El secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, sigue adelante con su campaña contra el Hezbollah.
El mes pasado, Pompeo se hacía eco de las acusaciones sin fundamento según las cuales el Hezbollah estaría operando en Venezuela con ayuda del presidente constitucional Nicolás Maduro. Poco después de esas acusaciones, el gobierno de Venezuela hacía fracasar una nueva intentona golpista. Las pruebas reveladas por el gobierno bolivariano, y ampliamente documentadas, demuestran que esa operación estuvo en preparación desde hace más de un año con la participación de agentes israelíes [1].
En otra acción contra el Hezbollah y a pesar de que todo sistema democrático exige inmunidad para los parlamentarios, el secretario de Estado estadounidense designó públicamente a 2 diputados libaneses miembros del Hezbollah –Mohamed Raad y Amine Cherri– acusándolos de haber cometido crímenes y adoptó sanciones contra ellos, sin consultarlo con la justicia libanesa.
Después de eso, Pompeo hizo un viaje de unas pocas horas a Argentina para convencer al presidente de ese país, Mauricio Macri, de que tenía que declarar al Hezbollah grupo terrorista en ocasión del aniversario del atentado del 18 de julio de 1994 contra la AMIA (la Asociación Mutual Israelita Argentina) [2]. Las autoridades argentinas habían renunciado imputar ese atentado al Hezbollah porque todos los elementos que supuestamente implicaban a ese partido de la resistencia libanesa quedaron invalidados luego de su presentación a la justicia argentina.
En entrevista concedida a la televisora libanesa Al-Manar, el pasado 12 de julio, el secretario general del Hezbollah, Sayyed Hassan Nasrallah, reveló que la administración Trump trató de contactarlo, contacto que él rechazó.
[1] «Israel contra los venezolanos», por Thierry Meyssan, Al-Watan (Siria), Red Voltaire, 2 de julio de 2019.
[2] «Macri hizo los deberes para recibir a Pompeo», Pagina 12, 16 de julio de 2019.
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