En su comunicado del 1 de mayo pasado, el Partido Democrático Popular Revolucionario-Ejército Popular Revolucionario (PDPR-EPR) ratificó su posición como continuidad histórica del Partido Revolucionario Obrero Clandestino Unión del Pueblo antes que proceso de unidad revolucionaria. La estructura y contenido del texto, sin embargo, son idénticos al presentado hace casi 12 años atrás bajo el nombre Un poco más de historia, que resultó clave al negar por primera vez y en forma pública los argumentos que ahora ratifica. A 21 años de su nacimiento como PDPR-EPR, la fecha elegida para volver a establecer la misma posición que acabó provocando salidas y escisiones de su seno desde 1996, supone un claro mensaje hacia el ámbito de las organizaciones político-militares.
En aquella ocasión el texto decidió hacerse público en medio de interminables cruces de comunicados entre fracciones que rompieron con la dirección nacional partidaria, donde cada una articuló y estructuró su propia visión de la historia que a primera vista se creían excluyentes. Pero las coyunturas variaron ya que un somero recuento establece que en la actualidad los demás grupos llevan tiempo en silencio, y si bien no constituye novedad que las estructuras clandestinas en algún momento determinen clausurar su comunicación con el exterior, lo más llamativo aquí es que el EPR mantiene ininterrumpida la frecuencia de sus publicaciones.
Tanto por medio de comunicados como por la emisión de su periódico partidario mensual, El Insurgente, sólo el EPR se ha expresado públicamente durante el 2017 y es necesario remontarse hasta octubre de 2016 para encontrar el último texto signado por alguna sigla distinta. El año pasado se han conocido escritos de cuatro grupos, algunos desconocidos hasta el momento, y fue también lo último en saberse de ellos. De las organizaciones más reconocidas, es posible establecer que el último comunicado del Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente es de junio de 2016 y para consultar sobre la Coordinación Revolucionaria Libertad (alianza de Tendencia Democrática Revolucionaria-Ejército del Pueblo, el Movimiento Revolucionario Lucio Cabañas Barrientos y otras) habrá que remontarse hasta diciembre de 2014; y todavía un mes antes para saber acerca de la coordinación entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo y el Comando 28 de Junio. De la agrupación más reciente, Fuerzas Armadas Revolucionarias-Liberación del Pueblo, lo último sabido de ella data de diciembre de 2015.
Volviendo nuevamente la mirada hacia el reciente comunicado del EPR y en el contexto en que se dio a conocer, la conmemoración del primero de mayo es insuficiente para comprender cabalmente el sentido de la emisión y, además, porque a los anteriores de la misma fecha no se les imprimió el mismo perfil. Su contenido, vale la pena mencionarlo nuevamente, repite lo que ya se sabe desde hace tiempo atrás y sirvió para deslindarse de otras fuerzas; por lo tanto, esta reafirmación de historia e identidad no puede resultar un mensaje exclusivamente dirigido hacia el interior del grupo sino que también resulta una confirmación de su lineamiento. En organizaciones jerarquizadas y militarizadas, la línea juega el mismo papel que una frontera: define su contenido y delimita lo extraño. Y si bien no es posible igualar las circunstancias de uno y otro momento, hoy pretenden traslucirse ciertos indicadores que justifiquen la decisión de emitir el comunicado con estas características. En este sentido, lo que antes sirvió para diferenciarse y posicionarse hoy bien podría indicar una dirección diferente.
Ahora bien, puede considerarse el presente como tiempo de conmemoraciones y que este texto sirva como suerte de recordatorio para tal efecto. Si esto fuese así, inició con un libro que el propio EPR realizó sobre la vida y los textos de Héctor Eladio Hernández Castillo en noviembre de 2013, a 35 años de su asesinato; y dos más recientes sobre la historia de los 50 años del grupo, prologados en 2014. Estos elementos todavía siguen resultando insuficientes a la hora de encontrar el sentido del texto, pero no es así si se considera que los tiempos de la clandestinidad –y en este caso los de la guerra popular prolongada– son distintos a los institucionales o de “superficie”. Pero éstos a menudo logran condicionarlos y valen como ejemplos dos factores determinantes en la historia reciente del EPR: su irrupción en junio de 1996, producto de la masacre de Aguas Blancas, y la reivindicación por Gabriel Alberto Cruz Sánchez y Edmundo Reyes Amaya, militantes desaparecidos en mayo de 2007 y reivindicados por la organización.
Esta cuestión cobra aún mayor sentido si se considera que en este mes se cumplen 10 años de ese hecho y si también continuará siendo el reclamo rector de sus próximos pasos. Para el caso, un dato: la extensión y profundidad que se le dio a las reconstrucciones biográficas en el último número del periódico partidario resulta dificultoso encontrarla en algún otro ejemplar de El Insurgente, e incluso se supera a sí mismo en la intención de mantener la vigencia del reclamo. El trayecto recorrido por el grupo, desde las explosiones en los ductos de Pemex hasta el llamado a la Comisión de Mediación, la constitución de la Comisión de la Verdad en Oaxaca y la presentación del libro sobre ellos realizado por familiares y organismos de Derechos Humanos humanizaron a los combatientes a la vez que legitimaron la causa. Y las biografías van en el mismo sentido.
Reimpulsar la reivindicación por los desaparecidos y la búsqueda de nuevas alianzas políticas –que nunca resulta una senda allanada– contextualizan su comunicado más reciente. El EPR es el único que ha hablado y serán tiempos de espera por alguna respuesta.
Manténgase en contacto
Síganos en las redes sociales
Subscribe to weekly newsletter