Es una cruda realidad: en Colombia la educación ni es pública de verdad verdad, ni es de calidad ni es gratuita. El magisterio, los padres de familia y los estudiantes enfrentan y sufren día a día esta cruda realidad. No es casual que miles de infantes permanezcan en sus casas o en las calles, tratando de sobrevivir en el rebusque diario.
Los informes oficiales de estos primeros días del año lo confirman: la deserción escolar se mantiene e inclusive se incrementa, los cupos ofrecidos en cada municipio son insuficientes y las instalaciones educativas o son inadecuadas o no pueden albergar la cantidad de estudiantes que demandan cupo.
Como si fueran entes aislados de un todo llamado país, cada Secretaría de educación departamental y municipal trata de responder a la realidad de su departamento y de su municipio. Los unos ofrecen subsidios por estudiante de estrato uno, otros agitan la gratuidad de la educación, y el que menos contrata (provisional) por el término de diez meses nuevos docentes.
Irresponsabilidad y paños de agua tibia. Nada es suficiente y todo es temporal. ¿Y el magisterio qué hace? ¿Dónde está la propuesta de este gremio, elaborada de cara al país, con motivación a padres y alumnos para que aporten con sus ideas y sueños, que coloque un punto de referencia para la comunidad y obligue al Estado a asumir de verdad, con toda la responsabilidad que implica, una problemática que es deber nacional?
Como se sabe, entre los costos de la canasta familiar el de la educación significa un inmenso porcentaje. ¿Por qué se permite que esto suceda? ¿Dónde está la responsabilidad política y social de Fecode y de sus asociados con miles de familias?
Precisamente el silencio que año tras año comporta el gremio del magisterio ante esta realidad es para congoja. No puede ser que éste siga siendo su comportamiento. México, Venezuela, Cuba, Ecuador y muchos más países garantizan la educación pública gratuita, incluso para niveles de educación superior, ¿por qué Colombia es la excepción?
Es en este campo de la confrontación de ideas y de la construcción de comunidad educativa, que la próxima elección de miembros a la junta directiva de la Asociación Distrital de Educadores (ADE) debe llevarse a cabo. Quienes a ella se postulan deberían abrir por toda la ciudad un debate que los trascienda y deje abierta la vía para un movimiento distrital y nacional en pro de la educación pública de calidad, gratuita en todos sus niveles y con cobertura para todo aquel que la demande. Para eso, entre otras necesidades, se pagan impuestos.
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