La prensa occidental y la de los países del Golfo, que venían lamentando la debilidad del Ejército Sirio Libre, dice ahora que sus hombres están a punto de tomar Damasco. Según ellas, el presidente al-Assad ha tenido que desplegar tropas en la capital para salvar su régimen, y fuertes combates estarían desarrollándose en los barrios periféricos.
El objetivo de esta fábula no es otro que hacer creer que los grupos armados se componen de numerosos desertores –cuando en realidad se trata de mercenarios wahhabitas– y que los desórdenes han llegado al fin a la capital. Pero lo más importante es que se busca seguir desviando la atención del público del contenido del informe de los observadores de la Liga Árabe, documento que desmiente la teoría occidental del supuesto levantamiento popular reprimido a sangre y fuego.
Con estas maniobras de propaganda se busca preparar a la opinión pública para la próxima reunión del Consejo de Seguridad de la ONU, que debe contar con la participación de los ministros de Relaciones Exteriores de Francia y Gran Bretaña, los mismos que anteriormente lograron legalizar la intervención militar de la OTAN en Libia.
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