La naturaleza nos depara formas que van desde las más bajas profundidades hasta las cimas más empinadas, y Venezuela con sus contrastes geológicos y geográficos nos da muestras de estas disparidades. Sobre su eje norteño al este tenemos una de las profundidades más extraordinarias como la Fosa de Cariaco, mientras que hacia occidente culmina esa espina dorsal que une al continente suramericano, los Andes. Alturas que llegan hasta los siete mil metros y depresiones similares.
Estas imágenes nos la muestra también la actividad productiva de nuestros días que va a pasar de la Fosa de Cariaco al pico Bolívar en menos de un año, plazo que resulta algo digno de contemplación.
Después de unos siete trimestres sucesivos en los cuales el aparato productivo venezolano sufrió los embates de una serie de fenómenos de tipo político y luego del crecimiento que se dio en el cuarto trimestre del año 2003, por segundo trimestre consecutivo el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) da un salto hacia delante. Ya ese efecto se venía observando desde que tocó fondo en el primer trimestre del 2003 cuando cómo una bomba atómica, lanzada por ciudadanos de este país, la caída del PIB fue de -27,9%. Caímos en la Fosa de Cariaco.
Pero ya gracias al esfuerzo de la mayoría de los venezolanos dispuestos a trabajar esta situación viene quedando atrás cerrando un capítulo de los más oscuros de nuestra historia productiva. La inteligencia fue utilizada para destruir usando el mayor cinismo mediático. La tan manoseada palabra de la democracia representativa quedaba sepultada bajo el impacto de semejantes desatinos. Las cifras que nos suministró el Banco Central de Venezuela para el primer trimestre de 2004 son las equivalentes a las alturas del pico Bolívar, el crecimiento alcanzó un 29,8%. Se pasó de -27,9% a 29,8%, un salto de 58 puntos, desde el sótano a la cumbre de la torre.
Saltos enormes en las cifras de un año al siguiente, las cuales resultarían incomprensibles de no saber el trauma por el cuál pasó el aparato productivo nacional. Desde la presencia de un cráter originado por seres humanos que quisieron destruir al país, al resultado de quienes construyen y reconstruyen su tejido productivo en tan corto tiempo. No hay duda que el aparato económico venezolano dio muestras de una franca recuperación, cómo si hubiese salido de la terapia intensiva. Esa capacidad la da el petróleo al poder producirse lo que dejó de hacerse en esa navidad infeliz del 2002. El volumen de producción regresó a sus cercanos tres millones de barriles diarios lo que dio la mitad de ese aumento del 29,7%. Pero la otra mitad también fue producto de la economía privada dado que el sabotaje, cierre, huelga empresarial, o como quiera denominársele permitió con su 20% de crecimiento otros 13 puntos de los casi 30%, un no menos significativo 43%.
Quienes intentaron destruir el aparato productivo en su desesperación política por ¨tumbar al gobierno¨ entraron en razón de su lógica económica de maximizar ganancias y producir bienes y servicios. Más pudo la lógica del metabolismo social del capital que la feroz incapacidad de sus élites. El ataque despiadado que había comenzado en diciembre de 2001 al oponerse a los designios de las leyes como productos de la Habilitante cedía ante la necesidad de reconstituir su función productiva. La alianza de la cúpula empresarial con sectores de la tecnocracia petrolera y miembros de la Fuerza Armada habían sido de nuevo derrotados, retornaba la calma productiva luego de esa subida casi vertical de la profunda fosa al empinado pico. La economía comenzaba a descender para tomar su ritmo menos abrupto. No se trataba de rebotes estadísticos como algunos pretendían formar opinión, el pulso productivo dejaba los sobresaltos de lado.
Pero es que la economía venezolana sigue sujeta a un largo ciclo de desinversión como período largo de varias décadas, adicionado a los ciclos cortos de su producción petrolera, esa estructura tampoco vino modificada por los sobresaltos políticos destructivos.
Conocida es la composición del producto interno bruto (PIB) venezolano donde tres sectores encabezan el peso relativo, primero la actividad petrolera con un valor cercano a un cuarto del total, luego la manufactura con un 13,6%, en tercer lugar los bienes inmuebles y servicios prestados a las empresas con 12,7%.
Más allá quedan los servicios del gobierno central con 9,2%, los servicios comunales y personales con 7,8% y el comercio con 7,6%. La agricultura casi pasa desapercibida dentro de un cúmulo de actividades. Las comunicaciones llegan a un 4%, superando a la construcción con un 3,6% y la electricidad y el agua conjuntamente con 2,6%. Esta distribución que marca parte de las características de la estructura productiva del país no es de fácil reversión en el corto plazo. Y a su vez señala los retos que continúan planteados para lograr una mayor diversificación.
En cuanto a la dinámica observada en los últimos trimestres, y particularmente en el primero del 2004, la recuperación de la actividad petrolera ha sido constante después del desplome de finales del 2002 y principios del 2003 el PIB real llegó a un mínimo de 79.621 millones de bolívares. Esa situación se ha venido modificando sucesivamente para alcanzar un valor de 127.047 en el segundo trimestre del 2003, 142.710 en el tercero, 146.174 en el cuarto del 2003, para regresar a 136.798 millones de bolívares en el primer trimestre del 2004. Cifra esta superior en un 72,6% a la del primer trimestre del 2003 y similar a la del tercero y cuarto del 2003.
Recuperación del producto dejando de lado los precios del petróleo que han alcanzado valores cercanos a los 34 dólares el barril a precios corrientes. Volúmenes que se recuperan y precios en alza combinando factores estructurales con la coyuntura internacional tan impregnada de la invasión a Irak y las demandas de países que requieren energía como China y la India, aparte de lo que suele fagocitar la economía norteamericana en su permanente insuficiencia energética.
Pero no se entendería la recuperación si se deja de observar el comportamiento que también ha tenido la actividad no petrolera. Ella muestra en su PIB real como también salió de la Fosa con sus 377.555 millones de bolívares en el primer trimestre del 2004, y como llega a los niveles del tercer trimestre del año 2003 marcando nuevo piso para su posterior crecimiento.
Cifras todas estas que quedarán grabadas en la historia productiva venezolana. Sobresaltos de la producción que acompañan el relieve de nuestra geografía y que es de esperar se puedan estabilizar en suaves colinas menos abruptas, al pasar de una profunda fosa a las alturas de nuestros picos en la cordillera andina, la cual busca su final después de recorrer tan largo trecho a través de la columna que nos viene del Sur lejano de nuestro continente americano.
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