Mientras que una parte de la oligarquía y el establishment militar mexicano aboga y hace campaña para fomentar una unión de México con la OTAN, un libro que relata la historia entre EEUU y México ha desencadenado una gran polémica. Esta investigación nos cuenta todos los golpes bajos que los EEUU le ha dado a México. En 1847, Washington conquistó y se apoderó de la mitad del territorio de su vecino. En 1947, hizo estragos a la economía azteca. En ambos casos, observa Gastón Pardo, los EEUU lograron darse una buena imagen falsificando la realidad.
1847: una guerra olvidada
John Stockwell, veterano de la CIA e historiador, es citado por Armas contra las guerras porque relata cómo por un largo periodo, a principios del siglo XIX, hubo intentos (por parte de los empresarios ferrocarrileros que deseaban puntos de acceso al Pacífico como los agricultores sureños que deseaban ampliar sus campos de producción de algodón), de implica r a la población estadounidense en el ejército para invadir a México.
Los esfuerzos fueron inútiles a pesar de los múltiples y crecientes incentivos que se ofrecían para enrolar a ciudadanos como soldados, según ese testimonio documental. La indiferencia del público duró hasta que el presidente Polk ordenó al general Zachary Taylor, que con 3.500 hombres, atravesase el río Nueces y la frontera hacia el Río Grande.
Las tropas pasaron sobre los campos agrícolas mexicanos y llegaron a un pueblo para provocar a los mexicanos. Naturalmente, hubo algunos muertos y el incidente sirvió de excusa para declarar la guerra. Esta fue una de las primeras operaciones de falsa bandera que sirvió de pretexto a Estados Unidos para invadir a México.
El altercado entre las tropas fue presentado al Congreso al revés: "el ejército mejicano había cruzado a frontera de los Estados Unidos y había vertido sangre americana en suelo americano”. El Congreso declaró la guerra con el apoyo de la nación engañada. El general Zachary Taylor sería elegido presidente en 1848.
Muchos estadounidenses se negaron a enrolarse incluso cuando se declaró la guerra, entre ellos David Thoreau que más tarde se haría célebre como escritor crítico y fue encarcelado por oponerse a ella. Otro opositor más a la guerra que exigió que el presidente mencionase exactamente dónde se había producido el incidente fue un diputado de Illinois, que luego sería presidente: Abraham Lincoln.
El gobierno quería la guerra y estaba dispuesto a iniciarla por lo menos desde el 8 de mayo antes del incidente, e incluso estaba decidido a hacerlo sin el incidente, como lo ha reconocido la White House Historical Association, de Washington.
La historiadora estadounidense Betsy Powers reconoció que México no fue la parte provocadora de la guerra, sino Estados Unidos que quería expandirse para tener más tierras, dominar la costa norteamericana del Pacífico y que los esclavos negr os cultivasen más algodón para los empresarios agrícolas sureños, proveedores de la industria textilera británica. La propia oposición al gobierno federal estadounidense denunció que las tropas estadounidenses penetraron en México con ánimo de que los mexicanos les dispararan.
La guerra con México duró de 1846 a 1848. Con un ejército de apenas 25 mil hombres, en menos de dos años y con sólo 5 mil bajas, la mayor parte de ellos por enfermedad, Estados Unidos despojó a México del territorio de tres estados: California, Nuevo México y Arizona-, a los que se sumó la “república” de Texas-, con un total de más de 2 millones de kilómetros cuadrados de su territorio. Los generales y políticos que la condujeron eran James Buchanan, Ulyses Grant, y Zachary Taylor, que más tarde ocuparon la presidencia de EU.
La estrategia de tensión seguida por los anglosajones de entonces consistía en el dominio del difícil arte de hinchar trivialidades. Lejos estaban aún de la gran ma nipulación mediática del ataque a las torres neoyorkinas el 11S, que ha sido la expresión suprema de la estrategia de tensión.
La doctrina Monroe
Carlos Pereyra dice en su libro El mito de Monroe, editado en 1969, que “No hay doctrina Monroe. Yo conozco tres, que forman el objeto de mi libro”.
La primera doctrina Monroe es la que escribió el secretario de Estado John Quincy Adams, que incorporada por Monroe en su mensaje presidencial del 2 de diciembre de 1823 quedó sepultada en el olvido completo. Sólo es reconocida ahora como una antigüedad laboriosamente restaurada por algunos investigadores…
La segunda doctrina de Monroe es la que ha pasado del texto monroísta a una especie de dogma difuso y de glorificación de Estados Unidos para tomar cuerpo en el informe rendido al presidente Ulyses Grant por su secretario de Estado el 14 de julio de 1870; en el informe del secretario de Estado del 11 de enero de 1887; y en las instrucciones de l a secretaría de Estado al embajador en Londres del 20 de junio de 1985.
La tercera doctrina de Monroe es la que, tomando como fundamento las afirmaciones de estos hombres públicos y sus temerarias falsificaciones del documento original de Monroe, quiere presentar a la política exterior de EEUU como una derivación ideal del monroísmo primitivo.
Esta tiene como autores a los exponentes del imperialismo, los presidentes Mac Kinley, Roosevelt, Lodge, Taft y Wilson. Todos ellos fueron los exponentes iniciales de la misión tutelar imperialista, financiera y bíblica que se arrogó EEUU.
Las tres doctrinas Monroe o más bien las tres etapas que toma la consolidación de una sola supuesta doctrina denominada Monroe consiste en el ejercicio de un derecho a decidir, en nombre de todas las repúblicas asentadas en el continente americano, en “los dos continentes de la América”, como dice la “doctrina” que quedarían en los sucesivo (1823) cerrados a la expansión colonizadora y conqu istadora de Europa. Otro aspecto de la misma consiste en el ejercicio de un derecho “natural” de Estados Unidos de hacer sentir su mano en la política de sus vecinos de habla española.
Tomothy E. Anna, autor del libro La caída del gobierno español en la ciudad de México, editado en 1978 por la secretaría de la Defensa Nacional en la capital mexicana, explica la falta de madurez de las clases sociales del país naciente y de sus respectivas élites, que ya estaban separadas desde los albores del México independiente en conservadores y liberales, dos nociones que casi dos siglos más tarde significan lo mismo pero que al principio del siglo XIX se referían a una preferencia por adoptar unos una fórmula monárquica europea, mientras los liberales optaban por la forma republicana de estado siguiendo al mod elo estadounidense.
Estas dos tendencias florecían desde antes de la declaración de independencia en septiembre de 1821 y desde entonces los sectores dirigentes en el país, desde peninsulares hasta los mestizos, reñían entre sí buscando la hegemonía.
El profesor Anna explica que la independencia no se debió al predominio de una de las dos tendencias, sino que como lo demuestra la letra del Plan de Iguala que unió a peninsulares conservadores con mestizos e indios liberales en torno al ideal independentista, “realmente fue una gran componenda de tales proporciones que no le agradó a nadie… sólo si Hidalgo o Morelos hubieran triunfado (es decir, los curas liberales borbonistas en lugar de los monarquistas de Agustín de Iturbide NdR), hubiera podido llamarse revolucionaria a la independencia de México”. Así, pues, incluso la consolidación de las clases sociales fue una tarea aplazada en el siglo XIX en un país dividido aún hoy en castas, actuantes bajo la hegemo nía de élites impresentables.
1947: la guerra sanitaria
Una nueva guerra contra México fue desencadenada por Estados Unidos cien años después de la de 1847, cien años justos después de que la cobardía y el entreguismo que han caracterizado a las fuerzas armadas de México a lo largo de su historia tuvieron la oportunidad para desplegarse, primero, en la guerra de 1847. Las fuerzas mexicanas fueron vencidas, no por la metralla sino por el impacto de los cañonazos de miles de dólares que recibían sus altos cargos de los invasores para que no pelearan. La historiografía sobre el vergonzoso papel de las fuerzas armadas de México está registrada en los libros históricos de Armando Ayala, director de la revista Contenido.
En 1947 se repitió la experiencia al ponerse los cuerpos policíacos y el ejército al servicio de la guerra caliente contra México. Con ella Estados Unidos, que era el promotor del plan de Desarrollo denominado Plan Marshal, barrió la capacidad competitiva agropecuaria del país del sur de su frontera, para lo que era necesario el exterminio de su ganadería, so pretexto de que la fiebre aftosa había invadido las zonas ganaderas.
Oportunamente los medios informativos afines al imperio anglosajón propalaron en ambos países la falsa noticia de que la fiebre aftosa se había propagado en el territorio mexicano por ganado brasileño importado, que según los medios informativos, había llegado contaminado por esa fiebre. Esa afirmación nunca fue demostrada ni desmentida.
1947, año crucial en el mundo
Con la asistencia no desinteresada del FBI, el gobierno del presidente Miguel Alemán Valdez (1946-1952) formó la Dirección Federal de Seguridad, la policía política al servicio de la presidencia y del régimen. Ese mismo año la Agencia Central de Inteligencia, formada a principios del año, entro en acción al final del periodo para dar sus primeros pasos en la Europa de la posguerra como puntal del operativo Stay Behind o Gladio, destinado a establecer sus redes en los países de Europa occidental para contener a toda costa la influencia de los partidos comunistas, que habían protagonizado la resistencia al nacional socialismo y cuyo prestigio era sentido como una amenaza a los intereses expansionistas anglosajones.
En este marco, la DFS surgió como un instrumento depurador del ambiente público mexicano, como un eslabón en la cadena del espionaje y el contra espionaje de la inteligencia interior estadounidense, el FBI, con lo que la DFS nació como fuente inagotable de información confidencial para Estados Unidos.
1947. La recuperación de la agricultura de EU en las granjas para volverlas competitivas para la exportación agrícola y ganadera era un imperativo de su gobierno. Los soldados estadounidenses que habían peleado en los frentes de la Segunda Guerra Mundial aspiraban a ser incorporados a la producción agrícola y ganadera. Esto impon ía a las autoridades de EEUU la imposición de medidas restrictivas a la importación de mano de obra mexicana y el desmantelamiento de la agricultura y la ganadería de México.
El investigador mexicano José Carmen Soto-Correa, ex diputado federal del Partido Revolucionario Institucional, acaba de llevar al público mexicano mil ejemplares de su libro El rifle sanitario, la fiebre aftosa y la rebelión campesina, que es un e studio retrospectivo de esa máxima injerencia de Estados Unidos en la vida interior de México para llevar a cabo ciertos objetivos en correspondencia con su política exterior en otras áreas del planeta.
Actitud de los campesinos mexicanos ante la fiebre aftosa
Los ganaderos, campesinos, pequeños propietarios, ejidatarios y comuneros indios, se manifestaron contra la aplicación del rifle sanitario porque la estrategia depredadora en la lucha contra la fiebre aftosa descartó desde un principio la prevención de la vacuna contra la e pizootia, de la que llegó a contar entre 1948 y 1949 con 23 millones de dosis. El punto final del exterminio ganadero se anunció en el sexto y último informe de gobierno de Miguel Alemán, cuando éste dijo ante los diputados que en vista de que México está libre de esa enfermedad quedaba clausurada la campaña del rifle sanitario.
Todo comenzó en 1946 cuando la prensa mexicana de los días 27 y 28 de diciembre difundió que en los estados de Veracruz y Puebla se había localizado varios brotes de la fiebre aftosa. El día 28 a cuatro semanas de haber comenzado la administración del presidente Miguel Alemán Valdez, se anunció que “la importación de ganado en pie, procedente de México había sido suspendida por decisión del gobierno de Estados Unidos”. Una decisión tomada a una velocidad de vértigo.
Esa decisión del gobierno de EEUU “obliga, decía la prensa, a combatir la fiebre aftosa con el operativo del rifle sanitario, que consistió en el exterminio a balazos de la columna vertical de la economía mexicana no petrolera. Así fue como México dejó de exportar miles de cabezas de ganado, lo que ocasionó, con el beneplácito del gobierno de Alemán, el exterminio de 2 mil cabezas de ganado bovino y porcino por día a lo largo de 1947.
La guerra olvidada
Las protestas de la gente del campo contra la aplicación del rifle sanitario obligaron a las autoridades a suspenderla. Además, los levantamientos armados en Michoacán y Morelos pusieron a trabajar a marchas forzadas a los funcionarios sanitarios y sus guardaespaldas militares y policiales. 16 estados del centro de México fueron el escenario del exterminio. Contra él hubo sublevaciones de campesinos comunistas y de la Unión Nacional Sinarquista.
Además, el veterinario inglés J.A. Galloway, principal autoridad científica del momento en fiebre aftosa, del Instituto Británico de Investigaciones, de Pirbbright y los veterinarios mexicanos Alfredo Téllez girón y José F igueroa propusieron a la Comisión México-estadounidense de lucha antiaftosa una vacuna como adopción de “métodos semejantes a los que últimamente se han empleado en Europa con éxito”. Ante el prestigio de Galloway, los serviles funcionarios mexicanos hermanados por su baja estirpe, se pusieron a la cabeza de la lucha contra el rifle sanitario. Para entonces la resistencia armada en los 16 estados atacados por el rifle sanitario estaba a punto de desencadenarse.
Consecuencias
En el plano mexicano el operativo fue el preámbulo de la devaluación del peso al generalizarse la crisis económica. José Carmen Correa-Soto señala que la crisis fue mayor de lo que había sido previsto debido a que la crisis económica que produjo el rifle sanitario al obligar a importar carne a Estados Unidos con un valor de 2 636 millones de pesos, mientras las exportaciones mexicanas fueron de 1 961 millones de pesos en 1947.
En contraste, Estados Unidos resolvió el problema de sus excedentes agropecuarios con el Plan Marshal conduciendo a Europa una parte una gran parte de su producción agropecuaria.
En el escenario mexicano se desató la represión de los grupos sinarquistas y comunistas, que bajo la dirección del antiguo general zapatista Rubén Jaramillo, estaban a punto de sublevarse en Morelos y Guerrero. Jaramillo sería asesinado por el gobierno de Adolfo López (1958-1964).
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