Diabetes, hipertensión y obesidad colapsan el sistema sanitario. El país no cuenta con la estructura clínica y económica para enfrentar las enfermedades que padece su población. Además, hay “incapacidad frente a pandemias y epidemias”, se reconoce en la Agenda Nacional de Riesgos
La diabetes, la obesidad y la hipertensión se han convertido en las enfermedades más amenazantes para la población mexicana; también para la seguridad nacional, revela la Agenda Nacional de Riesgos, documento confidencial bajo resguardo del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen).
Ocupan los primeros lugares entre las causas de muerte en el país, según cifras oficiales, y se asocian con “trastornos en los hábitos de la población al reemplazar la comida tradicional por productos procesados, abundantes en grasa, sal y azúcar; así como aumento de sedentarismo”, indica el aparato de inteligencia civil del país. También asocia el incremento en la incidencia de estas enfermedades con la promoción de alimentos “chatarra” y la falta de políticas públicas que fomenten una alimentación saludable.
Pero, según el documento de inteligencia, no son las únicas vulnerabilidades del sistema de salud mexicano que comprometen la seguridad nacional.
En la Agenda se identifican también los escenarios de riesgo que rebasarían la capacidad de respuesta del actual sistema de salud y que podrían colapsar a país entero:
– Crecimiento acelerado de enfermedades crónico degenerativas ante la falta de atención integral a factores como pobreza, estilos de vida poco saludables y falta de educación.
– Aparición de un virus de mayor contagio y letalidad que sea capaz de transmitirse con facilidad entre los seres humanos.
– Limitada capacidad de respuesta gubernamental (salud, seguridad pública y Fuerzas Armadas o del personal de áreas estratégicas) ante un contagio masivo.
– Brote de una pandemia que ponga en riesgo la salubridad pública del país, con alcance local, regional o global.
– Diseminación de plagas o enfermedades que afecten la sanidad vegetal y animal, con consecuencias negativas para la actividad agropecuaria que afecten la salud pública, economía y el comercio.
La triada: diabetes, hipertensión y obesidad
Estas enfermedades han sido contempladas en las versiones 2013, 2014 y 2015 de la Agenda Nacional de Riesgo, a las cuales Contralínea ha tenido acceso. El diagnóstico es contundente: “Está en riesgo la sustentabilidad de las instituciones de salud pública por el incremento de la demanda de servicios asociados a enfermedades crónico degenerativas”.
La mayor vulnerabilidad del Estado ante las problemáticas de salud, identificada en el documento confidencial, es el cambio de hábitos alimenticios de la población. “Hay trastornos en los hábitos de la población al reemplazar la comida tradicional por productos procesados, abundantes en grasa, sal y azúcar; así como aumento de sedentarismo”.
El capítulo “Incapacidad frente a pandemias y epidemias” de la versión 2013 de la Agenda –de carácter confidencial y reservada para la población por 12 años–, está clasificado en un nivel de riesgo tres; es decir, medio.
El aparato de inteligencia del país retoma datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012 (Ensanut 2012) para documentar el incremento en los índices de sobrepeso y obesidad.
La Ensanut 2012, se apunta en la Agenda Nacional de Riesgos, “indica que 48 millones de adultos está por arriba de su peso. El 42.6 por ciento de los hombres mayores de 20 años de edad presentan sobrepeso y 26.8 por ciento obesidad. En el caso de las mujeres con estas enfermedades representan el 35.5 y 37.5 por ciento, respectivamente. En la población escolar (5-11 años) la prevalencia de sobrepeso y obesidad fue de 19.8 y 14.6 por ciento, respectivamente”.
Las gráficas que contiene el documento confidencial son todavía más reveladoras, ya que retoman datos desde 1988, cuando sólo el 9.5 por ciento de la población padecía de obesidad, el 25 por ciento de sobrepeso y el 65.5 por ciento se encontraba en el rango “adecuado”.
Ya en 2012 los registros observados cambiaron significativamente; 25 años después, la obesidad enferma al 35.2 por ciento de los mexicanos. Otro 35.4 por ciento se encuentra en rangos de sobrepeso y el 29.4 por ciento, apenas, en un peso “adecuado”.
El documento señala a la diabetes mellitus, como la segunda causa de muerte en el país, apoyado en las cifras de la Ensanut 2012 (la más reciente encuesta realizada en México al respecto), que “señala que 6.4 millones de adultos padecen diabetes (9.2 por ciento de los adultos). El 47 por ciento de estas personas han sido diagnosticadas también con hipertensión arterial, lo que significa que del total de población con 20 años o más 4.3 por ciento (aproximadamente 3 millones) viven con diabetes e hipertensión”.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía documentó que, por diabetes, en 2014 murieron 94 mil 29 personas. También la ubica como la segunda causa de muerte, después de las enfermedades del corazón.
Y estima que para 2017 “los costos generados por enfermedades asociadas al exceso de peso duplicarán a los costos actuales (de 80 mil millones a 150 mil millones de pesos).
La hipertensión arterial es otra de las enfermedades que alertan al aparato de seguridad nacional, pues “se han registrado 22.4 millones de adultos” con este mal, de los cuales 5.7 están controlados. “La prevalencia es de 31.5 y es más alta en adultos con obesidad (42.3 por ciento).
“Un factor que complica la problemática lo constituyen los adultos mayores que requieren una atención especializada”. Y es que la población de 65 años y mayorcreció de 6.2 por ciento en 2010 a 10.5 por ciento en 2013, indica la versión 2013 de la Agenda Nacional de Riesgos.
Otras vulnerabilidades
Con respecto a los brotes epidemiológicos, revela la incapacidad de reacción de las instituciones sanitarias del país: priva la “escasez de reactivos y vacunas para la atención de algunas epidemias. No se cuenta con producción nacional de la vacuna contra la influenza”.
La Auditoría Superior de la Federación (ASF) dictaminó que la empresa estatal Laboratorios de Biológicos y Reactivos de México, SA de CV, (Birmex) –encargada de organizar y coordinar acciones que conduzcan a la investigación, elaboración, compra, importación y fabricación, así como a la distribución, almacenamiento, comercialización, importación y exportación de productos biológicos y reactivos que permitan prevenir, curar y diagnosticar enfermedades– registró irregularidades en 2013.
“Birmex tiene como prioridad el desarrollo de nuevos productos para atender las necesidades de los programas de vacunación; para ello, cuenta con investigadores dedicados a la generación de producción, procedimientos de fabricación de nuevas vacunas y el mejoramiento de las existentes. Actualmente, se encuentran en desarrollo proyectos como vacunas contra Haemophilus Influenza, Rubéola y Parotiditis, Antirrábica, Doble Viral y Triple Viral” (sic), dice la ASF.
No obstante, el máximo órgano de fiscalización indicó, en el Informe del Resultado de la Fiscalización Superior de la Cuenta Pública 2013, que “se realizó un proyecto deficiente y catálogo de conceptos que generaron volúmenes adicionales y conceptos extraordinarios. Se identificaron deficiencias en los procesos para el control del registro, autorización y pago de las estimaciones, en virtud de que no se registraron en las bitácoras ni se pagaron en los plazos establecidos. Los convenios no se formalizaron en tiempo y forma. Se autorizaron pagos fuera del objeto del contrato. Y no se comprobó el reintegro de 3 millones 127 mil 900 pesos correspondiente a la economía en la reducción de la plantilla de supervisión”.
La Agenda Nacional de Riesgos señala también, entre otras “vulnerabilidades” del Estado mexicano, la “falta de coordinación entre dependencias e insuficiencia de controles sanitarios y de salud (sistemas de detección temprana) para prevenir y evitar la extensión de enfermedades transmisibles”.
Benjamín Ruiz Loyola, profesor del Departamento de Química Orgánica de la Facultad de Química de la UNAM, considera que “los políticos actuales no son para nada confiables, no tienen un verdadero compromiso con nadie, tampoco con la salud. Hay temas que son absolutamente prioritarios y, de los tres más importantes, considero, salud, educación y seguridad.
“La exsecretaria Mercedes Juan tenía razón cuando dijo que la salud es un problema de seguridad nacional, pero porque un gobierno que no le da seguridad a la población que lo elige, garantizándole lo mínimo: poder salir a la calle sin que lo asalten, enfermarse y tener servicios de salud seguros, alimentarse, educarse y vestir, a la larga va a sufrir las consecuencias. Esa misma población se le va a voltear. Es un problema de seguridad nacional la posibilidad de que haya un levantamiento”, dice Ruiz Loyola.
La Agenda hace énfasis en que el “Limitado control en aeropuertos y puertos para detectar y atender eventos de alta patogenicidad y debilidad estructural de las finanzas del sistema de salud pública”. Lo anterior, cuando es sabido que las pandemias se propagan en los puntos de encuentro de personas que provienen de distintos lugares.
Otra de las “vulnerabilidades” destacadas en la Agenda Nacional de Riesgos es la “limitada capacidad para investigar enfermedades infecto-contagiosas” del país.
Ruiz Loyola dice que las instituciones no están preparadas porque faltan recursos. Los recortes al presupuesto de los últimos 2 años, y el que se ha anunciado para el siguiente, “le pegan muy fuerte a salud y a educación; pero esto no debería ser así porque para atender los problemas de salud derivados de obesidad y diabetes se puso un impuesto especial a los refrescos… ¿y dónde diablos está ese dinero? Hay mala planeación y corrupción; es muy fácil desviar los impuestos para cosas para las que no fueron creadas”.
El diagnóstico general que hace el servicio de inteligencia mexicano también menciona que hay “sobredemanda y saturación de la infraestructura médica ante el crecimiento de enfermedades crónico degenerativas y mutaciones del virus de la influenza con alta patogenicidad (gripe aviar, variantes de influenza H1 y H5)”.
José Luis Michelena, gerente de comunicación en la organización no gubernamental internacional Médicos Sin Fronteras (MSF), dice que México, “como cualquier país, tiene limitaciones para responder a este tipo de incidentes, posibles emergencias epidemiológicas. Siempre caen de sorpresa”. Recuerda que en alertas como la del Ébola (con brotes en 2005), MSF colaboró con México en la prestación de asesoramiento técnico para que las autoridades se prepararan, incluso, con insumos en caso de que surgiera un brote.
“Médicos Sin Fronteras ha respondido en México desde 1985, con el terremoto. Ése fue un evento que, dada su magnitud, superó la capacidad del Estado para responder. Con el paso del tiempo, hemos respondido a otros eventos, sobre todo vinculados a los desastres naturales como huracanes o inundaciones, en los que de nuevo el Estado, dada la magnitud, se ve superado”, comenta.
La Agenda Nacional de Riesgos también informa de la presencia natural de arsénico y fluoruros en el agua subterránea de la Comarca Lagunera (Coahuila y Durango) “con riesgos para la salud pública”.
La Comarca Lagunera es actualmente una región conformada por 6 municipios de Coahuila y 14 de Durango. Dentro de ella se encuentra la novena zona metropolitana más poblada del país. Es una zona árida y semiárida que se pobló sobre lagunas que fueron secadas al construirse represas en los ríos que las alimentaban. Algunos de los escasos afluentes que siguen corriendo de manera subterránea son ricos en elementos químicos dañinos para la salud humana.
Otra alerta a destacar es la que constituye la “introducción o reemergencia de cólera y sarampión; así como la persistencia de la transmisión de dengue en zonas de baja y mediana altitud”. También de la “aparición de enfermedades infectocontagiosas exóticas en territorio nacional que afecta a humanos y animales”. El riesgo no necesariamente el que aparezcan algunos casos, sino la incapacidad del sistema sanitario mexicano para contenerlos.
Los vaivenes de la salud en la seguridad nacional
Especialistas comentan que el tema de la salud debiera ser prioritario para su atención; pues, de acuerdo con el concepto de Estado, uno de sus elementos (la población) está enfermando, y lo hace ante la negligencia oficial, la ineficacia de las instituciones y hechos de corrupción de funcionarios públicos.
María Cristina Rosas González, coordinadora del libro Repensando la seguridad nacional de México, celebra que el tema de la salud se encuentre en la Agenda Nacional de Riesgos.
En entrevista, la también catedrática en el Centro de Estudios Superiores Navales de la Secretaría de Marina comenta que el tema de la salud “ha sido poco tratado y poco conocido” en las esferas de seguridad y defensa nacionales porque cada burocracia tiene consideraciones distintas: “La seguridad considera a la salud como un tema extraño, que no necesariamente debería estar incluido [en la Agenda Nacional de Riesgos]. Mientras, la burocracia de la salud considera que la seguridad conlleva políticas que contaminan los objetivos de la salud. En consecuencia, hay un desencuentro”.
En su versión 2013, la Agenda Nacional de Riesgos coloca el tema de la salud en el marco de la “Incapacidad frente a pandemias y epidemias”. Éste, a su vez, ocupó el octavo escaño de los 10 analizados durante el primer año de la administración de Enrique Peña Nieto.
Para 2014, el tema de la salud ocupó el primer lugar de la lista elaborada por el Cisen, bajo el concepto de “Desastres naturales y pandemias”, seguido por el de “Delincuencia organizada” y “Conflictos agudos focalizados”.
Ya en 2015, “Desastres naturales y pandemias” fue ubicado en el noveno lugar de las prioridades en seguridad nacional, clasificadas por el órgano de inteligencia del país.
La relación entre la seguridad nacional y la salud se había contemplado en discursos y documentos oficiales, como la Estrategia Nacional para la Prevención y el Control del Sobrepeso, la Obesidad y la Diabetes, elaborada por la Secretaría de Salud (SSa), entonces precedida por Mercedes Juan López, titular de la dependencia hasta el 8 de febrero pasado.
La “emergencia sanitaria” y la falta de atención eficaz a estas enfermedades podrían comprometer la viabilidad del país, se reconoce.
El documento de la Secretaría de Salud, fechado en septiembre de 2013, indica: “Por su magnitud, frecuencia, ritmo de crecimiento y las presiones que ejercen sobre el Sistema Nacional de Salud, el sobrepeso, la obesidad y las enfermedades no transmisibles, y de manera particular la diabetes mellitus tipo 2, representan una emergencia sanitaria, además de que afectan de manera importante la productividad de las empresas, el desempeño escolar y nuestro desarrollo económico como país. Estamos frente a una situación crítica que, de no ser atendida en el corto y mediano plazo, puede comprometer nuestra viabilidad como nación”.
La misma Mercedes Juan aceptó, ante los medios de comunicación, que la obesidad y el sobrepeso eran ya un tema de seguridad nacional, debido a los impactos económicos que significaban para el presupuesto público; además del incremento en el número de población que padece estas enfermedades.
Rosas González –profesora de carrera de tiempo completo en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)– expone que la seguridad nacional hace frente a cualquier situación que ponga en entre dicho la superviviencia del Estado, integrado por: territorio, población y gobierno.
En el caso de salud, arguye, “hablamos de un componente básico: la población. Si la población está enferma y en cantidades importantes, como ocurre con diabetes, hipertensión, enfermedades cardiovasculares y de estilo de vida (como se les llama); entonces, por los porcentajes, la incidencia y la prevalencia de éstas, podemos considerar que la población está amenazada. En tanto, el Estado puede enfrentar ciertos problemas”.
Gian Carlo DelgadoRamos, coordinador del libro Apropiación de agua, medio ambiente y obesidad. Los impactos del negocio de bebidas embotelladas en México, indica: “El impacto de las políticas neoliberales en el campo y en el comercio son innegables, pues mientras que las primeras han afectado la capacidad de producir alimentos variados, frescos y nutritivos a escala nacional-local, perdiéndose así, al menos relativamente, la seguridad y soberanía alimentaria, las segundas han facilitado la entrada y la expansión de multinacionales de alimentos procesados, cadenas de comida rápida y de supermercados”.
En el capítulo “Seguridad nacional y salud pública. Situación sanitaria en México: retrovisión y perspectivas”, del libro Repensando la Seguridad Nacional de México, Benjamín Loyola dice que el país no está preparado adecuadamente para enfrentar brotes inesperados. “Las consecuencias pueden ser desastrosas… Es necesario redefinir la interacción entre salud y seguridad y establecer claramente las áreas de influencia de cada entidad participante, de manera que en un momento de crisis no se vaya a tener una duplicidad de funciones, por ejemplo, entre la Secretaría de Salud y el Cisen… Mientras no haya un sistema de salud efectiva, no habrá seguridad en el país”.
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