El lector alemán pudo por fin leer una noticia que le produjo alegría y satisfacción. La declaración a toda página, del Instituto Germano para los Derechos Humanos, acerca de la denominada “Guerra contra el terror”, impuesta por George W. Bush.
Esa “Guerra contra el terror” con la que Bush ha manchado el honor del pueblo estadounidense. Los métodos oficiales para asegurar el dominio, que usan la tortura, el bombardeo de barrios enteros con niños, enfermos, mujeres embarazadas, ordenados por un asesino que lleva tres estrellas en su hombro. Una bravata de truhanes y crueles. Guantánamo, nada menos que en tierra cubana, o los prisioneros irakíes desnudos, formando una pila de carne, dolor y saliva, mientras los torturadores de las barras y estrellas sonríen bobamente, en una masturbación unisex. La mejor manera de enseñar democracia.
Frente a esto, el Instituto Germano para los Derechos Humanos, da su opinión con humildad y ciencia: No a las torturas de prisioneros, al bombardeo de ciudades indefensas, al ametrallamiento de civiles en la calle.
A nada de eso -dice el instituto- se lo puede calificar oficialmente como “Guerra contra el terror”. Este término está en contra de todos los principios de los derechos humanos y de las leyes internacionales. No se puede seguir usando y empleando.
Paren eso, no son dueños de la vida y la muerte, aunque se lo crean y lo ejecuten.
El documento publicado justo el día del sexagésimo aniversario de la liberación de París de la bestial ocupación nazi, se pregunta con todo respeto pero sin ambages: “¿Guerra global contra el terrorismo?”. Y continúa: “La metáfora bélica introducida por Estados Unidos -Guerra global contra el terrorismo- para combatir el terrorismo es discutible. Se basa en un concepto bélico antijurídico, que busca justificar «dureza» y «cruzada de larga duración» , conceptos contrarios al Derecho Internacional."
"Sucesos como el de Abu Ghraib dejan bien claro que se ha llegado a una negación selectiva de las obligaciones del Derecho Internacional acerca de cómo dirigir una guerra.”
"Es difícil declararse a favor o en contra de lo militar para combatir el terrorismo, pero básicamente, la lucha contra el terrorismo no debe interpretarse como una «guerra», sino apoyarse en los medios ya disponibles y aquellos que se están creando, de información, policía y Justicia. El recurso de recurrir a una guerra sólo valdría como excepción en los casos de enormes peligros para la población civil, y debería estar bajo una observación severa (monitoring)."
Frente a esto se podría argumentar que las operaciones Operation Enduring Freedom, en Afganistán y Operation Iraqi Freedom, en Irak son excepciones. Pero las expresiones del gobierno norteamericano hacen creer en una guerra sin término, dentro de la planificación estratégica de los Estados Unidos.
Y aquí surge la pregunta de cómo influirá esto en la estrategia de la OTAN y que efectos tendrá sobre los ejércitos europeos.
Por eso, el documento establece y recomienda: “El gobierno alemán y el Congreso deberían entender la lucha contra el terrorismo internacional como una investigación e identificación de la criminalidad internacional y de ninguna manera seguir el concepto bélico establecido por el gobierno de USA.”
En Afganistán e Irak fueron muertos varios miles de civiles en el marco de las operaciones militares sin que hasta hoy los estados que llevaron adelante esas operaciones, hayan publicado estadísticas de muertos y heridos civiles.
Ni han hecho cumplir prisión a los culpables de los abusos, ni se han tomado medidas para prevenir nuevos hechos como los ocurridos. En las investigaciones realizadas no participaron jueces ni observadores neutrales, sólo militares estadounidenses. No han quedado aclarados hasta hoy crímenes de guerra muy graves, de amplitud que no ha podido ser calculada (por ejemplo, cuántos prisioneros fueron afectados, cuantos fueron los protagonistas de los crímenes, etc.)
El documento señala además que ante la denuncia del irrespeto a los derechos humanos en Guantánamo, Irak y Afganistán, no se ha notado ningún cambio en los métodos de las fuerzas norteamericanas. El sistema de prisión en secreto, sin acusación y sin juicio sigue existiendo. Toda investigación es negada. La aceptación de faltas graves ha sido reconocida sólo en algunos casos aislados por el gobierno de Estados Unidos, faltas de soldados y mujeres soldados que salieron a la luz por fotos llegadas de la prensa.
En este sentido también son responsables los gobiernos que han enviado tropas a estos lugares y que son testigos de casos graves, pero que hasta ahora han guardado silencio.
Por eso en el futuro, las organizaciones internacionales tienen que acusar como co-responsables a las representaciones que han callado ante los crímenes de guerra del país protagonista.
En la “Recomendación 2”, el documento le señala al gobierno y al parlamento alemán, que deben revisar con detenimiento cualquier invitación a participar en investigaciones sobre actos de terrorismo. Para aceptar tal “invitación” deberá existir un mandato de las Naciones Unidas, a través de su Consejo de Seguridad, en el que debe figurar un claro compromiso con el respeto a los Derechos Humanos y al Derecho Internacional humanitario. No puede existir ninguna “rebaja por terror”, es decir la justificación de acciones graves contra los individuos, tomando como excusa el terrorismo. Cada acción debe ponerse en conocimiento de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU.
Civiles, hombres y mujeres de Afganistán han sido víctimas de acciones que jamás fueron dadas a publicidad. Lo mismo está ocurriendo en cada vez mayor grado en Irak.
Se recomienda en este sentido que el Centro Antiterrorista del Consejo de Seguridad de la ONU debe llevar estricta cuenta de estas acciones.
En las relaciones bilaterales de los pueblos debe observarse con mucha atención las acciones llevadas a cabo por algunos gobiernos con grupos de oposición a los que acusan de “terroristas”. Las relaciones bilaterales deben servir para cumplir con la obligación moral de evitar que no se cometan acciones “antiterroristas” que sólo tienen como motivo el fin político de hacer desaparecer a la oposición.
En este sentido no han quedado claras varias acciones llevadas a cabo por los gobiernos de la Federación Rusa, de la República Popular China y del estado de Israel.
Se señala además que ninguna fuente de justicia puede tomar como prueba las declaraciones contra sí mismos de los prisioneros de Guantánamo o de toda prisión dónde se han producido maltratos. Tampoco se debe reconocer condenas a prisioneros en países dónde se persigue a defensores de los derechos humanos.
Más todavía, el documento del instituto recomienda al gobierno alemán acciones de protección a las organizaciones y personas defensoras de los derechos humanos en todo el mundo.
Este documento deja como saldo una estela de dignidad que será difícil olvidar: la obligación de denunciar a toda acción civil o militar cada vez que se comprueben los casos de tortura a prisioneros o de humillación a poblaciones invadidas. Para combatir el terrorismo no es posible caer en la indignidad ni en los métodos deshumanizados. Deben aumentarse las armas científicas y de vigilancia para no permitir atentados que dejen víctimas inocentes.
Y despreciar mundialmente a personajes como H. Kissinger, el solapado canciller estadounidense que apañó el sangriento Operativo Cóndor de las dictaduras militares sudamericanas.
Un no al nuevo método terrorista mundial, la llamada "Guerra global contra el terrorismo". Es la hora de hacerlo sentir en las esferas de los gobiernos. Es una obligación de conciencia.
Manténgase en contacto
Síganos en las redes sociales
Subscribe to weekly newsletter