El país se movió. Alrededor de 46 millones de personas de la ciudad, la sierra, la costa, la selva y el desierto decidieron participar en la jornada electoral del 1 de julio.
Más de 24 millones votaron por Andrés Manuel López Obrador, 10 millones por Ricardo Anaya, 7 millones por José Antonio Meade y 2 millones por Jaime Rodríguez Calderón. Más de 1 millón decidió anular su voto y decenas de miles votaron por personas sin registro. Varias comunidades indígenas rechazaron la instalación de casillas en protesta por no sentirse representadas.
El cruce de una boleta electoral como una catarsis, un ajuste de cuentas con los políticos o el inicio de un proceso de transformación social… El pueblo agraviado por la corrupción y la profunda desigualdad se empoderó y, sin violencia, decidió cambiar el rumbo del país. Confió, en esta ocasión, en la vía pacífica-electoral.
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