En la segunda parte de su artículo sobre política exterior, Vladimir Putin pasa revista a la relaciones de Rusia con Asia y su nueva asociación con China, aborda la cuestión del escudo antimisiles estadounidense, la crisis en Europa y el proyecto de Unión Económica Euroasiática, la incorporación de Rusia a la Organización Mundial del Comercio (OMC) y el soft power ruso en el mundo. La visión que tiene Vladimir Putin de la política exterior, ya demostrada mediante la firme posición de Moscú en el Consejo de Seguridad de la ONU, tiene en cuenta los intereses rusos pero abre además el camino a los países que aspiran a emanciparse de la dominación imperial.
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Nueva dimensión de la zona Asia-Pacífico
China, centro crucial de la economía mundial, es vecina de Rusia. Hoy en día están de moda las deliberaciones sobre su futuro papel en la economía mundial y los problemas internacionales. El año pasado, China alcanzó el segundo lugar mundial en términos de PIB y a corto plazo, según los expertos internacionales –sobre todo los estadounidenses–, sobrepasará a Estados Unidos en ese índice. También va en aumento el poderío global de la República Popular China, incluyendo su aptitud para proyectar sus fuerzas en diversas regiones.
¿Qué actitud debe adoptar Rusia en el contexto del factor chino que gana importancia rápidamente?
En primer lugar, estoy convencido de que el crecimiento de la economía china no constituye una amenaza sino un desafío que implica un colosal potencial de cooperación en el campo de los negocios, así como una oportunidad de hinchar con el “viento chino” las “velas” de la economía rusa. Rusia debería ser más activa en cuanto al establecimiento de lazos de cooperación con China, conjugando los potenciales tecnológico e industrial de los dos países y aprovechando el potencial chino de forma inteligente a favor de la reactivación económica de la Siberia y del Extremo Oriente rusos.
En segundo lugar, la política de China en el escenario mundial no proporciona pretextos que permitan acusar a Pekín de estar tratando de dominar el planeta. En efecto, la voz de China se oye cada vez más en el mundo, y Rusia se alegra de ello ya que Pekín comparte la visión rusa del orden mundial equilibrado que actualmente se gesta. Ambos países seguirán ayudándose mutuamente en la arena internacional, solucionando conjuntamente los agudos problemas existentes a escala regional y mundial y fortaleciendo la cooperación en el seno del Consejo de Seguridad de la ONU, del grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), de la Organización de Shangai (OCS), del G20 y de otros organismos multilaterales.
Finalmente, y en tercer lugar, Rusia ha resuelto todos los problemas políticos cruciales en sus relaciones con China, de los que el más importante era el litigio fronterizo. Se ha creado un mecanismo sólido y basado en documentos que implican compromisos de orden jurídico en el marco de las relaciones bilaterales. Ambos gobiernos han alcanzado un nivel de confianza sin precedentes en sus relaciones. Ello permite a Rusia y a China actuar con un auténtico espíritu de asociación basado en el pragmatismo y en el respeto de los intereses mutuos. El actual modelo de las relaciones entre China y Rusia parece extremadamente prometedor.
Lo anterior no implica que las relaciones entre Rusia y China estén exentas de problemas. A veces se producen fricciones. No siempre coinciden los intereses comerciales de ambos Estados en terceros países, Rusia no está enteramente satisfecha con la estructura de los intercambios comerciales y con el poco elevado nivel de inversiones mutuas. Rusia se prepara para vigilar de cerca los flujos migratorios provenientes de China.
Sin embargo, mi idea fundamental es la siguiente: Rusia necesita una China próspera y estable, y tengo la convicción de que China necesita a su vez una Rusia fuerte y floreciente.
Otro gigante asiático, la India, también está mostrando un rápido crecimiento. Rusia y la India tradicionalmente mantienen relaciones de amistad que ambos gobiernos califican de asociación estratégica privilegiada.
Su fortalecimiento será beneficioso, tanto para nuestros dos países como para todo el sistema multipolar que se está gestando en el mundo.
Estamos viendo no sólo el crecimiento de China y de la India sino el aumento del papel de toda la región Asia-Pacífico en su conjunto. En ese contexto, nuevas perspectivas de trabajo fructífero surgen en el marco de la presidencia rusa en el seno de la Cooperación Económica para la zona Asia-Pacífico (APEC). En septiembre de 2012, Rusia albergará la cumbre de la APEC en Vladivostok, donde está creando rápidamente una moderna infraestructura, lo cual contribuirá al desarrollo de la Siberia y del Extremo Oriente rusos y permitirá a Rusia incorporarse a los dinámicos procesos de integración en el seno de la “nueva Asia”.
Rusia concede y seguirá concediendo en el futuro una importancia prioritaria a las relaciones con sus asociados del grupo BRICS. Esta estructura inédita creada en 2006 es la demostración más espectacular del paso de un mundo unipolar a un orden mundial más equilibrado. El grupo reúne 5 países cuya población total se eleva a cerca de 3,000 millones de personas, países que cuentan con las más importantes economías emergentes, con gigantescos recursos naturales y con mano de obra y mercados internos de proporciones colosales. A raíz de la incorporación de Sudáfrica, el grupo BRICS ha adquirido una dimensión realmente mundial, y ya está generando más del 25% del PIB del planeta.
Los países miembros del grupo BRICS están tratando de acostumbrarse a trabajar juntos en el seno de esta estructura y de adaptarse los unos a los otros. Se trata, específicamente, de establecer una mejor coordinación en materia de política internacional y de cooperar más estrechamente en el seno de la ONU. Sin embargo, después de haber alcanzado su velocidad media, el BRICS, gracias a sus 5 miembros, ejercerá una influencia extremadamente perceptible en la economía y la política mundiales.
Durante estos últimos años, la diplomacia y el sector ruso de los negocios han comenzado a conceder mayor importancia al desarrollo de la cooperación con los países de Asia, Latinoamérica et África. Sigue existiendo en esas regiones una sincera simpatía hacia Rusia. Pienso que uno de los objetivos del próximo periodo será la intensificación de la cooperación comercial y económica entre Rusia y los países de esos continentes, así como la aplicación de proyectos conjuntos en sectores como la energía, infraestructura, las inversiones, la ciencia y la tecnología, la banca y el turismo.
El creciente papel de las regiones anteriormente mencionadas en el sistema democrático de gestión de la economía y de las finanzas mundiales se refleja en la actividad del G20. Pienso que ese grupo se convertirá próximamente en un instrumento estratégicamente importante, no sólo de gestión en periodo de crisis sino también de reformas a largo plazo de la arquitectura financiera y económica del planeta. Rusia presidirá el G20 en 2013. Es evidente que el país debería aprovechar su periodo como presidente del grupo para mejorar, entre otras cosas, la interacción entre el G20 y otras estructuras multilaterales, como el G8 y, por supuesto, la ONU.
El factor europeo
Rusia es parte integrante y orgánica de la Gran Europa, de la civilización europea en el más amplio sentido de la expresión. Los ciudadanos rusos se consideran europeos. Lejos estamos de ser indiferentes a la evolución de la Unión Europea.
Es por ello que Rusia está iniciando la transformación del espacio situado entre los océanos Atlántico y Pacífico en una entidad económica y humanitaria unificada que los expertos rusos califican de Unión de Europa y que fortalecerá más aún los medios y las posiciones de Rusia en el marco de su relación económica con la “nueva Asia”.
En el contexto del florecimiento de China, de la India y de otras economías emergentes, no nos dejan indiferentes los problemas financieros y económicos que sacuden Europa, que antes fue un oasis de estabilidad y de orden. La crisis de la eurozona forzosamente se repercute en Rusia, ante todo porque la Unión Europea es el mayor socio económico y comercial de nuestro país. Es evidente que la situación en Europa resulta ampliamente determinante para las perspectivas de desarrollo del sistema económico mundial en su conjunto.
Rusia se ha incorporado activamente a las medidas internacionales tendiente a respaldar las economías europeas que actualmente enfrentan dificultades y participa activamente en la toma de decisiones colectivas en el seno del Fondo Monetario Internacional (FMI). Rusia no excluye en principio la posibilidad de ofrecer, en ciertos casos, una ayuda financiera directa.
Estimo, sin embargo, que las inyecciones financieras provenientes del extranjero no pasan de ser una solución parcial. La solución integral del problema exige enérgicas medidas de orden sistémico. Los dirigentes europeos se encuentran ante la necesidad de aplicar importantes reformas que deben modificar a fondo varios mecanismos financieros y económicos destinados a garantizar una verdadera disciplina presupuestaria. Es interés de Rusia relacionarse con una Unión Europea fuerte, conforme a la visión de Alemania y de Francia, ya que desearíamos concretar el poderoso potencial de asociación entre Rusia y la UE.
La interacción actual de Rusia con la Unión Europea no está, sin embargo, a la altura de los desafíos mundiales, ante todo en lo tocante al fortalecimiento de la competitividad de nuestro continente común. Nuevamente sugiero la realización de un esfuerzo tendiente a la creación de una comunidad armoniosa de economías entre Lisboa y Vladivostok. Se trata, a más largo plazo, de crear una zona de libre comercio, y de aplicar incluso mecanismos de integración económica aún más sofisticados. Eso nos permitiría disponer de un mercado común continental que ascendería a varios miles de millardos de euros [1 millardo = 1 000 millones]. ¿Puede alguien dudar esa sería una excelente idea y que ello correspondería a los intereses de rusos y europeos?
Una cooperación más estrecha en el sector de la energía, llegando a la creación de un complejo energético unificado de toda Europa, constituye otro tema digno de reflexión. Las importantes etapas tendientes a alcanzar ese objetivo son la construcción de los gasoductos North Stream del lado del mar Báltico y South Stream por el mar Negro. Ambos proyectos han gozado del respaldo de varios gobiernos y en ellos participan las más importantes empresas energéticas europeas. Cuando estos gasoductos estén totalmente en explotación, Europa dispondrá de un sistema de aprovisionamiento de gas confiable, flexible e independiente de los caprichos políticos de quien sea. Se trata de un problema que reviste especial importancia dada la decisión de varios países europeos de reducir o de renunciar totalmente a la energía nuclear.
Debo decir con toda franqueza que el Tercer Paquete Energético, cuyo cabildeo realizó la Comisión Europea y cuyo objetivo es sacar del mercado a las empresas rusas integradas, no contribuye al fortalecimiento de nuestras relaciones. Más aún, dada la creciente desestabilización de los demás proveedores de hidrocarburos no vinculados a Rusia, está exacerbando los riesgos sistémicos que amenazan el sector energético europeo y representa un obstáculo a las posibles inversiones en nuevos proyectos de infraestructura. Numerosos políticos europeos que se mantienen en contacto conmigo se muestran críticos hacia el paquete. La cuestión es tener el coraje de sacar ese obstáculo del camino que puede conducir a nuestra cooperación mutuamente beneficiosa.
Creo que una auténtica asociación entre Rusia y la Unión Europea es imposible sin la abolición de las barreras que obstaculizan los contactos humanos y económicos, ante todo la barrera del régimen de visas. La introducción de un régimen sin visas daría un potente impulso a una verdadera integración entre Rusia y la Unión Europea y permitiría ampliar los contactos culturales y de negocios, sobre todo entre las pequeñas y medianas empresas. La amenaza de un flujo hacia Europa de supuestos inmigrantes económicos provenientes de Rusia es esencialmente imaginaria.
Los rusos tienen la posibilidad de explotar sus habilidades profesionales en su propio país, y las posibilidades en ese aspecto van en aumento.
En diciembre de 2011, Rusia se puso de acuerdo con la Unión Europea para elaborar medidas conjuntas tendientes a establecer un régimen sin visas. Esas medidas pueden y deben aplicarse sin vacilación. Es mi intención seguir dedicándome a ese problema de la manera más activa.
Las relaciones entre Rusia y Estados Unidos
Un gran esfuerzo por desarrollar las relaciones entre Rusia y Estados Unidos ha venido realizándose en estos últimos años. La matriz de esas relaciones, sin embargo, no se transformado radicalmente y estas siguen registrando altas y bajas. Esa inestabilidad en la asociación entre Rusia y Estados Unidos se debe, en parte, a la subsistencia de ciertos estereotipos y fobias. Resulta particularmente reveladora la percepción de Rusia que tiene el Congreso de Estados Unidos. Pero el problema crucial reside en el hecho que el diálogo y la cooperación bilaterales carecen de una base económica sólida.
Los intercambios comerciales están lejos de hallarse a la altura del potencial de las economías rusa y estadounidense. Lo mismo sucede en lo tocante a las inversiones bilaterales. Así que no se ha tejido aún la tela protectora que evitaría fluctuaciones coyunturales en nuestras relaciones. Hay que crear ese medio de protección.
Tampoco contribuyen a mejorar la comprensión entre ambos países los constantes esfuerzos de Estados Unidos por aplicar una “ingeniería política”, esencialmente en regiones tradicionalmente importantes para Rusia así como en ocasión de las campañas electorales rusas.
Reitero que la iniciativa estadounidense de crear el ABM europeo suscita entre nosotros una preocupación totalmente legítima. ¿Por qué se alarma Rusia más que los demás países? El hecho es que el ABM europeo influye en las fuerzas estratégicas de disuasión nuclear, de las que sólo Rusia dispone en ese teatro, lo cual compromete el equilibrio militar y político que con tanto trabajo se creó a lo largo de décadas.
La relación indisoluble entre el ABM y las armas estratégicas ofensivas aparece reflejada en el nuevo tratado de reducción de armas nucleares START firmado en 2010. El tratado entró en vigor y resulta eficaz. Es un resultado crucial en el plano político internacional. Rusia está dispuesta a examinar diversos elementos que pueden pasar a ser parte de la agenda ruso-estadounidense en materia de control de armamentos para el primer periodo. La regla inalterable en ese sector es el respeto de la correlación de fuerzas y el abandono de las tentativas tendientes a utilizar las negociaciones para buscar ventajas unilaterales.
Permítanme recordar que ya en 2007 yo mismo propuse al presidente George W. Bush, en Kennebunkport, que solucionásemos el problema del ABM. De haberse adoptado, mi iniciativa habría modificado la naturaleza tradicional de las relaciones ruso-estadounidenses y habría dado al proceso un impulso positivo. Mejor aún, si en aquel entonces hubiésemos progresado en el tema ABM, habríamos abierto literalmente el camino hacia la creación de un modelo de cooperación decididamente nuevo, cercano a una alianza, esencialmente en otros sectores sensibles.
No fue eso lo que sucedió. Seguramente sería de utilidad reexaminar la grabación de las conversaciones de Kennebunkport. En estos últimos años, el gobierno ruso ha presentado también otras iniciativas tendientes a encontrar un camino al entendimiento sobre la cuestión ABM. Todas esas proposiciones se mantienen en vigor.
No quisiéramos, en todo caso, renunciar a la búsqueda de un compromiso en cuanto a la solución del problema del ABM. Quisiéramos evitar que el sistema estadounidense se despliegue a una escala tal que se haga necesaria la aplicación de las medidas de respuesta que Rusia ha dado a conocer.
Hace poco tuve un encuentro con el señor Kissinger. Nos vemos regularmente. Y comparto enteramente la opinión de ese verdadero profesional, según el cual una cooperación estrecha y caracterizada por la confianza entre Moscú y Washington es particularmente necesaria en momentos en que el mundo atraviesa periodos turbulentos.
Globalmente, Rusia estaba dispuesta a realizar un esfuerzo realmente importante para desarrollar sus relaciones con Estados Unidos y concretar un progreso definitivo, a condición sin embargo de que los estadounidenses apliquen el principio de asociación equitativa y mutuamente respetuosa.
La diplomacia económica
En diciembre de 2011, Rusia entró a la Organización Mundial del Comercio (OMC) al cabo de una larga epopeya de varios años. Me gustaría subrayar que en la etapa final de aquel proceso, la administración de Barack Obama y los dirigentes de varias potencias europeas contribuyeron activamente a la finalización de los acuerdos.
Para ser honesto, ese largo y trabajoso proceso a menudo nos dio ganas de “dejarlos con un palmo de nariz” y abandonar la negociación. Pero Rusia no cedió a las emociones. Al final, nuestro país obtuvo compromisos ventajosos: se respetaron los intereses de los productores industriales y agrícolas rusos en espera de un aumento de la competencia de parte de las empresas extranjeras. Los actores económicos rusos tendrán nuevas y considerables posibilidades de acceso al mercado mundial y para proteger sus derechos de forma civilizada. A mi modo de ver, es ese el principal resultado y no el hecho simbólico de la entrada de Rusia al “club” mundial del comercio.
Rusia respetará las normas de la OMC, al igual que todos sus demás compromisos internacionales. Espero que nuestros socios también respeten las reglas del juego. Permítanme señalar de paso que ya hemos incorporado los principios de la OMC a la base jurídica del Espacio Económico Común conformado por Rusia, Bielorrusia y Kazajstán.
Al analizar nuestra manera de promover los intereses económicos rusos en el escenario mundial, puede verse que todavía estamos aprendiendo cómo hacerlo de manera sistemática y coherente. Al contrario de nuestros socios occidentales, no tenemos aún la técnica para promover correctamente las medidas que beneficien a las empresas rusas en las plataformas donde se realizan los intercambios comerciales internacionales.
Es, sin embargo, nuestro deber resolver problemas cruciales en ese sector teniendo en cuenta que el desarrollo innovador reviste para Rusia una importancia prioritaria. Se trata de garantizar a Rusia posiciones equitativas dentro del actual sistema de mundial de relaciones económicas y de reducir al mínimo los riesgos inherentes a la integración del país a la economía mundial, sobre todo en el contexto de la mencionada adhesión a la OMC y de la inminente adhesión de Rusia a la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE).
La condición sine qua non es un acceso más libre y no discriminatorio de Rusia a los mercados exteriores. Hoy en día, los actores económicos rusos son tratados con rudeza en el exterior. Tienen que afrontar medidas restrictivas de carácter comercial y político, se levantan barreras que perjudican a las empresas rusas en materia de competencia.
Lo mismo sucede en el área de la inversión. Rusia está tratando de atraer capitales extranjeros hacia su economía mediante la apertura de los sectores más interesantes y ofreciéndoles verdaderas “manjares”, sobre todo en el sector de la energía y de los hidrocarburos. Pero los inversionistas rusos no son bien recibidos en el extranjero, incluso a menudo son rechazados de forma ostensible.
Muchos son los ejemplos. Basta con recordar la historia del grupo alemán Opel, que los inversionistas rusos finalmente no pudieron adquirir, a pesar incluso de que el gobierno de la República Federal de Alemania aprobó la transacción y a pesar también de la reacción positiva de los sindicatos alemanes. También hay casos escandalosos en los que se negó a las empresas rusas el disfrute de sus derechos como inversionistas después de haber invertido sumas considerables en activos en el extranjero. Esos ejemplos abundan sobre todo en Europa Central y en Europa del Este.
Todo ello nos hace pensar que es necesario fortalecer el acompañamiento político y diplomático a las empresas rusas en los mercados externos y dar más apoyo a nuestros proyectos de envergadura y a los que revisten importancia simbólica. Tampoco hay que olvidar que Rusia tiene la capacidad necesaria para responder de forma simétrica a la competencia desleal.
El gobierno y las asociaciones de los sectores de negocios de Rusia deberían coordinar sus esfuerzos en la arena internacional con más precisión, promover mejor los intereses de las empresas rusas y ayudarlas a implantarse en nuevos mercados.
Me gustaría también llamar la atención hacia un hecho importante que determina ampliamente el papel y el lugar de Rusia en la correlación de fuerzas políticas y económicas actual y futura a nivel internacional. Se trata del inmenso territorio de nuestro país. Aunque ya no dispone de la sexta parte de las tierras no sumergidas, la Federación Rusa sigue siendo el Estado más extenso del mundo y el más dotado de riquísimos recursos. No estoy hablando solamente del petróleo y del gas sino también de los bosques, de las tierras agrícolas y de las reservas puras de agua dulce.
En otras palabras, el territorio ruso es la fuente del potencial de Rusia.
Antes, la inmensidad del territorio ruso garantizaba principalmente la protección de Rusia contra las invasiones extranjeras. Hoy en día, con la aplicación de una estrategia económica juiciosa, puede convertirse en la base fundamental del aumento de la competitividad del país.
Me gustaría mencionar sobre todo la escasez de agua dulce que rápidamente está agravándose en el mundo. Ya puede preverse a corto plazo el comienzo de una competencia geopolítica por los recursos acuíferos y por la posibilidad de fabricar productos que exigen un gran consumo de agua. Rusia dispone, por lo tanto, de una importante carta de triunfo. Pero está conciente de que es necesario administrar esa riqueza con cuidado y haciendo cálculos estratégicos.
El apoyo a los rusos del exterior y la cultura rusa en el contexto internacional
El respeto por la patria depende esencialmente de la capacidad de esta última para proteger a sus ciudadanos y a las personas pertenecientes a la misma etnia en el exterior. Es importante no olvidar nunca los intereses de los millones de rusos que viven en el exterior o que viajan a otros países en vacaciones o por cuestiones de trabajo.
Quisiera señalar que el ministerio ruso de Relaciones Exteriores, así como todas las misiones diplomáticas y consulares tienen la obligación de proporcionar ayuda y asistencia verdaderas a los rusos durante las 24 horas del día. Los diplomáticos tienen que reaccionar de inmediato, sin esperar que la prensa tenga que dar la alarma, ante los problemas que surjan entre nuestros ciudadanos y las autoridades locales, al igual que ante los casos de incidentes y los accidentes de transporte.
Actuaremos con la mayor determinación para lograr que los gobiernos letón y estonio apliquen las numerosas recomendaciones de las más importantes organizaciones internacionales sobre el respeto de los derechos generalmente reconocidos de las minorías étnicas. El infame estatus de “no ciudadano” es inaceptable. ¿Cómo puede además aceptarse el hecho que uno de cada 6 letones y uno de cada 13 estonios sean “no ciudadanos” sin derechos políticos, electorales, sociales y políticos fundamentales, sin derecho incluso a utilizar libremente el idioma ruso?
Veamos, a título de ejemplo, el referéndum que se desarrolló recientemente en Letonia sobre el estatus del idioma ruso. La consulta mostró claramente a la comunidad mundial la gravedad del problema. El hecho es que se negó nuevamente a más de 300 000 “no ciudadanos” el derecho a participar en el voto. Y la negativa de la Comisión Electoral Central de Letonia a conceder a la Cámara Social Rusa la categoría de observador en el referéndum es totalmente indignante. Sin embargo, las organizaciones internacionales encargadas de hacer respetar las normas democráticas generalmente reconocidas parecen esconderse tras un muro de silencio.
Globalmente, la manipulación de la problemática relativa a los derechos humanos en el contexto de las relaciones internacionales no resulta del agrado de Rusia. Primeramente, Estados Unidos y otros países occidentales tratan de monopolizar la protección de los derechos humanos, de politizarla íntegramente y de convertirla en un medio de presión. Paralelamente, no toleran las críticas que se les dirigen a ellos y reaccionan de forma extremadamente enfermiza. En segundo lugar, la designación de los blancos de monitoreo de parte de los defensores de los derechos humanos se hace de forma selectiva. En vez de aplicar criterios universales, los Estados que han “privatizado” esta cuestión actúan como les viene en ganas.
Rusia se siente víctima de un tratamiento parcial y prejuicioso así como de la agresividad de las críticas de la que es objeto y que a veces no respetan el menor límite. Las críticas justificadas de los defectos no pueden más que ser bienvenidas y dar lugar a conclusiones adecuadas. Pero, ante las críticas infundadas, que llegan por oleadas y que tratan de manipular sistemáticamente la actitud de los ciudadanos de los mencionados países hacia Rusia, puede verse que no se trata precisamente de esfuerzos motivados por principios democráticos del más alto nivel moral.
Nadie debe monopolizar la cuestión de los derechos humanos. Rusia es una democracia joven y a menudo se muestra excesivamente modesta para no herir el amor propio de sus aguerridos socios. Pero Rusia tiene mucho que decir: nadie es perfecto en materia de derechos humanos y de libertades fundamentales. Hasta las democracias bien establecidas cometen serias violaciones en ese campo, violaciones que no se deben pasar por alto. No se trata, por supuesto, de enzarce estúpidamente en un vano intercambio de acusaciones insultantes, cuando está claro que todas las partes pueden beneficiarse con una discusión constructiva sobre los problemas vinculados a los derechos humanos.
A finales de 2011, el ministerio ruso de Relaciones Exteriores publicó su primer Informe Sobre la Situación de los Derechos Humanos en varios países del mundo. Creo que esa actividad debería intensificarse, esencialmente en aras de contribuir a una cooperación más amplia y equitativa en todo el campo de los problemas humanitarios y a la promoción de los principios fundamentales de la democracia y los derechos humanos.
En ese aspecto, los hechos mencionados son sólo parte del acompañamiento informativo y propagandístico de las actividades internacionales y diplomáticas de Rusia y de la creación de una imagen objetiva de Rusia en el exterior. Tenemos que reconocer que no son numerosos nuestros éxitos en la materia. Acabamos a menudo derrotados en el terreno informativo. Se trata de un verdadero problema que tiene varias facetas y al que tenemos que dedicarnos seriamente.
Rusia es heredera de una gran cultura, reconocida en Occidente tanto como en el Oriente. Pero siguen siendo muy insuficientes nuestras inversiones en la industria cultural y en su promoción en el mercado mundial. El resurgimiento del interés mundial hacia el sector cultural y el de las ideas, que se traduce en la implicación de las sociedades y las economías en la red informativa mundial, ofrece nuevas oportunidades a Rusia, país que cuenta con talentos confirmados en la producción de valores culturales.
Rusia no sólo dispone de la capacidad necesaria para conservar su cultura sino que puede también utilizarla como un poderoso factor de promoción en los mercados mundiales. El espacio rusoparlante engloba prácticamente a todos los países de la ex URSS y una parte significativa de Europa Oriental. No se trata de un imperio sino de una expansión cultural. No se trata de cañones ni de la importación de regímenes políticos sino de la exportación de la enseñanza y de la cultura que contribuirán a la creación de un marco favorable a los productos, servicios e ideas rusos.
Rusia debe intensificar en varios niveles su presencia en el mundo en materia de enseñanza y cultura y aumentarla especialmente en los países en los que una parte de la población habla o comprende la lengua rusa.
Es necesario que se discuta seriamente sobre la manera más eficaz de mejorar la percepción objetiva de Rusia gracias a la organización en nuestro país de importantes eventos internacionales, como la cumbre de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) en 2012, las cumbres del G20 y del G8 en 2013 y 2014, los Juegos Universitarios de 2013 en Kazán, los Juegos Olímpicos de invierno en 2014 y las Copas del Mundo de hockey sobre hielo y de fútbol en 2016 y 2018.
Rusia está dispuesta a seguir garantizando su propia seguridad y haciendo respetar sus intereses nacionales a través de su más activa y su más constructiva participación en la política mundial y en la solución de los problemas mundiales y regionales.
Nuestro país se mantiene abierto a una cooperación seria y mutuamente ventajosa, así como al diálogo con todos sus socios extranjeros. Nos esforzamos por entender y tener en cuenta los intereses de nuestros socios, pero les pedimos que ellos también respeten los nuestros.
Traducido del ruso por la Red Voltaire.
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