El INAH prepara el dictamen con el que liberará el predio Reforma 159 para dar paso a Living Reforma, una torre de departamentos de la firma Living SLVK. Pese a que el predio podría albergar hasta 2 mil entierros humanos de los siglos XVIII y XIX, la institución que dirige María Teresa Franco apenas excavó y recuperó el 10 por ciento del material. En 4 meses de trabajo fueron hallados 249 entierros, alrededor de 131 cráneos y un número indeterminado de restos óseos humanos y animales, además de cerámica, sahumadores, tepalcates y metales. Sin tiempo ni interés por preservar y estudiar el patrimonio histórico nacional, los primeros días de marzo, las autoridades avalarán la destrucción de lo que podría ser uno de los hallazgos históricos más importantes de colecciones esqueléticas. Con la inminente autorización del proyecto, advierten expertos, alrededor de 1 mil 600 entierros con información sobre nutrición, osteopatías, vida cotidiana, actividad física, salud, patologías, vida social y económica del periodo colonial serán enviados al cascajo. Preservar es una razón de Estado, señala el investigador y antropólogo Bolfy Cottom
El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) alista el dictamen de factibilidad para la construcción del proyecto inmobiliario Living Reforma, una torre de departamentos de la firma Living SLVK en una de las arterias más importantes de la Ciudad de México, el Paseo de la Reforma.
Marcado con el número 159, el predio podría albergar hasta 2 mil entierros humanos de los siglos XVIII y XIX. Se trata de uno de los últimos relictos del Cementerio de Santa Paula, designado oficialmente Panteón General durante los años de la Colonia Española, mismo al que han ingresado policías, trabajadores y choferes que se llevan registro fotográfico de los restos humanos.
“No sé nada, no podría darle detalles. Es un proyecto más de los muchos en los que trabaja el INAH”, dice evasivo ante los cuestionamientos de este semanario Pedro Sánchez Nava, coordinador Nacional de Arqueología del Instituto.
Ubicado al Sur del camposanto de San Andrés, Santa Paula recibió los restos mortuorios de las víctimas de la epidemia de cólera que azotó de 1850 a 1851 a la entonces Nueva España.
En él se levantó el monumento donde fue depositada la pierna que perdió Antonio López de Santa Anna durante la batalla del 5 de diciembre de 1838 contra el Ejército francés en Veracruz y que, en 1844, resultara destruido por una multitud enardecida.
Abierto en 1786 y clausurado definitivamente el 29 de julio de 1871 por constituir un riesgo para la salud pública, Santa Paula llegó a medir 37 mil 800 metros cuadrados; tenía como límites al Norte la actual calle de Moctezuma, al Este la calle de Santa María la Redonda (Eje Central), al Sur la actual calle de Magnolia, al Poniente la actual calle de Galeana. Su entrada principal se hallaba al Oriente, casi enfrente de la calle de Salitreros (hoy calle República de Ecuador).
El hallazgo histórico
El INAH trabaja en el salvamento arqueológico al interior de Reforma 159 desde los últimos días de octubre de 2014. Tras 4 meses de trabajo ha recuperado 249 entierros (50 son esqueletos completos), alrededor de 131 cráneos y un número indeterminado de restos óseos humanos y animales, además de cerámica, sahumadores, tepalcates y metales.
Las más de 400 osamentas de la Colonia se extrajeron de ocho pozos de exploración cavados a contrarreloj, en apenas el 10 por ciento de los 1 mil 200 metros cuadrados que mide aproximadamente el predio.
No obstante la magnitud del hallazgo, el equipo adscrito a la Dirección de Salvamento Arqueológico, cuyo titular es Salvador Pulido, prepara con absoluta discreción su retirada.
Las decenas de cajas de cartón, bolsas de plástico transparente y costales rotulados, repletos de huesos, se agolpan en la pequeña bodega improvisada en el extremo izquierdo del terreno a la espera de ser trasladadas a la Dirección de Antropología Física en el Museo Nacional de Antropología, la Universidad Autónoma del Estado de México o la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH).
Según fuentes cercanas al Proyecto Salvamento Arqueológico Reforma 159, la autorización de la obra por parte del INAH es inminente. “Se palomeó previamente desde la dirección del INAH”, denuncian.
De acuerdo con el convenio firmado entre el Instituto y la empresa inmobiliaria, los tiempos de liberación del predio se han prorrogado y el límite está contemplado para los primeros días de marzo. “La maquinaria entrará al área con la consecuente destrucción del patrimonio histórico”, advierten.
Las fuentes que solicitaron el anonimato señalan que un proyecto de salvamento sirve para definir la viabilidad de la ejecución de una obra. “En este caso no hay razón para negar que se lleve a cabo la construcción, pero sí debe posponerse para recuperar los restos encontrados en el subsuelo. La comunidad de investigadores del INAH y personas preocupadas por la conservación del patrimonio cultural, arqueológico e histórico necesitan enterarse y expresar su postura ante esta situación”.
Para Lourdes Márquez Morfín, profesora del posgrado en Antropología Física de la ENAH y miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel III, otorgar el aval para construir sin antes haber explorado el predio en su totalidad y sin haber rescatado el material óseo que contiene, es una aberración, “un caso de omisión tremenda”.
Precisa que “a sabiendas de que están esos esqueletos ahí, desde el punto de vista ético y profesional es obligación del INAH preservar los materiales: tiene jurisdicción en la conservación y salvaguarda”.
Para Bolfy Cottom, antropólogo e investigador en la Dirección de Estudios Históricos del INAH y profesor en la ENAH, si derivado del dictamen del salvamento, los arqueólogos, antropólogos físicos y los historiadores determinan que los restos humanos pertenecen a los siglos XVI y hasta el XIX pueden considerarse monumentos históricos y en ese sentido, asegura, es jurisdicción del INAH preservarlos.
“Hay un razonamiento jurídico en el cual se establece que la ley debe ser aplicada e interpretada a favor del bien tutelado. Tendría que solicitarse que se prorrogara el tiempo establecido porque el hallazgo de bienes no depende de un acuerdo de voluntades. [El convenio de partes]. Es un imperativo que establece la ley. La ley ordena preservar, conservar. Se trata de un interés general que debe prevalecer por encima del interés privado, particular.”
El experto en legislación cultural indica que lo contrario sería un hecho grave, porque “evidentemente se estarían destruyendo bienes protegidos por la legislación y, en ese sentido, sin duda alguna tendría que aplicarse a quien resulte responsable (el que ejecute la destrucción, al que la ordene, al que la haya autorizado) el artículo 52 que tipifica conductas que llevan a la destrucción de monumentos arqueológicos, históricos o paleontológicos”.
Para la investigadora Márquez Morfín, con muestras más grandes, en el Laboratorio de Osteología se podría trabajar en una base de datos, un patrón del perfil de características físicas y dentales de la población mestiza que ayudara a la identificación de restos humanos y así conformar “patrones para México en materia forense”.
A favor de recuperar todos los restos óseos y de estudiar su contexto antes de iniciar la construcción, Márquez subraya que no se está cuestionando el proyecto inmobiliario, sino la destrucción del patrimonio. “El interés por rescatar la colección es académico, por la investigación, por el conocimiento de nuestro pasado histórico.”
Santa Paula, 20 años de hallazgos
Ésta no es la primera vez que el INAH halla restos humanos del Panteón General, pero sí la más significativa por sus dimensiones, potencial y excelente estado de conservación. En 1995, durante la construcción de la Línea 8 del Sistema de Transporte Colectivo Metro, la arqueóloga María de Jesús Sánchez Vázquez, de la Dirección de Salvamento Arqueológico, INAH, encabezó la excavación del tramo Soto-Garibaldi.
En menos de 1 mes, del 25 de mayo al 16 de junio de 1995, según los registros, Sánchez Vázquez y un grupo de alumnos que cursaban la materia de técnicas de excavación –impartida por el arqueólogo Andrés Gutiérrez en la Escuela Nacional de Antropología e Historia– exhumaron 78 individuos.
La colección se encuentra bajo resguardo del laboratorio de Osteología del posgrado en Antropología Física de la ENAH, que actualmente cuenta con 10 colecciones prehispánicas que se conforman por más de 1 mil 200 esqueletos y seis colecciones coloniales con más de 1 mil 300 esqueletos, entre ellos, los 78 provenientes de Santa Paula.
Entre otras actividades, el laboratorio tiene por objeto la enseñanza de la identificación de los huesos, sean éstos humanos o de otras especies, su ubicación y lateralidad, así como el desarrollo de investigaciones multidisciplinarias sobre nutrición, osteopatías, vida cotidiana, actividad física, salud, búsqueda de parámetros en la determinación de sexo y edad, demografía, indicadores de madurez y ciencias forenses.
Expone Lourdes Márquez Morfín, a cargo del Laboratorio de Osteología, que del estudio de las colecciones esqueléticas coloniales radicadas en la ENAH, como la del Hospital Real de San José de los Naturales, o la del Hospital de San Juan de Dios, que fuera el hospital de prostitutas de la Nueva España han logrado conocer más de la población que habitó durante ese periodo, de la incidencia de la sífilis o de la tuberculosis, del proceso de mestizaje, de la combinación de genes, de las patologías o el modo de vida.
De acuerdo con el artículo “Entierros en el antiguo panteón de Santa Paula de la ciudad de México”, firmado por el arqueólogo Alejandro Meraz Moreno y la antropóloga física Érica Itzel Landa Juárez –Boletín de Monumentos Históricos, Tercera época, 19, mayo-agosto 2010–, entre el 1 de diciembre de 2004 y el 28 de febrero de 2005 Meraz Moreno y Landa Juárez habrían exhumado 17 esqueletos pertenecientes a Santa Pula de los predios 80 de la avenida Eje Central Lázaro Cárdenas; y de los números 69 y 71 de la calle Riva Palacio.
Los entierros habrían sido recuperados de cinco unidades de excavación durante el Estudio arqueológico de factibilidad para la construcción de vivienda de interés social en el lote, cercano a Reforma 159, y a la estación de Metro Garibaldi, donde 10 años antes, en 1995, el INAH recuperó la colección hoy bajo el cuidado de la ENAH.
Veinte años después de ese hallazgo, el INAH prepara el dictamen con el que liberará el predio Reforma 159, para dar paso a Living Reforma.
Dirigida por el arquitecto Gustavo Slovik, y conformada por cinco socios, Living SLVK –resultado de la fusión entre SLVK y Living, esta última dedicada al desarrollo y comercialización de inmuebles para vivienda en la Ciudad de México– cuenta con siete proyectos inmobiliarios de vivienda terminados; ocho proyectos de diferentes giros, entre ellos “un edificio de gobierno. Concurso adjudicado para diseñar edificio de gobierno en la colonia Doctores, 20 mil metros cuadrados. Oficinas para atención al público”, según su página en internet, y tres proyectos más de vivienda en venta: Living Central, Living Residencial Cuauhtémoc y Living Reforma.
“Precio a partir de 1 millón 210 mil pesos”, se lee en la página de la firma. Una manta cubre por entero la barda del lote 159 sobre Reforma: “Preventa deptos” (sic), anuncia, acompañado de ilustraciones y planos. Los departamentos van de los 65 metros cuadrados a los 90. “Dos recámaras, 1 o 2 baños, sala comedor, cocina, área de lavado, terrazas, roof garden con jacuzzi, salón de usos múltiples, sauna, gimnasio, vigilancia 24 horas, bodegas, estacionamiento”.
Para la realización de este trabajo se solicitó entrevista con María Teresa Franco, directora general del Instituto Nacional de Antropología e Historia; Salvador Pulido Méndez, titular de la Dirección de Salvamento Arqueológico del INAH, y el Consejo de Arqueología. También se solicitó la postura del arquitecto Gustavo Slovik, director de Living SLVK, al cierre de edición no hubo respuesta.
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