Su producción de gas en 2013 fue de 8 mil millones de pies cúbicos diarios en promedio. Para comparar su importancia recordemos que, en todo el territorio mexicano, también en 2013, se extrajeron, en áreas convencionales, poco más de 6 mil 400 millones de pies cúbicos diarios de gas seco y asociado; y en lutitas, según nuestras estimaciones, nada, aunque Petróleos Mexicanos (Pemex) ha perforado a la fecha 20 pozos, incluyendo los que aún no se prueban.

En este artículo examinaremos algunos datos, acaso pertinentes, en vísperas de que el gobierno de Enrique Peña Nieto inicie las licitaciones invitando al capital extranjero a intensificar la exploración y explotación del potencial mexicano en lutitas.

La cuna de la industria petrolera

Como se sabe, en las entidades que hemos mencionado nació la moderna industria petrolera.

En Pensilvania se perforaron a mediados del siglo XIX los pozos del coronel Drake, pero las lutitas comenzaron a explotarse aún antes. Desde 1821, cerca del litoral del Lago Erie, en una pequeña villa llamada Fredonia, en Nueva York, se estableció la primera explotación, empleando el gas para alumbrado doméstico en un puñado de viviendas. Luego, unos años más tarde, en 1828, en tiempo de Vicente Guerrero, se construyó un gasoducto al Puerto de Nueva York. Era tan rudimentario que para unir los tramos de la tubería se usaron trapos empapados de alquitrán. Investigadores de varias universidades estadunidenses han publicado información sobre esta temprana etapa y los avances en pequeñas poblaciones de la costa del Atlántico estadunidense.

El desarrollo actual

En 2004, los experimentos de Mitchell Energy, en Dallas, finalmente mostraron resultados exitosos. De inmediato, otra empresa texana, la Range Resources, comenzó a ensayarlos en Marsellus, en el condado de Whashington, a unos 100 kilómetros al Sur del pozo de Drake. Perforó el pozo Renz 1, de alguna manera el “pozo descubridor”.

El Renz 1 es vertical. Alcanzó 2 mil 582 metros de profundidad. Su producción inicial fue de 300 mil pies cúbicos diarios de gas seco, en promedio, en 31 días. Como consecuencia del éxito se iniciaron pruebas con pozos horizontales, que lograron flujos iniciales entre 1.4 millones y 4.7 millones de pies cúbicos diarios. Para comparar, recordemos que el primer pozo mexicano en lutitas, el denominado Emergente, tuvo una producción inicial de poco menos de 3 millones de pies cúbicos diarios, pero con 17 fracturas, es decir que los pozos gringos mostraron un potencial mucho mayor. Un año más tarde, en 2005, Range Resources perforó cuatro nuevos pozos. En 2006 multiplicó a 19 pozos y al siguiente, perforó más de 50. Así comenzó la era moderna de Marcellus.

Primeras lecciones

Los datos anteriores sugieren que, por lo menos en este caso, no es cierto que se requiera perforación masiva o que se necesitan varios cientos de pozos para conocer el potencial de una cuenca. Basta, como dicen los trabajadores petroleros, con pegarle a una zona de alta productividad para que comience la explotación.

En 2005 había en toda la cuenca 27 pozos de lutitas y trabajaban unas tres empresas. Siete años más tarde, al terminar 2012, se habían perforado 5 mil 338 pozos. Trabajaban en la cuenca Marcellus, como operadores, perforando pozos, más de 70 compañías.

Invitación a apostar

Pero lo anterior no fue automático. No fue tan fácil. Un aspecto que los propagandistas del libre mercado ocultan es el papel de los gobiernos para influir en los mecanismos de oferta y demanda. Es el caso del gobierno del estado de Pensilvania que, con apoyo de ciertos “estudios académicos”, desarrolló una intensa campaña publicitaria para exaltar el “tesoro” bajo la tierra, abultando la magnitud de las “reservas”.

La campaña aseguraba que las lutitas de Marcellus podrían producir hasta 50 billones de pies cúbicos de gas natural, lo que “ayudó a llevar a la cuenca a los medios de comunicación aumentando la visibilidad (y bombo) tremendamente” (“This helped bring the mainstream media into the play, increasing the visibility [and hype] tremendously”), dice un documento de John A Harper y Jaime Kostelnik (The Marcellus shale play in play in Pennsylvania, editorial del Departamento de Conservación y Recursos Naturales de Pensilvania).

Como resultado de la campaña propagandística, los incautos (tal vez es más preciso llamarlos “jugadores”) fueron acudiendo, beneficiando no sólo los ingresos fiscales del estado, sino también a los propietarios de los terrenos y a los especuladores. Terrenos cuya renta normal por décadas se situaba en 25 dólares por acre se elevaron, en algunos casos, hasta las nubes (“through the roof”): a ¡6 mil dólares por acre!

Las regalías, otra forma de participación de los propietarios de granjas, que eran del 12.5 por ciento, se elevaron al 25 por ciento.

Las empresas

Pero las formaciones de lutitas no son como las convencionales, las zonas con alta productividad son muy escasas y, muy cerca de ellas, los pozos pueden resultar pobres o de plano secos. El resultado es que en Marcellus el número de empresas que sólo han cosechado pérdidas supera con mucho a las exitosas.

Como es difícil acceder a la información financiera, he elaborado un cuadro con la lista de empresas que entre 2006 y 2012 han perforado menos de cinco pozos. Como puede verse, la mayor parte de ellas apenas perforaron un solo pozo. Es razonable suponer que son las perdedoras.

La información sobre el costo de perforación de un pozo en Marcellus es variable: depende de factores como su geometría (vertical u horizontal) y el número de fracturas, entre otros. La principal empresa, Chesapeake Appalachia, informa que el costo promedio de un pozo es de 3.5 millones de dólares; el estudio académico de un doctorante, el joven Brandon Baylor, al que hemos citado en otros artículos (véase Contralínea 366), concluye que el costo en Marcellus asciende a 4.5 millones de dólares por pozo. De estos datos podemos deducir un aproximado de las pérdidas que sufrieron, en su incursión en este negocio, las pequeñas empresas que fueron seducidas por la propaganda del gobierno de Pensilvania.

En la lista aparecen empresas con nombres que parecerían dedicados a atraer nuevos accionistas, como Grandes Planes (Great Plains), Ganancia (M&M Royalty, LTD), Verdadero Petróleo (True Oil), Ultra Recursos (Ultra Resources), etcétera. Es probable que algunas de ellas afectaran a pequeños ahorradores que adquirieron sus acciones.

En Pensilvania, las estadísticas son confidenciales

Para completar la política de atraer inversionistas, el gobierno de Pensilvania aprobó leyes que disponen que la estadística de los pozos se mantiene como confidencial por 5 años (“Pen collects only annual production totals, and by state law has to keep by well data confidential for 5 years”, Harper y Kostelnik, ya citados). Es fácil entender que si los posibles inversionistas conocieran oportunamente los resultados de los pozos fracasados, se abstendrían de participar en las licitaciones en áreas de más alto riesgo o de plano descalificadas.

Así, por lo menos en esta cuenca, lo único que podemos conocer es lo que las propias empresas publican. Es necesario advertir que la información confidencial se refiere a los puntos óptimos de mayor valor comercial. En un intento de objetividad, digamos que algunas empresas como Range Resources, desde 2010, publican en sus páginas en internet los reportes sobre volúmenes de agua y, según afirman, contenido de todos los aditivos usados en el fracking (fracturación hidráulica).

Las diez principales operadoras

Agrupamos también a las 10 principales operadoras utilizando el mismo criterio del número de pozos perforados.

Nótese en el cuadro 2 que el éxito es obvio con sólo seguir el comportamiento anual. Chesapeake, por ejemplo, en el primer año perforó sólo un pozo. Al siguiente, en 2008, perforó 15. Pero en 2009 casi 100. Y al año siguiente duplicó su actividad con más de 200.

¿De qué factores depende el éxito? No parece favorecer sólo a las que fueron las primeras en irrumpir en la cuenca: obsérvese el caso de Talisman Energy, que ingresó hasta 2008, con varios años de retraso respecto a la competencia, y sin embargo, es la segunda más importante.

Tampoco parece ser suficiente un buen arranque, como se ve con Atlas Resources, que subió en los primeros años para luego sufrir una caída precipitada, por lo menos en el número de pozos perforados. Si se toman en consideración estos datos, les digo a mis alumnos que hay muchos temas pendientes por investigar.

Sobre las causas del fracaso o del éxito, por el momento, sólo podríamos adelantar la conjetura de que obedecen a la complejidad geológica.

Un dato importante, que no aparece en los cuadros, es que Marcellus es una cuenca en la que participa como operador una de las majors: Chevron, que ha perforado 140 pozos, lo que no le permitió figurar en la lista de los 10 primeros (top 10). La información de la prensa petrolera afirma que en esta cuenca también participan empresas chinas y noruegas, pero no hay registro de ellas como perforadoras.

Respecto a los noruegos, aprovecho para aclarar un error en mi artículo anterior: escribí que en ese estado la moratoria contra el fracking declarada en julio de 2010 ya fue levantada, lo cual es cierto: un juez resolvió que un estado y menos un condado no puede legislar sobre un tema que corresponde al gobierno federal; sin embargo, la moratoria prevalece de facto, por el vigor de la protesta ciudadana en ese estado. De ello nos ocuparemos en otro texto. Entre las empresas afectadas se encuentra una noruega que actualmente litiga en las cortes de Nueva York.

Finalmente es importante hacer notar que todas las empresas de la lista en nuestro cuadro 2 redujeron sus perforaciones en 2012, año de la dramática caída de precios.

En México, amenazados los dueños de la tierra y del agua

Como hemos estado repitiendo, en diversos países se estudia la experiencia gringa para extrapolarla a sus territorios. Un autor considera que la política del gobierno de Pensilvania que hemos descrito es uno de los “factores de éxito” del shale en Estados Unidos. Es “una legislación favorable que alinea los intereses de los dueños de los terrenos prospectivos, con los de las compañías emprendedoras”; pero en México lo que se prepara son nuevas campañas de despojo contra los dueños de los terrenos. Como se sabe, ya se ha iniciado la redacción de la legislación secundaria que permita la puesta en práctica de la reforma a los Artículos 25, 27 y 28 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

El gobierno de Peña Nieto tiene prisa. En Davos, Suiza, expresó su ilusión de que este mismo año las inversiones empiecen a llegar, lo que requiere de facilidades a los inversionistas para que ejidatarios, comuneros y otros grupos campesinos no obstaculicen o impidan las operaciones de transporte de equipos, la cesión de espacios para instalar las torres de perforación y las albercas para los fluidos a inyectar en los cientos de frackings que esperan realizar y, en caso de éxito, para los nuevos gasoductos.

Nadie en el Congreso de la Unión está pensando en replicar la experiencia de Marcellus. Lo que han anunciado es que pretenden alinear el mismo criterio, normas y métodos de las concesiones mineras, en donde, como dice la doctora Miriam Grunstein, “las regalías pagadas por los extranjeros son de carcajada”.

Los grandes amenazados no son tanto los norteños de las zonas desérticas de Chihuahua y Coahuila, sino los ejidatarios, comuneros y otros grupos campesinos e indígenas del Norte de Veracruz, donde los gringos afirman que hay un gran potencial de aceite en lutitas.

No sé si es correcto llamar “diferencias culturales” al hecho de que en Marcellus los propietarios de terrenos participan en el negocio y en nuestro país las compañías (mineras, gaseras, o lo que sea), prefieren comprar sicarios con un pago de dos o tres salarios mínimos, como denuncian que hace Gas Natural Fenosa en el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca, en la disputa por los espacios geográficos.

Si en el futuro lo que tendremos es mayor crispación social, podríamos añadir nuevas dudas sobre las expectativas de gran producción en las lutitas en México, que algunos funcionarios llaman “el Cantarell del sexenio de Peña Nieto”.

Fuente
Contralínea (México)

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