Según el diario británico The Times, el gobierno de Boris Johnson está preparando un dispositivo legislativo concebido para vigilar los actos de otros países frente a la Corona británica [1].
El objetivo primordial sería que toda persona que trabaje en suelo británico para otro Estado esté obligada a declararlo oficialmente para no exponerse a ser llevada ante los tribunales. Al mismo tiempo, esa legislación permitiría acciones judiciales contra toda persona que, desde el exterior, realice alguna actividad informática que el Reino Unido decida considerar ilegal. Actualmente, la ley británica de 1911 sobre los secretos oficiales (Official Secrets Act) no se aplica a los extranjeros.
El ex director del MI5, Andrew Parker, barón de Minsmere, acaba de ser nombrado Lord Chambelán por la reina Isabel, convirtiéndose así en el segundo personaje de mayor jerarquía de la Casa Real. En una comparecencia ante la Comisión de Inteligencia y Seguridad de la Cámara de los Comunes, Parker había declarado en 2020 que, a la luz de la legislación británica actual ser un espía extranjero no es un delito mientras la persona no sea descubierta en un acto flagrante de espionaje.
Ahora, el primer ministro Boris Johnson espera lograr la adopción de una ley sobre la traición que prohibiría el acceso al territorio del Reino Unido a todo súbdito británico que trabaje para otro país sin autorización del gobierno británico.
No está claro aún si esa disposición se aplicaría tanto a las personas que sean remuneradas como a las que no perciban remuneración. En todo caso, sí es seguro que ambas categorías de personas podrían ser expulsadas de su propio país –el Reino Unido– ya que se partiría del principio que el gobierno extranjero para el cual trabajan estaría obligado a acogerlas.
[1] “New powers to kick out spies from hostile states. Tougher laws promised as concerns mount over Russia and China ”, Steven Swinford y Eleni Courea, The Times, 19 de abril de 2021.
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