por Asociacion latinoamericana para los derechos humanos (ALDHU), Isabel Paz y Miño C.
Thiago de Mello nace en 1926 en el Estado brasilero de Amazonas; en medio de la selva que influenciará su vida y su creación artística. Pasa sus primeros años en Bareirinha, un pequeño pueblo a 24 horas en barco de Manaos.
Thiago publica en 1951 Silencio y Palabra, obra que da inicio a su carrera literaria. En los siguientes 50 años se conocerán más de 20 libros del poeta, entre los que se destacan: Oscuro pero Canto, La canción del Amor Armado, Bochorno en la Floresta, Viento General, En un Campo de Margaritas, Noticia de la visita que hice en el verano de 1953 al río Amazonas y sus barrancos, Arte y Ciencia de Elevar Cometas, Amazonía, la Niña de los Ojos del Mundo, El Pueblo Sabe lo que Dice, De una Vez por Todas.
«Coloqué siempre mi poesía al servicio de la vida», ha dicho Thiago. Su obra y su vida dan testimonio de su compromiso social y político con la libertad, la paz, los derechos humanos, la ecología. Su poema Los Estatutos del Hombre ha sido editado en más de treinta países. Cinco de sus libros están dedicados a la Amazonía. Fue Ministro de Cultura del Estado de Amazonas y también se ha desempeñado como diplomático en Chile y Bolivia. El golpe del 69 lo llevó al exilio a Chile, Argentina, Portugal, Francia, Alemania. Volvió a Brasil en el 78. Hoy vive en la selva de su infancia, en Barreirinha.
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Filho da floresta, água e madeira vão na luz dos meus olhos, e explicam este jeito meu de amar as estrelas e de carregar nos ombros a esperança. ... Na verdade abri os olhos vendo madeira, o belo madeirame de itaúba da casa do meu avô no Bom Socorro, onde meu pai nasceu e onde eu também nasci. [1]
Filho da floresta, água e madeira, voltei para ajudar na construção do morada futura. Raça de âmagos, um dia chegarão as proas claras para os verdes livrar da servidão. [2]
–Eres conocido como el poeta de la amazonía. ¿Cómo ha influenciado en tu obra tu ancestro amazónico, qué elementos de la selva están en tu poesía?
No soy el poeta de la Amazonía. Soy poeta. Canto para servir a la vida. Soy un poeta comprometido con la vida del hombre, animal que ama. Y uno de los poetas que cantan la belleza y la riqueza fabularia de la selva amazónica, tan peligrosamente amenazada.
Consagro mi vida, hace tiempo, a tres causas a las cuales trato de servir con mi palabra escrita y hablada. Una de ellas es la preservación de la floresta llamada amazónica que cubre partes considerables del territorio de ocho países de nuestra América. Es el más extenso pedazo verde del planeta. Entiendo que la preservación de la selva significa servir necesariamente a elevar la calidad de vida de su pueblo, de la gente que vive en ella y de ella.
Las otras dos causas son: la integración cultural de los pueblos de Latinoamérica, sin la cual jamás habrá efectivamente una integración económica; y, lo que da verdadero sentido a la vida, la construcción de una sociedad humana solidaria. Sí, creo que a pesar de todas las ferocidades que se cometen hoy día, que hieren la dignidad y la belleza de la condición humana, creo que es posible edificarla con el triunfo del amor.
Mi poesía, fruto de mi vida, está impregnada por el poder mágico de la naturaleza amazónica. El agua, los vientos, los pájaros, las nubes, las lluvias, los verdes de todos los colores, la luz del amanecer, el silencio sonoro de las noches, los seres encantados, la vida milagrosa de sus habitantes humanos - todo es materia prima de mis metáforas y de poemas enteros.
...caboclo compañero de los versos contigo cada día un poco aprendo las ciencias de esta selva que nos une. [3]
–Como activista político en defensa de la Amazonía, ¿cuáles son tus planteamientos?
Trato de hacer mi parte en la defensa de la vida de la floresta. Por donde voy, en cualquier parte del mundo, reclamo que es un deber de todos los hombres, de cada hombre, hacer su parte por la preservación de la riqueza de la selva que hace tiempos de tiempos viene sirviendo a la vida de la humanidad. Creo, sin embargo, que la responsabilidad mayor está en los amazónicos que detienen el poder político, responsables incluso, y principalmente, por la conscientización de la población, sobre todo de la juventud, de la importancia inmensa de mantener la selva cada día más viva, para no perder su vocación, su poder y su destino, que es servir a la vida de la humanidad.
La selva ama ser usada, ama darse. Sufre cuando es abusada y maltratada. Como todo ser vivo, la selva pide amor. Y con amor y sabiduría hay que manejar sus riquezas, sus tantos trillones de metros cúbicos de madera en pie, su fauna acuática y terrestre, los minerales preciosísimos que viven en su subsuelo - y principalmente su fundamental riqueza que es su biodiversidad: en nuestra floresta está el más rico parque genético del planeta.
Cada habitante de la selva debe ser su defensor consciente y amoroso y agradecido. Quiero distinguir, en este sentido, el trabajo emocionante y pionero en Brasil que realiza la Reserva Ecológica Mamirauá, de más de un millón de hectáreas, en las tierras inundables del Río Solimões. El abnegado esfuerzo de conscientización de los adolescentes, las mujeres y hombres, de cada comunidad dentro del área protegida, floreció de tal manera, que hace ya más de diez años todas tienen su asociación, cuyos dirigentes participan, con voz y voto, de las asambleas semestrales conjuntamente con los científicos y profesionales que dirigen la Reserva. La extracción de la madera y la pesca en sus más de cuatrocientos lagos se hace según criterios de manejo que no destruye la mata y garantizan la reproducción de las miles de especies de peces. Yo he visto allá - hay que mirar para ver, me enseñó Nicolás Guillén - padres felices porque sus hijos tienen agua limpia, estudian en escuelas, tienen cuidados sanitarios y de salud. Pregunté a un caboclo que salía en su canoa hacia la pesca:
– A donde vas?
– Voy a cuidar del futuro de mis niños, dijo. Así y para eso es que vale la pena preservar la riqueza de la selva.
–Has dicho que el arte debe tener una finalidad estética pero también una utilidad ética. ¿Qué hacer en la actualidad desde el arte para defender la Amazonía?
Soy uno de los tantos poetas que cantan las virtudes de la selva, la palma que baila con el viento, la garza con su ala de luz, las escamas esmaltadas del agua al amanecer. Entonces vibra su indignación contra la ferocidad de la devastación sin piedad de árboles centenarios, contra los incendios criminales que devastan infinidad de seres vivos, aniquilan hojas y lianas y cáscaras de árboles que guardan principios químicos activos con poderes medicinales. Desde luego, el compromiso fundamental del artista es con el arte. La creación literaria no puede prescindir de la belleza estética. A la floresta amazónica le desagrada el panfleto. Agradece contenta páginas de Los ríos profundos de José María Arguedas; versos de mi hermano Cesar Calvo que ya viaja otras aguas; un poema de Carrera Andrade; tiene en la memoria hecha de hojas antiguas aquellos versos de Aurelio Arturo, que bueno era trabajar en el sur, cortar los árboles, hacer canoas con los troncos; se estremece entera con el navío fantástico de Cien años de soledad ingresando imponente por sus entrañas verdes; siervos de su belleza son Elson Farias con su Romancero, Alcides Werk con su Trilla d’Agua, poetas amazónicos por excelencia.
Quiero recordar la obra de dos excelsos pintores, el argentino Luis Felipe Noé y el italiano genial Roberto Sambonet, inspirada en la belleza de la mata y del río. Después de largos días memorables en mi casa de Barreirinha, los dos se fueron llevando los secretos amazónicos, revelados en sus acuarelas, óleos, dibujos, cada cual con su idioma de luz, sus cánticos de colores. Entre los pintores amazónicos, la floresta se entrega entera a las telas de Ritadi Loureiro, Moacir Andrade mi hermano (agarró con sus manos de árboles el color del Río Andirá, el río de mi infancia). Van Pereira, Jair Jacqmont, confieso que viajo llevado por los dorados troncos de Sergio Cardoso. Déjame grabar este verso de Neruda: Amazonas, capital de las sílabas del agua.
–La selva es hoy escenario de explotación de recursos, de construcción de megaproyectos de infraestructura, de conflictos armados, de narcotráfico, etc. Estos fenómenos afectan a los 25 millones de habitantes de la Amazonía y al entorno natural. ¿Qué hacer frente a estos riesgos, considerando que la Amazonía también es una zona de potencialidades?
La primera parte de tu pregunta es afirmación de una inquietante verdad. Pero te ruego agregar la dictatorial carretera que rasgó la selva para enriquecer empresarios y degradar la cultura y la vida de tantos indios y tantas plantas que acababan de nacer, la mal llamada Transamazónica, la cual mucho antes del tiempo en que el terror finalice, ella ya se acabará en su soledad avergonzada, invadida en menos de siete lunas por la venganza de la mata estuprada: por donde se anunciaban filas de autos y camiones, hoy ese espacio sirve de claro de reposo a pumas y tapires, pero también de serpientes, hijas de la selva que solo piden paz. Tienes que incluir el mercurio que el sueño siniestro del oro derrama en las aguas del Amazonas. Los científicos del INPA que estudian los daños que el mercurio ya está causando a los ribereños, a través del pescado contaminado, afirman que están lejos de una palabra definitiva.
Las potencialidades son innumerables. Por eso mismo los poderosos del mundo, el imperio americano en primer lugar, tienen los ojos llenos de codicia sobre nuestra selva. Lo que más reclamo es la construcción de laboratorios de alta tecnología para el estudio de los principios químicos activos existentes en hojas, caules, raíces y musgos de nuestro universo vegetal y descubrir sus propiedades medicinales. Lo poco que se conoce, gracias sobre todo a la sabiduría de los indios, es simplemente fabuloso. Basta un ejemplo: la uña de gato impide el desarrollo de la célula cancerosa.
Lo principal, a mi juicio, es un esfuerzo grande de conscientización. En una palabra: la selva es una cuestión de amor.
–Desciendes de los Mavés. ¿Cómo ves a los pueblos indígenas amazónicos en la lucha por sus territorios, por la defensa de la selva, por la preservación de sus culturas?
El exterminio de los Indios, iniciado hace 500 años, sigue despiadado. Son muy pocas las naciones que mantienen vivas sus culturas. Algunas aldeas enclavadas en el centro de la selva, como es el caso de los Yanomani, sin contacto con los llamados blancos civilizados, mantienen sus valores y poderes. Indio aculturado, dijo Noel Nutels, es indio degradado. Convivo con los Maués, que están en el límite final de la degradación. El drama verdadero de la gran mayoría de los indios aculturados es que no quieren seguir siendo indios y es imposible dejar de ser indios - hay que tener coraje para decir esta verdad. Pido permiso para hablar en verso y en mi idioma:
Monólogo del Indio
Perdido de mim, não sei ser mais o que fui e nunca poderei deixar de ser. De mim me perco e me esqueço do que sou, na precisão que já tenho de imitar os brancos no que eles são: uma apenas tentativa inútil, que me dissolve na dor que não me devolve o poder de me encontrar.
Já deslembrado da glória radiosa de conviver já perdido o parentesco com a água, o fogo e as estrelas, já sem crença, já sem chão, ôco e opaco me converto em depósito dos restos impuros do ser alheio. Resíduo de mim, a brasa do que já fui me reclama como a luz que me conhece de uma estrela agonizante dentro do ser que perdi. [4]
–«Entre el apocalipsis y la utopía que plantea el mundo actual, desde hace tiempo opté por la utopía» has dicho. ¿Cuál es tu utopía amazónica?
Reafirmo, amargamente seguro: En los días que vivimos, todo lo que uno siente, piensa y sobre todo lo que hace, significa en verdad una opción entre el apocalipsis y la utopía. Entramos en el nuevo milenio guiados por la mano del desastre humano. Bajo el imperio de la injusticia, la miseria, la corrupción, la indiferencia por el sufrimiento de millones de seres hambrientos, el pavor de las armas nucleares, el abismo infame entre ricos y miserables, ricos que se robustecen de los desheredados de la vida.
La utopía es la esperanza, la certeza de que vale la pena trabajar por el cambio de lo que es necesario cambiar, la certeza de que es posible, sí, la construcción de una sociedad humana solidaria. Es permitido soñar con los pies en el suelo duro de la realidad de la vida.
Confío en los compañeros de Iniciativa Amazónica. No desanimen nunca. No todo está perdido. La selva será salvada. Mantengan luminosa la esperanza.
Digo y escribo para quien tiene juventud.
Estoy muy lejos de mi mocedad. Pero cada día más llena de luz es mi juventud.
[1] De: Filho da Floresta, Água e Madeira. Hijo de la selva,/ agua y madera/ en la luz de mis ojos,/ explican mi manera de amar las estrellas/ y de cargar en los hombros la esperanza...Es verdad, abrí los ojos viendo madera,/ el bello maderamen de itaúba/ en casa de mi abuelo en Buen Socorro,/ donde nació mi padre/ y donde también yo nací.
[2] De: Filho da Floresta, Água e Madeira. Hijo de la selva, agua y madera,/ volví para ayudar en la construcción/ de la casa futura. Raza de guerreros,/ un día llegarán las proas claras/ para liberar a los verdes de la servidumbre.
[4] Perdido de mi, ya no sé/ ser lo que fui y nunca/ podré dejar de ser./ Me pierdo de mi y me olvido/ de lo que soy, en la necesidad/ que ya tengo de imitar/ a los blancos en lo que ellos son:/ apenas una tentativa/ inútil, que me disuelve / en el dolor que no me devuelve/ el poder de encontrarme. Ya sin el recuerdo de la gloria/ radiante de convivir/ ya perdido el parentesco/ con el agua, el fuego y las estrellas, / ya sin la creencia, ya sin piso,/ hueco y opaco me convierto/ en depósito de los restos/ impuros del ser ajeno./ Residuo de mi, el fuego/ que fui me reclama/ como la luz que me conoce/ de una estrella agonizante/ dentro del ser que perdí.
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Fuente: «La selva pide amor», por Asociacion latinoamericana para los derechos humanos (ALDHU), Isabel Paz y Miño C., Red Voltaire , 2 de junio de 2004, www.voltairenet.org/article121041.html
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