John Kerry es el virtual candidato del Partido Demócrata a la presidencia de Estados Unidos, es presentado por sus publicistas como un liberal de la cepa demócrata de los Kennedy y de James Carter. Todo es una maniobra para colocar en la primera magistratura a un político que represente de manera menos desquiciada los intereses oligárquicos fuera de Estados Unidos.
El meteórico ascenso de la candidatura demócrata del senador John Kerry a la Presidencia de los EE.UU. de América tiene relación directa con el desastre de la política exterior del presidente George W. Bush y el grupo de «neoconservadores» belicistas que lo rodean y controlan. Importantes sectores del establishment estadounidense consideran un fracaso las propuestas de los «neoconservadores», que prometieron mantener la hegemonía económica y política de Estados Unidos sobre la base de una política de «choque y pánico». De tal manera, para ellos,la permanencia de Bush y su grupo imperial en la Casa Blanca representa una amenaza a la pretendida hegemonía global.
Kerry , según la analista mexicana Marivilia Carrasco, es «miembro del Eastern Establishment, y su candidatura fue "aprobada" por los círculos oligárquicos. Carrasco es la editora en Brasil de un boletín de comentarios internacionales ("Reseña") y su acusación se basa en el papel desempeñado por Kerry en el caso Irán-Contras, cuando supervisó las investigaciones del Senado del caso Irán-Contras, Kerry se dedicó a encubrir el papel del narcotráfico en la operación. La evaluación que hace la señora Marivilia es que "el ascenso súbito" sobre el ex-líder de las encuestas Howard Dean, refleja una decisión del establishment para presentar un desafío serio a Bush».
En seguida agrega: «Hay dos hipótesis sobre lo que está ocurriendo aquí. Una es que hay una genuina lucha faccional en los altos niveles del establishment. Todas las facciones son imperiales, pero algunas prefieren la subversión diplomática y financiera a largo plazo - el tipo de políticas implementadas por un Soros o un Kissinger. La otra facción, el grupo que apoya a los llamados "neoconservadores", prefiere medidas militares más fuertes. Una visión alternativa es la de que no hay realmente mucha diferencia entre estos grupos, y que Bush estaría siendo despedido, sea porque el enfoque de su círculo falló, o porque él es ya un instrumento gastado que debe ser remplazado».
Esto forma parte de una investigación documental realizada por Marivilia Carrasco, reconocida comentarista de asuntos internacionales. «A Kerry, ciertamente, lo preferirán muchas naciones del mundo y sectores activos de Estados Unidos. En vez de guerras, habrá Soros, ofensivas de ONGs apuntando contra la democracia, operaciones a favor del TLC (Tratado de Libre Comercio de las Américas) y así por el estilo. Las acciones militares desplegadas sólo cuando fueren, por así decirlo, multilaterales. A largo plazo, en verdad esa línea es más peligrosa en la medida que es más efectiva, aunque tenga menor probabilidad de lanzar guerras depredadoras en el período inmediato. La política social de Kerry será más "cuidadosa", más enfocada en esfuerzos para salvar la red de seguridad social. Presumo que está en marcha una red de esfuezos en todo el mundo para ofrecerlo como algo mejor que Bush».
Seguramente, de tal manera también se intenta cortejar a Francia y Alemania y también habrá esfuerzos con relación a Ibero-América, concluye.
Sea como fuere, Kerry disparó a lo alto en la nominación demócrata, al salir victorioso en 14 de los primeros 16 Estados en que el partido Demócrata. En este momento es el virtual candidato de su partido. Además, las primeras encuestas demuestran que el senador de Massachussets podría derrotar ampliamente a Bush si las elecciones fuesen hoy, lo que no ocurriría si el candidato demócrata fuese el ex-gobernador de Vermont, Howard Dean, o el general Wesley Clark, que ya abandonó la justa electoral.
Desde el otro lado del Atlántico, ciertos sectores de la oligarquía británica comparten la misma visión. En uno de sus tradicionales artículos en The Times, de Londres, publicado en la primera semana de febrero, el comentarista Anatole Kaletsky, notorio portavoz de aquellos círculos, afirmó que «la democracia americana viene gradualmente tanteando en la dirección de la resolución obvia para toda la turbulencia geopolítica y financiera de los últimos años: el desalojo de George W. Bush de la Casa Blanca».
Para Kaletsky, el liderato inicial de Kerry indica «fuertemente que los demócratas se unirán en torno de un candidato digno de confianza. Entonces, Bush enfrentará una disputa aún más dura en las próximas elecciones de la que enfrentó en 2000 contra Al Gore». Además, afirma, «la única cosa que podrá salvar al gobierno Bush, a sus políticas de seguridad, a sus enredos financieros, a sus antecedentes con relación al medio ambiente, a sus actitudes sociales y a su reforma fiscal de un examen microscópico en la elección sería una decisión por parte de los demócratas de elegir una figura altamente ideológica y polémica. Ese era el resultado que la Casa Blanca esperaba con el surgimiento de Dean. Pero, frente a un oponente obstinado y «respetable» como Kerry o John Edwards, la elección de este año será un plebiscito directo de la boleta de Bush».
Otra manifestación del estado de espíritu de esos círculos fue un artículo del ex-asesor de Seguridad Nacional de James Carter, Zbigniew Brzezinski, en el Washington Post del 2 de febrero, en cual lamenta la perdida de credibilidad de los Estados Unidos debido a los falsos argumentos para justificar la invasión de Irak: «Es incuestionable el hecho de que la credibilidad de los EE.UU. ha sido
afectada. Es un problema serio cuando la
super-potencia número uno del mundo hace una guerra alegando un casus belli que después se muestra falso. Hay un resentimiento con la conducta americana y una desconfianza generalizada de los líderes americanos, incluso en países
que participaron de la coalición en Irak. La confianza es un ingrediente esencial del poder, y su perdida afecta directamente nuestra seguridad nacional a largo plazo. Un país que es hegemónico pero que no goza de confianza es un país internacionalmente debilitado».
Por otro lado, ¿quién es el «confiable»
y «respetable» senador John Forbes Kerry? Su discurso de campaña está basado ostensiblemente en las ideas de Franklin Roosevelt, con tintes de John Kennedy. En un discurso en Concord, Massachussets, resumió así sus propósitos: «Creo en un Partido Demócrata que ofrezca verdaderas soluciones, verdaderos líderes y un trato verdadero al pueblo norteamericano. Soy candidato a la presidencia para reemplazar al Trato Rudo (Hard Deal) de George Bush con un Trato Verdadero (Real Deal), que se enfrente a los intereses de los poderosos. Un Trato construido sobre la base de las personas y los resultados, no sobre la base de privilegios y recompensas».
Como puede verse en las expresiones de los portavoces de la oligarquía, Bush se ha convertido en un presidente desechable.
No obstante, los vínculos Kerry con el establishment son profundos, al grado de ser parte de la misma sociedad secreta a la que Bush pertenece, la ultra-elitista Skull and Bones, de la Universidad de Yale, de la cual ya salieron tres presidentes (Howard Taft y los dos Bush), además de incontables altos cargos gubernamentales, de los cuales 13 se encuentran en la administración actual.
Como parte de las pugnas internas entre los grupos oligárquicos, el periódico británico The Daily Telegraph el primero de febrero reveló dicha información, aunque hasta hace no mucho este periódico formaba parte de la cadena Hollinger de Conrad Black, uno de los miembros mejor cotizados de la cúpula del establishment anglo-americano, hoy, aparentemente, en declive.
Otras evidencias de que parte del establishment anglo-americano ya lanzaron el proceso para sustituir a los «neoconservadores» es la «guerra de inteligencia» declarada en torno de las revelaciones de que el grupo del vicepresidente Dick Cheney está en el centro de las manipulaciones de las actividades de inteligencia que proporcionaron la justificación para invadir a Irak, además de sus relaciones incestuosas con la empresa Halliburton. Estos son problemas que podrían contribuir a su eliminación de la fórmula republicana. En Washington, una investigación federal está estrechando el cerco en torno de los asesores de Cheney, señalándolos como los responsables de la filtración de la identificación de la esposa del ex-embajador Joseph Wilson, Valerie Plame, como agente de la CIA (lo que constituye un crimen grave en los EE.UU.).
La filtración fue una represalia por el hecho de que Wilson desmintió la información de que Saddam Hussein habría procurado importar uranio de Níger para su supuesto programa de Armas de Destrucción en Masa (ADMs). Esto fue mencionado en el discurso sobre el «Estado de la Unión» de Bush, en
enero de 2003. Según el corresponsal de inteligencia de United Press International (UPI), Richard Sale, los dos principales sospechosos son el coordinador de asesores de Cheney, I. Lewis Libby, y su asesor para asuntos del
Oriente Medio, John Hannah.
Otra investigación federal fue abierta para determinar las acusaciones de que las subsidiarias de la Halliburton habría sobornado a funcionarios gubernamentales en Nigeria para asegurar la construcción de una planta de gas natural, en el período en que Cheney era el principal ejecutivo de la empresa. Más recientemente, la empresa fue acusada de súper facturar remesas de combustible para unidades militares estadounidenses que operan en Irak. Aunque Cheney alegue haberse desvinculado totalmente de la empresa para asumir la vicepresidencia, se descubrió que aún recibe «compensaciones atrasadas» de 150 mil dólares anuales.
En la capital estadounidense, ya es un secreto a voces que los estrategas políticos de Bush, principalmente el todopoderoso jefe de asesores, Karl Rove, se convencieron de la inviabilidad electoral de Cheney, y que el mismo estaría aguardando el momento oportuno para anunciar su retirada, alegando sus conocidos problemas cardíacos. Entre sus probables substitutos, viene ganando fuerza el nombre del ex-alcalde de Nueva
York, Rudolf Giuliani.
Cualquiera que sea el desarrollo del proceso electoral en los EE.UU, es necesario estar atentos a previsibles purgas dentro de la oligarquía anglo-americana.
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