Los tiempos que corren son sin duda alguna los más calificables de inciertos para la mayoría de los gobiernos de América Latina. No es cuestión de número de alternativas. Éstas sobran. El problema es determinar cuál de ellas es la menos peligrosa para nuestro desarrollo.
En los últimos días hemos visto cambiar la estrategia de la oferta del Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA) por un nuevo modelo radicalmente distinto de ALCA "a la carta". Hace meses no hubiésemos podido imaginarlo. Sin embargo, en la reciente reunión de Miami ello devino en una realidad.
Hace no mucho tiempo, en efecto, se nos planteó frontalmente un modelo de negociación para ser concluido en el año 2005 donde algunos comentaristas creyeron ver una situación de adhesión: lo tomábamos o lo dejábamos. Hoy uno de nuestros países más característicos se ufana de haber hecho cambiar la posición firme de Washington hacia una posición absolutamente flexible.
"Brasil consigue un ALCA ‹light› pregonaba el pasado 20 de noviembre el Jornal do Brasil, atribuyendo a un éxito de la diplomacia del hermano país haber logrado que Estados Unidos cediera hacia un acuerdo "flexible y equilibrado". Al respecto, Celso Amorin declaró: "…no vinimos aquí para triunfar sobre nadie. Es una victoria de todos. Existe una base positiva para encontrar una solución para la gran parte de los problemas (ndlr. del ALCA). Queremos aprobar una arquitectura (del acuerdo) que sea permisiva y no imponga un formato único a los países…". En la víspera reconocía sin embargo el rotativo carioca, el representante de los Estados Unidos al comercio, el Sr. Zoellick, anunció el inicio de entendimientos con seis otros países latinoamericanos, haciendo que los países del MERCOSUR y Venezuela sean los únicos en no estar negociando un acuerdo de esa clase con los EE.UU.
Se trata entonces, realmente de un triunfo de todos o más bien del triunfo de la diplomacia de Wall Street donde se está cambiando una negociación multilateral. Donde teóricamente pudiésemos ser más fuertes por sendas y nefastas negociaciones bilaterales, donde cada país por sí sólo se las verá frente a la potencia económica más grande del mundo.
¿Es una victoria, insistimos, semejante logro? Es para reflexionarlo, para preguntarnos con la mano en el corazón: ¿Qué hemos logrado? Ni más ni menos que la consagración, en términos muy concretos, del principio de la geometría variable que los países andinos aprobaron en el Acta de Quirama. Un monumento a nuestra "viveza criolla".
Pero, veamos esto desde una perspectiva un poco más técnica. ¿Qué fue lo que se logró? Escuetamente puede decirse que le "éxito" estriba en que los gobiernos de los países latinoamericanos deben negociar, uno por uno, frente a los EE.UU. derechos y obligaciones comunes sobre acceso a los mercados, a la agricultura, servicios, propiedad intelectual, subsidios, normas sobre competencia comercial, medidas antidumping y compras la sector público, es decir lo que para muchos eran los puntos más controversiales del modelo "duro".
¡Sí hubo un vencedor! Se cambió la unidad potencial de un continente (Pacto Andino + MERCOSUR) por la estrategia mala e inconsecuente que optaron los 34 gobiernos nacionales actuando separadamente y en muchos casos con un alto nivel de irresponsabilidad. Por eso, para quienes pregonamos la integración como una tabla de salvación común frente a nuestra falta de desarrollo, sobre todo para los países andinos, los cuales disponen de un modelo de integración más institucionalmente consagrado en su instrumentación, después del modelo europeo (Unión Europea), lo que ha ocurrido en Miami es el primer paso hacia una brutal derrota, una imperdonable derrota que en su momento nos cobrará la historia.
La organización no gubernamental Oxfam Internacional, que opera desde el Reino Unido, poco antes de la reunión de Miami había advertido que los antecedentes de la nueva situación existentes, es decir que las "zona de libre comercio de Chile y Singapur no son buenos ejemplos pues allí no se ha dado ni desarrollo ni reducción de la pobreza. Y en cuanto al Tratado de Libre Comercio de la América del Norte (NAFTA-TLCAN), hoy en día hay 45 millones de mexicanos que viven en la pobreza. El peligro es que estos acuerdos bilaterales extiendan sus malas conclusiones a millones de habitantes más".
"Queda mucho por negociar y es importante", afirmaba uno de los pregoneros de la "victoria" obtenida. Nos atrevemos a preguntarnos: ¡Qué tema importante queda después de vaciar de su contenido, lo que ahora pasa a ser una negociación bilateral? Las normas sobre patentes de medicamentos, que en la industria química farmacéutica son en EE.UU. más rigurosas que las de la Organización Mundial de Salud implican que los costos y los requisitos de patentabilidad de fármacos contra el VIH Sida, serán poco menos que una utopía z que serán coto cerrado de caza para concesionarios de patentes provenientes de las industrias del norte, con lo cual los productos se encarecerán vigorosamente para más de 200,000 seropositivos de América Latina y el Caribe, según un informe de Médicos sin Frontera.
Más ampliamente, los delegados episcopales de los países del MERCOSUR recientemente (14 septiembre 2003) advertían a propósito del ALCA que un verdadero proceso de integración de América debe tener en cuenta "los derechos humanos y los principios de la soberanía, la justicia, la solidaridad y el respeto a las identidades culturales de los pueblos".
Jhannett Madriz es diputada venezolana y Presidenta de la Confederación Parlamentaria de las Américas (COPA). Igualmente Vicepresidenta del Parlamento Andino.
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