El ex-jefe de la policía de New York que organizó la ayuda el 11 de septiembre, Bernard B. Kerik, ha sido nombrado secretario de Seguridad de la Nación de la segunda administración Bush Jr. «Bernie» se presenta como la personificación del «sueño norteamericano»: proveniente de un medio criminal, se convirtió en justiciero y ahora en ministro. En momentos en que se habla de llevar su biografía oficial a las pantallas, la Red Voltaire revela los aspectos secretos del individuo que los soldados estadounidenses llamaban el «Bagdad Terminator»: su papel de instructor en guerra psicológica, sus habilidades en materia de infiltración y sus logros en materia de represión, tanto en los Estados Unidos como en Irak. El ex-guardaespaldas de Rudolph Giuliani, convertido en su socio para los negocios, podría tener como misión principal la de garantizar el resultado de las elecciones en 2008.
George W. Bush nombró al ex-jefe de la policía de New York, Bernard B. Kerik, secretario de Seguridad de la Patria, en lugar del dimitente Tom Ridge. El Senado podría aprobar su designación sin problemas ya que «Bernie», como le dicen, es un personaje popular. Por el momento, los dos senadores demócratas por New York, Charles E. Schumer y Hillary R. Clinton, le han expresado su apoyo [1].
Los estadounidenses conocen a «Bernie» como el jefe de la policía de New York que organizó la ayuda, el 11 de septiembre de 2001, al World Trade Center y la evacuación de más de 20,000 personas. Aprendieron a apreciarlo a través de sus memorias, convertidas en best-seller, The Lost Son, a Life in Pursuit of Justice (El niño perdido, una vida en busca de Justicia) [2].
En ellas cuenta cómo, niño abandonado por su padre a la edad de dos años, fue criado por un padre adoptivo con una larga historia de antecedentes penales y que, además, lo maltrataba. A los 14 años, supo que su madre había sido una prostituta que murió torturada y asesinada. Se fugó de la escuela y cayó en la delincuencia, pero lo salvó su pasión por las artes marciales.
Cinturón negro de kárate a los 18 años, Kerik se enlistó como policía militar durante la guerra de Corea, donde aprendió taekwondo. Después de redimirse en el ejército, comenzó una carrera excepcional hasta convertirse en ministro de la administración Bush II. Una historia ejemplar de las que nada más se ven en Estados Unidos, comenta Arnaud de Borchgrave en el Washington Times [3]
Sin embargo, por muy exactos y románticos que sean todos estos elementos biográficos, lo cierto es que están lejos de dar una idea de la verdadera carrera de «Bernie».
En realidad, Bernard B. Kerik participa, en Corea, en la creación del Buró de Guerra Psicológica (OCPW) del brigadier general Robert A. McClure. De regreso a Estados Unidos, es enviado algunos meses al 18vo Grupo Paracaidista como instructor de la nueva escuela de guerra psicológica que McClure crea en Fort Bragg. Allí participa en el adiestramiento del 10mo Grupo de Fuerzas Especiales así como en la formación de los primeros stay-behind extranjeros, entre los que se encontraban los oficiales franceses de la 11na Brigada Paracaidista de Choque del general Aussaresses y los coroneles Jacques Foccart y Jacques Morlanne [4].
Sin embargo, Kerik es enviado pronto a Arabia Saudita para garantizar la protección ¿o la vigilancia? del rey Saud ibn Abd al-Aziz, que acaba de suceder a su padre Abd al-Aziz. Alcohólico e incapaz, el monarca será depuesto más tarde por el Consejo de Ulemas. Oficialmente, Bernard Kerik ha dejado ya el uniforme y actúa como guardia privado, pero es evidente que sigue perteneciendo a los servicios especiales.
Al terminar esta misión, Bernard Kerik regresa a Estados Unidos donde se enrola en la policía del condado de Passaic (New Jersey). Se convierte rápidamente en jefe de la Unidad de Operaciones y de Armas Especiales (precursor del GIGN y del RAID franceses [Grupos especializados franceses de intervención policial. Nota del Traductor.]), antes de ser ascendido a director de la administración penitenciaria del condado, puesto de alta responsabilidad dado que el complejo carcelario más importante de New Jersey se encuentra precisamente en Passaic.
En 1986, Kerik abandona este lucrativo puesto y se une a la policía de New York en la lucha contra el crimen. Dirige entonces una operación de infiltración contra el Cártel de Cali que termina con el arresto de 60 traficantes y la ocupación de 10 toneladas de cocaína y 60 millones de dólares en efectivo.
Involucrándose en el mundo de la política, se convierte, fuera de sus horas de servicio, en guardaespaldas y chofer de Rudolph Giuliani [5], candidato republicano a la alcaldía, en 1993. Los dos hombres entablan amistad y desde entonces sus carreras se han mantenido entrelazadas. Más tarde, Kerik ponía en toda oficina que ocupaba un retrato de su idolo: el coronel Oliver North, «héroe» del Irangate en la época de Reagan.
En 1994, Rudolph Giuliani, recientemente elegido, lo nombra director de la administración penitenciaria. Allí instauró Kerik su célebre sistema de evaluación de funcionarios llamado TEAMS [6]. Redujo así el ausentismo de los guardias de prisiones en un 31% y, por consiguiente, disminuyó también en un 44% los gastos por concepto de pagos de horas extras destinadas a compensar dicho ausentismo. Según sus propias estadísticas, también habría reducido en un 76% el uso de la fuerza por parte de los guardias y en un 93% la violencia entre los detenidos, cifras todas muy discutidas.
En 1998, Giuliani pone a Kerik a la cabeza de la policía de New York, la fuerza policial local más grande de Estados Unidos, con 41,000 hombres bajo su mando y un presupuesto anual de 3,200 millones de dólares. En homenaje a sus antiguas funciones, la prisión central de New York es rebautizada con el nombre de «Complejo Bernard B. Kerik».
Durante una presentación de sus objetivos al Manhattan Institue [7], el think tank republicano de New York, Bernard Kerik se fija como tareas reducir el crimen, elevar la moral de los policías y mejorar las relaciones entre las diferentes comunidades o grupos étnicos.
Sobre el primer punto, la prensa republicana acostumbra a subrayar la caída de la criminalidad registrada en New York durante los dos mandatos de Rudolph Giuliani, que tuvo como jefes de la policía a William Bratton y, después, a Bernard B. Kerik, como prueba de la eficacia de las teorías de la «ventana rota» y de la «tolerancia cero».
Sin embargo, la prensa demócrata recuerda que esta caída de la delincuencia había comenzado ya al final del mandato del demócrata David Dinkin y que se observó el mismo fenómeno en muchas grandes ciudades, independientemente de la tendencia política de sus administraciones. Nada prueba, por consiguiente, la eficacia de la doctrina ultra represiva aplicada entonces, aunque sí es muy fácil comprobar sus desastrosas consecuencias sociales.
En cuanto al segundo punto, Bernard Keric hizo olvidar la negativa que su predecesor oponía a toda negociación sindical sobre las condiciones de trabajo. En lo tocante al tercer aspecto, no logró grandes cambios en el comportamiento racista de la policía municipal.
Para luchar contra el terrorismo, Bernard Kerik creó un Puesto de Mando de alta tecnología, que instaló en el piso 23 del World Trade Center, con salas especiales en los sótanos del edificio. Este costosísimo dispositivo nunca pudo ser utilizado ya que fue destruido en los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Como quiera que sea, Bernard Kerik se ganó aquel día el reconocimiento de sus conciudadanos por haber organizado la ayuda. Al menos así fue hasta que apareció el informe de la comisión presidencial sobre los atentados, uno de cuyos miembros, el ex-secretario de la Marina de Guerra John F. Lehman, denunció las rivalidades entre la policía de New York y los bomberos que, en plena crisis, hicieron a ambos cuerpos «menos eficaces que niños exploradores».
A fines del año 2001, Kerik redactó sus memorias utilizando para ello a documentalistas y redactores de la policía, lo cual le costó posteriormente una multa de 2,500 dólares por haber explotado con fines personales el trabajo de empleados de la comunidad pública.
Al final del mandato de su amigo Rudolph Giuliani, Bernard Kerik deja la policía de New York para convertirse en socio de su antiguo jefe en Giuliani Partners, un gabinete de consejería en seguridad urbana. La firma se especializa en la exportación del modelo newyorkino hacia América Latina, o sea en cómo asegurar la tranquilidad de los ricos a expensas de los pobres.
En mayo de 2003, Donald Rumsfeld contrata a Bernard Kerik para crear una fuerza policial en Irak. Este, que empezó su carrera en Arabia Saudita y cuya segunda esposa es siria, se siente entonces encantado de volver al mundo árabe. En tres meses, imparte «un curso de democracia» a los 40,000 policías provenientes del antiguo régimen de Saddam Hussein [8].
Durante el curso, se lleva a sus pupilos a Jordania, para protegerlos de los atentados de la resistencia. También los equipa con armamento nuevo, comprando equipos por valor de 1,200 millones de dólares, aunque la policía de Saddam Hussein disponía ya de todo el equipamiento necesario [9].
Ejerciendo de facto funciones de ministro del Interior, se ganó rápidamente el apodo de «Bagdad Terminator» por los métodos expeditivos a los que parece haber recurrido para deshacerse de ciertos policías baasistas. En definitiva, Kerik llevó a 80,000 el número de efectivos de la policía iraquí, cifra que su sucesor tuvo que reducir a 46,000 después de una serie de motines.
En 2004, Bernard Kerik hace campaña a favor de la elección de George W. Bush. Hace uso de la palabra durante la convención republicana para destacar «el mundo más seguro» que nos deja «la presidencia fuerte» del primer mandato. Después, en entrevista concedida al New York Daily News, asegura que únicamente un presidente decidido podrá hacer desistir a los terroristas de cometer nuevos atentados mientras que con una presidencia Kerry habría que ver lo que seguramente pasaría.
El 1ero de diciembre de 2004, Giuliani Partners compra el gabinete de auditoría internacional Ernst & Young. Dos días después, Bernard B. Kerik, socio de Giuliani Partners, es nombrado secretario de Seguridad de la Patria. Comentaristas demócratas piensan que el señor Kerik tiene como misión real la preparación de la elección de Rudolph Giuliani como presidente de Estados Unidos para el año 2008 y que se ocupará principalmente del financiamiento de la campaña.
Traducimos la expresión Homeland Security como «Seguridad de la Patria» y no «Seguridad Interna». En efecto, las atribuciones de ese departamento no se limitan a la seguridad del territorio estadounidense sino que engloban también la de los ciudadanos de Estados Unidos en el extranjero.
El nuevo departamento se creó mediante la fusión de 22 agencias gubernamentales en lo que fue la mayor reorganización administrativa desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Para Karl Rove, director de gabinete de la Casa Blanca, dicha reforma fue esencialmente una manera de barrer con las prerrogativas particulares de los funcionarios de esas agencias y someterlos, por la fuerza, a un reglamento único.
Oficialmente, el objetivo era coordinar mejor el trabajo de todos, pero tal cosa ha resultado imposible hasta ahora por falta de un presupuesto propio que permita al nuevo departamento supervisar a los 180,000 funcionarios implicados.
Teniendo en cuenta la inexperiencia total de Bernard Kerik en materia de lucha antiterrorista (a no que se incluyamos la lucha contra la resistencia iraquí en esa especialidad) y sus grandes habilidades en cuestiones de guerra psicológica, infiltración y represión, uno no puede menos que temer que el departamento de Seguridad de la Patria se convierta rápidamente en un gigantesco instrumento de control social, parecido a lo que fue el FBI de J. Edgar Hoover en la época del maccarthismo.
Poco importa, la sociedad Miramax anunció que planea llevar a la pantalla la biografía legendaria del policía más famoso de Estados Unidos.
[1] «Bush Names Ex-Police Chief to Top Security Post» por Richard W. Stevenson y Christopher Drew, The New York Times, 3 de diciembre de 2004.
[2] The Lost Son, a Life in Pursuit of Justice por Bernard B. Kerik, Regan Books, noviembre de 2001.
[3] «Only in America» por Arnaud de Borchgrave, The Washington Times, 6 de diciembre de 2004. Este periodista es en realidad una figura del mercenarismo y la lucha anticomunista que se ha convertido en poderoso patrón de la prensa.[[Office of the Chief of Psychological Warfare
[4] Más detalles en «Stay-behind: Las redes estadounidenses de desestabilización y de injerencia» por Thierry Meyssan, Voltaire, 20 de julio de 2001.
[5] «Historia criminal de Rudy Giuliani» por Edgar González Ruiz, Voltaire, 30 de agosto de 2004.
[6] Total Efficency Accountability Management System.
[7] «Le Manhattan Institute, laboratoire du néo-conservatisme» por Paul Labarique, Voltaire, 15 de septiembre de 2004. Este artículo será pronto publcado en castellano en la Red Voltaire.
[8] Ver: «Baghdad City Cop» , por Bernard B. Kerik, The Wall Street Journal, 28 de septiembre de 2003; presentado en «Vérités et illusions en Irak» texto en francés, Tribunas libres internacionales n°198, Voltaire, 29 de septiembre de 2003.
[9] «Questions are Raised on Awarding of Contracts in Iraq» por Patrick E. Tyler y Raymond Bonner, The New York Times, 4 de octubre de 2003.
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