Sin calzador. Justo a la medida es el convenio suscrito por la Cámara de la Industria de la Radio y Televisión (CIRT) y la Secretaría de Gobernación, que es de esperarse y exigir que no sea otro convenio más de los cientos que se firman todos los días, para miles de fines, entre funcionarios municipales, estatales y federales que se archivan, cuando basta con que éstos cumplieran con las obligaciones que les establecen los órdenes jurídicos descentralizados y centralizados, para que los mexicanos estuviéramos ejerciendo al máximo nuestros derechos para poder cumplir con las obligaciones; sin tener, pues, que estar suscribiendo esos convenios con instituciones privadas a las que, también, desde la Constitución y sus leyes reglamentarias, se norman sus conductas para cumplir con sus deberes en el contexto del Estado, como estructura jurídica que otorga legitimidad a la convivencia democrática de la sociedad y su gobierno.
Empero, lo que acordó la Secretaría de Gobernación, a nombre de la administración federal con su núcleo del presidencialismo, con la CIRT, puso en primer plano que los medios de comunicación masivos: la radio y la televisión, destierren el machismo de manera estricta, implanten la igualdad y equidad de género en sus programaciones con sus trabajadores de todos los sexos. La información al respecto que nos la proporcionaron los reporteros Rivelino Rueda, Alberto Morales y Alonso Urrutia (El Financiero, El Universal y La Jornada, 12 de julio de 2016), tiene gran importancia, porque se trata de que en esos medios de comunicación (falta internet), se destierre la violencia, discriminación y otros males que se practican contra niñas y mujeres, para hacerlas blanco de sadismo y exhibicionismo sexual, para impulsar la otra cara de la banalidad del mal (Hannah Arendt, Eichmann en Jerusalén: un estudio sobre la banalidad del mal; con la excelente traducción de Carlos Ribalta, editorial Lumen).
O en el contexto de lo que Sigmund Freud, en su esclarecedor ensayo Más allá del principio del placer, precisa como las tendencias a la autodestrucción, deseos de agredir y destruir y le gusta a la humanidad mortificar (Sigmund Freud, Obras completas, editorial Biblioteca Nueva, traducido del alemán al español por Luis López Ballestero). Se trata de que la televisión y la radio dejen su patriarcado-machista para clausurar la desigualdad de género y sexo, como toda clase de violencia, contra las mujeres de todas las edades, dentro y fuera de sus muros, donde se practican esas desviaciones de la conducta; con programaciones que difunden esos medios donde ellas son estigmatizadas y hasta les exigen un lenguaje y poses provocativas.
De esta manera, las mujeres están desprotegidas en su actividad y, como expresó Alejandra Negrete, comisionada para Erradicar la Violencia contra las Mujeres: para nada es un problema menor la violación de sus derechos humanos. Y atañe a las libertades de prensa escrita, oral y audiovisual, que las mujeres sean tratadas sin discriminación y sin frivolidades.
En suma, se busca desterrar la violencia que se practica contra las mujeres en todas sus manifestaciones. E implantar la igualdad de género en todas las facetas del desempeño de sus labores en los medios de comunicación, como locutoras, telefonistas, periodistas, presentadoras, modelos, etcétera; y no permitir ninguna clase de violencia. El convenio ha de sumarse al resto del ordenamiento jurídico nacional, para lograr, pues, esos fines. Y debemos estar atentos a vigilar que no sea uno más de los tantos que se firman y poco tiempo después se van al cajón del olvido. Se trata de impedir a toda costa y de una vez por todas, la discriminación y violencia contra la mujer.
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