El MURO (Movimiento Universitario de Renovadora Orientación), que apareció a principios de la década de 1960, forma parte de una larga cadena de grupos de la ultraderecha mexicana, cuyos sucesores llegaron al poder con Vicente Fox y, sobre todo, con Felipe Calderón.
Grupo estudiantil de choque radicalmente anticomunista, el MURO floreció en la época de la Guerra Fría, en el llamado “mundo bipolar”.
Tenía una estructura pública y vínculos con otros grupos nacionales e internacionales, así como con algunos empresarios; recurría a la violencia y se le considera un membrete de la Organización Nacional del Yunque, grupo secreto que durante décadas trabajó para llegar al poder.
El MURO salió a la luz a principios de 1962, pero tuvo su antecedente en un enfrentamiento en Ciudad Universitaria con motivo del aniversario de la Revolución Cubana el 26 de julio de 1961.
Tras bambalinas, en ese episodio participó, según él mismo relata, el empresario Hugo Salinas Price, impulsor de varios grupos anticomunistas, como el propio MURO. Su colaborador y enlace con esos grupos fue Agustín Navarro Vázquez, quien dirigía el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales, patrocinado por Salinas Price.
Uno de los más entusiastas promotores del MURO fue René Capistrán Garza (1898-1974), que en la década de 1920 fue uno de los dirigentes del movimiento cristero, hasta convertirse, decenios después, en apologista de Gustavo Díaz Ordaz, identificado plenamente con su anticomunismo. Su periódico, Atisbos, fue uno de los que más apoyaron a los muristas.
La Iglesia y el MURO
La relación del MURO con la jerarquía católica fue más compleja, pues aunque compartían su anticomunismo, algunos jerarcas no lo apoyaron. De tal suerte, en 1963 y 1964, el entonces arzobispo Miguel Darío Miranda (1895-1986) condenó al MURO, debido a que representaba a sociedades secretas.
Es revelador que en marzo de 1970, luego de otra condena pública del arzobispo contra el MURO, un informe confidencial del Instituto Nacional de Migración, de la Secretaría de Gobernación, afirmaba que la actitud de Miranda se debía a órdenes directas de Paulo VI, cuya posición era que si el gobierno no se mete con la Iglesia, ésta no debe meterse con el gobierno.
Una década después, el 11 de junio de 1981, en la Iglesia de San Juan Bautista, en Coyoacán, el mismo Miguel Darío Miranda oficiaba una misa en conmemoración de los 20 años de vida del MURO, donde felicitaba a sus miembros por su tenacidad y les pedía “seguir trabajando por la unidad de los cristianos en torno a la Iglesia y a Cristo.”
El MURO y similares
El MURO mantuvo una estrecha colaboración con organizaciones como la Unión Nacional Sinarquista y la Unión Nacional de Padres de Familia, cuya demanda de educación religiosa apoyaba. Formó parte de una cadena de grupos, tanto públicos como secretos, que han compartido convicciones y militantes. Antecedente del MURO fue el FUA (Frente Universitario Anticomunista), creado en Puebla hacia 1954, considerado también un membrete del Yunque.
En 1990, con motivo de conflictos dentro del Partido Acción Nacional (PAN), José Ángel Conchello señalaba que “luego del nacimiento y auge del MURO, esta organización se convirtió en el llamado Yunque, pero fiel heredera de las ideas del MURO” (Unomásuno, 9 de diciembre de 1990).
El activismo estudiantil anticomunista, tanto público como secreto, estaba animado por unos pocos personajes que fundaban y encabezaban diferentes grupos, meros nombres para un mismo núcleo de activistas.
Manuel Buendía, basándose en informes de la entonces Dirección Federal de Seguridad, los redujo a 12 (Los 12 apóstoles), lista que incluye personalidades de ese sector como Ramón Plata Moreno, fundador del Yunque, asesinado en 1979; Manuel Antonio Díaz Cid, quien sigue activo en esa militancia; Federico Muggenburg; Luis Pazos, quien como sucedáneo del MURO impulsaría al grupo Guia (Guardia Unificadora Iberoamericana); Luis Felipe Coello (fallecido en 2004), y Víctor Manuel Sánchez Steinpreis. Estos dos últimos fundadores del MURO.
El MURO cultivó relaciones con grupos de ideas similares en otros países. Por ejemplo, en julio de 1965 Daniel Ituarte Reynaud, quien pertenecía a ese grupo, fue cómplice en un atentado terrorista contra el periódico El Día, que llevó a cabo Henry Agüeros Garcés, exiliado cubano en Miami, quien había participado en la fracasada invasión de Bahía de Cochinos (Jean Guy Allard, “Miami: cuando el FBI duerme, los ratones bailan”, www.telesurtv.net/articulos/2012/05/23/miami-cuando-el-fbi-duerme-los-ratones-bailan-4995.html), vinculado a grupos como el Movimiento Nacionalista Cubano y el Movimiento Nacionalista Cristiano. Ituarte pertenecía al PAN, y 3 décadas después se convirtió en alcalde de Zapopan, Jalisco, por ese partido.
El MURO también quiso extender sus acciones al interior del país, en otras universidades, o bien mediante la creación de coaliciones de grupos estudiantiles, como ocurrió en el llamado Pacto de los Remedios, establecido el 17 de agosto de 1975, entre 20 organizaciones de estados como Jalisco, Puebla, Guanajuato, Sonora, Yucatán y Zacatecas.
El MURO encontraba su razón de ser en golpear a su enemigo ideológico, de allí que el nombre de su periódico fuera precisamente Puño, que llevaba el lema: “Para golpear con la verdad”.
Colaborador y jefe de redacción de Puño fue Guillermo Velasco Arzac, quien a lo largo de su vida se mantendría fiel a las tendencias de su juventud. Se le considera uno de los principales dirigentes del Yunque y en el plano público encabezó organizaciones como México Unido contra la Delincuencia, creada en 1997, y en años más recientes, la Coordinadora Ciudadana y el grupo Mejor Sociedad Mejor Gobierno.
Una y otra vez, el MURO organizó campañas contra aquellos a quienes identificaba como sus enemigos: los “comunistas” en primer lugar, al igual que los religiosos de corte progresista, los hippies, los artistas “irreverentes”. Sus demonios encarnaban en Fidel Castro, Salvador Allende y Luis Echeverría, mientras que su santoral incluía a Francisco Franco, Díaz Ordaz y Augusto Pinochet.
Entre las hazañas del MURO se cuentan: golpizas, enfrentamientos con armas de fuego y punzocortantes en diferentes escuelas, robo de expedientes y documentos confidenciales, espionaje de sus adversarios, sabotaje de actos públicos y espectáculos, amenazas, protestas públicas, etcétera. Se cree que entre las últimas acciones de ese tipo por parte del MURO estuvo la golpiza contra los actores de la obra Cúcara y Mácara, en un teatro de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en junio de 1981.
En mayo de 2002, el exsecretario de Gobernación Jorge Carpizo dio a conocer que María de la Luz Lima Malvido, quien en ese tiempo era subprocuradora de la Procuraduría General de la República, había militado en un grupo de extrema derecha en 1968, cuando estudiaba en la Preparatoria 6, época en que le robó un portafolio a un obispo progresista para entregárselo a uno conservador. Al parecer, dicho grupo era el MURO.
Otro de sus fundadores fue el esposo de Lima Malvido, Luis Rodríguez Manzanera, quien llegaría a ser un criminólogo y jurista destacado, especialista en el tema de los menores infractores.
Uno de esos episodios fue protagonizado por el entonces militante del MURO José Manuel Pereda Crespo, en marzo de 1968, cuando fue encarcelado por el robo de casi 2 mil expedientes de la UNAM. Liberado en junio de ese mismo año, adoptó la carrera eclesiástica y fundó la orden de los Cruzados de Cristo Rey, considerada una rama del Yunque para actuar dentro del Ejército. Pereda Crespo y su grupo entablaron relaciones con grupos como el Sodalicio de Vida Cristiana, de Perú.
El MURO apoyó la represión de 1968; tuvo enfrentamientos con partidarios del movimiento estudiantil, y organizó protestas contra él, como la que se llevó a cabo el 8 de septiembre de aquel año en la Plaza de Toros México, con consignas como: “¡queremos uno, dos, tres Chés muertos!”, “¡mueran los guerrilleros apátridas!”, “¡viva Cristo Rey!”, “¡viva Díaz Ordaz!”.
En la década de 1970, el MURO participó en trifulcas en escuelas y se fue convirtiendo en mera referencia de episodios de porrismo.
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