El historiador Osvaldo Bayer repasa la incansable lucha de las Madres y de su principal dirigente, Hebe de Bonafini.
Vamos a hablar claro. Balance de todo lo que se hizo con los Treinta Años. Si queremos criticar, podemos criticar todo. Pero vamos a destruir en vez de construir. No es que lo hacemos para portarnos bien o para ligar algún cargo en el gobierno. Lo hacemos porque nos lo enseña nuestra vida y nuestra lucha.
Por ejemplo: me pareció bien lo que hizo Kirchner con la reivindicación del coronel Cesio, dado de baja por el dictador entregador Bignone, por demostrar su desprecio por sus colegas uniformados que habían recurrido al método de la desaparición de personas. Me pareció bien la placa que Kirchner descubrió en el colegio militar, me pareció bien el discurso de Kirchner donde señaló que no sólo fueron los militares los culpables sino también la Iglesia, los civiles, los medios. Todo eso no lo había hecho nadie desde 1983, ni Alfonsín, ni Menem, ni De la Rúa, ni Duhalde.
Además, hay más de dos centenares de asesinos uniformados presos. Pero también tienen que estar en prisión los civiles, los Martínez de Hoz, los Cavallo, los Camilión y todos aquellos que fueron funcionarios de la Desaparición. Pero también Ruckauf y compañía, que se hicieron los que no veían ni leían los diarios cuando las Tres A asesinas dominó las calles de las ciudades. Y además firmaron como civiles aquello del exterminio. Y prohibieron desde sus cargos libros, filmes y la cultura en general.
Haber aplaudido esas medidas de Kirchner en Derechos Humanos no significa que aceptemos los palos que la Gendarmería propinó a los heroicos obreros de Las Heras.
Ni que vamos a aceptar un sistema económico que mantenga el nivel de pobreza y el nivel de desocupación.
Además, lo dijimos: estos éxitos en Derechos Humanos son mérito de la lucha de las Madres de la Plaza, que últimamente, además de la batalla constante en la calle, lo están empujando a Kirchner.
Y lo debemos decir: nunca vimos la República en ritmo de Justicia como este 24 de marzo.
Pero hay que prepararse, porque los poderes omnímodos que hicieron posible el crimen de la Muerte Argentina siguen en pie: el poder económico, el poder político que cambia como los vientos del Río de la Plata, y principalmente los medios. En esto último, una información de la revista Noticias me indignó. Cómo se busca, con la mentira, la falsedad, o la patraña, ensuciar la lucha de la Ética. El título de arriba de tapa dice: “Cox: a Hebe no la veía en las marchas del 76”. La tergiversación de la verdad. Porque las marchas de las Madres comenzaron en el 77. El 30 de abril de 1977. Aquí habría que decirle a esa revista que no escriba falsedades, que consulte los archivos, y expresarle al señor Cox, que no trabaje de memoria. Claro, la difamación es fácil porque hay pocos que controlan los datos. Además Hebe, por sí misma siempre lo ha dicho como principio: que la fundadora de Madres fue Azucena y siempre las Madres recordarán a la primer madre desaparecida, junto con otras dos luchadoras desde el primer momento: María Ponce de Bianco y Esther Ballestrino de Careaga. Lean el señor Cox, y el autor de la nota, Darío Gallo, y el director de la revista, señor Fontevecchia, el libro “La Rebelión de las Madres”, de Ulises Gorini, donde todas son pruebas científicamente históricas del proceso de formación de Madres. El deber de todo periodista honesto es: antes de difamar, informarse. Pero algo fundamental: la primera votación de las Madres para elegir presidente. Lean bien señores “denunciantes”: lean bien el capítulo de constitución de Madres, la más votada por esas mujeres luchadoras fue Hebe de Bonafini, que fue consagrada presidenta. Si ella hubiera sido como subrepticiamente lo quiere indicar Cox y la revista Noticias alguien que no iba a Plaza de Mayo, no la hubieran elegido. Si la eligieron fue porque le tuvieron confianza por su irrenunciable sentido de la lucha por sus hijos desaparecidos, y por todos los desaparecidos. Lean las declaraciones de los que fueron los primeros testigos de todas esas horas.
Las Madres deben haber sabido a quién elegían. Sí, a la que siempre ponía la cara. A pesar que el señor Cox no la veía. Le recomendaría a él que se ponga anteojos. Luego, sigue lo lamentable del poder que ejercen los medios de comunicación argentinos sin respetar el más mínimo derecho a las personas. Titula la nota así: “Hebe no es inteligente”. Claro, el verdadero inteligente es Martínez de Hoz. Póngalo, señor Fontevecchia; póngalo, señor Darío Gallo; póngalo, señor Cox. Claro, en esta sociedad los verdaderos inteligentes son los que se quedan con todo, aunque haya que apoyar a los verdugos más desalmados. Martínez de Hoz, cuyo bisabuelo ya recibió 2.500.000 hectáreas de las mejores pampas bonaerenses por la espada de Roca, el del monumento.
Yo hubiera podido decir que en el tiempo de la infamia recurrí al señor Cox para denunciar que un joven llamado Klaus Zieschank había sido secuestrado. Pero el señor Cox no me recibió. Pero esto nunca lo dije porque pensé que tal vez estaba muy ocupado. Pero, así como se titula “A Hebe no la veía en las marchas del 76”, yo hubiera podido titular a una de mis notas: “Cox no me recibió”.
Primero: del extremo coraje de Hebe de Bonafini no me cabe la menor duda: la he visto ir siempre adelante a pesar de la policía montada, de los posibles fusileros ocultos, nunca la protegió nadie. La he visto marchar sola cuando todos huían frente al ataque de la montada -y esto está registrado por la televisión- y la he visto cuando un policía cobarde venía con sable directamente a ella, al galope, y de pronto el caballo rodó frente a ella, y ella mirar con absoluta tranquilidad esta escena increíble. El señor Cox se fue en 1979, como dice Noticias, por amenazas de muerte. Yo también, en 1974 y en 1976. Hebe se quedó, pero no escondida, sino en la Plaza. Con la palabra, fue detenida, también, y se quedó y salió en primera fila, sin protección.
El señor Cox -según Noticias- dice que Hebe “hace un antinorteamericanismo ‘bobo’”. Sí, claro, comprendemos. Cox vive en Estados Unidos y no aquí. Sí, entonces los que denunciamos que Kissinger tuvo diálogos de amigotes con Videla, se los ve en fotos juntos con sus sonrisas mutuas como si estuvieran enamorándose entre ellos, cuando en el film “Panteón Militar” los profesores del Colegio Militar argentino declaran que para “combatir al terrorismo primero tomamos las enseñanzas de los franceses en su lucha contra los argelinos y luego vinieron instructores norteamericanos”; claro, si sostenemos eso, somos bobos. Sí, en este mundo de Bush la verdad va a ser siempre boba.
Luego, Noticias le hace decir -o lo registra, no sabemos- que el miedo de los periodistas argentinos con Kirchner es similar al miedo que los periodistas tuvieron durante el “Proceso”. Noticias no emplea la palabra dictadura sino “Proceso”, con mayúscula. Esto es una mentira absoluta. Porque no es así. Porque Kirchener tiene también sus equivocaciones -como la de mandar la Gendarmería a Las Heras- pero de ninguna manera ha expulsado, matado o prohibido, o “desaparecido” a periodistas o publicaciones. Hay que trabajar con la verdad. Es cierto, sí, que ataca con la palabra como ningún otro presidente desde el 83 a los medios que lo atacan. Y dijo algo que ni Alfonsín ni Menem ni De la Rúa fueron capaces de sostener: dijo que los medios tenían que hacerse la autocrítica del apoyo incondicional que dieron a la dictadura de la Desaparición.
“Hebe no es inteligente”, titula Noticias. Al elegir esa frase para titular, ya se ve la intención. Sí, aunque no sea “inteligente” a lo “Fontevecchia”, ella va a pasar a nuestra Historia como lo que fue y es: la que marchó con otras Madres y habló en representación de ellas frente a la dictadura más cruel y cobarde de nuestra historia. Ella me hace acordar a aquel gaucho patagónico, el entrerriano don José Font, “Facón Grande”, quien cuando le avisaron que venía el ejército fusilador dijo: “Los enfrentaremos con las manos peladas”. Facón Grande y Hebe, dos Hijos del Pueblo.
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