose eco de un testimonio completamente absurdo, atribuye esa matanza a las fuerzas leales a al-Assad, a pesar de que la masacre tuvo lugar en un barrio controlado por los grupos anti-Assad. Para los servicios occidentales de propaganda lo esencial es presentar el conflicto como un combate entre el Estado y los niños. Para tratar de imponer esa imagen, se publican artículos ilustrados con fotos de niños armados.
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