La enemistad estadounidense para con Hugo Chávez no es de reciente data sino que surgió desde el inicio de su gestión en 1998. Tanto los demócratas con William Clinton como especialmente los republicanos con George W. Bush, han adoptado una política agresiva hacia el presidente venezolano. La Casa Blanca estuvo implicada en el golpe de Estado en Caracas en abril de 2002. Esa animosidad se hizo más ostensible en estas semanas pero el afectado no dio ni un paso al costado.
Cordón sanitario
El jefe de la Casa Blanca se ha puesto al frente de la campaña anti Chávez, luego que en las semanas previas la dejara en manos de sus subordinados. Con breves intervalos, se alternaron en esa tarea el jefe del Comando Sur del Ejército, el secretario de Estado para Asuntos Hemisféricos, el flamante titular de la CIA, la secretaria de Estado y el jefe del Pentágono, a cual más duro. Finalmente bajó a la arena el propio Bush.
La prueba de que esto es así lo dio la conversación telefónica que el texano entabló anteayer con Néstor Kirchner. Allí le planteó abiertamente su “preocupación” por el curso político del gobierno de Caracas y le pidió colaboración para “contener” a Chávez.
Esa gestión no tuvo un resultado cien por ciento positivo pues el santacruceño habría contestado que seguiría trabajando con el bolivariano por tratarse de un “gobierno democrático”. Habrá que ver hasta qué punto continúa esa relación bilateral puesta bajo la lupa y la presión de Washington. Hay que recordar que en 2003 el mandatario argentino viajó a Caracas y concedió una entrevista a los dirigentes de la “Coordinadora Democrática” que habían participado del frustrado golpe de Estado del 11 de abril de 2002.
En principio se puede suponer que el vínculo de unidad y disenso entre los dos presidentes amigos va a mantenerse. Pero ha quedado en evidencia que la administración Bush quiere tender un “cordón sanitario” alrededor del tercermundista que cita cada dos por tres a Simón Bolívar. Washington apremia a Argentina para que la acompañe en ese cerco del mismo modo como la secundó en otras operaciones. Por caso, lo hizo en la seudo misión de paz de la ONU en Haití y la estabilización del boliviano Carlos Mesa, que tiene el “sí fácil” con las multinacionales gasíferas.
En síntesis, el imperio ha sentado a Venezuela en el banquillo de las “tiranías” pese a que su jefe de Estado ganó las últimas ocho elecciones en forma amplia e inobjetable. La crítica del Norte apunta ahora a que éste ha adquirido armas en Rusia y encargado otros lotes a España y Brasil.
Así se mezclan la hipocresía con la mentira. Lo primero, porque la superpotencia gasta millonadas de dólares en armas y no puede travestirse de gandhiano. Lo segundo, porque ambiciona controlar el petróleo venezolano e impedir su radicalización nacionalista, la reforma agraria, etc, y no tanto impedir la compra de fusiles AK47 a Rusia.
Las andanadas
En pocos días más se cumplirán tres años del golpe de Estado del 11 de abril de 2002, que estuvo a punto de asesinar al presidente. En ese cuartelazo hubo una responsabilidad directa de EEUU Su entonces secretario de Estado para Asuntos Hemisféricos, Otto Reich, y el vocero del Departamento de Estado, reconocieron la validez del alzamiento. La embajada en Caracas, a cargo de Charles Shapiro, fue punto de encuentro de los militares golpistas, los empresarios, políticos y comunicadores.
Y como denunció Chávez una vez repuesto en el Palacio de Miraflores, los militares estadounidenses habían estado en el Fuerte Tiuna durante la usurpación del poder, helicópteros “Black Hawk” habían aterrizado en Maiquetía, un portaaviones estadounidense había violado la soberanía marítima y un submarino estaba al acecho en las costas.
Desde ese momento Washington empezó a tirar con munición gruesa contra el gobernante díscolo. De ese modo secundó a la Coordinadora Democrática en su “lock out” de tres meses en la petrolera PDVSA, que buscó segar el principal recurso de las finanzas públicas.
La CIA financió a los partidos opositores, ONG y fundaciones que reunieron firmas inválidas para tratar de destituir al presidente a mitad de su mandato. Esa maniobra fracasó el 15 de agosto último, cuando el oficialismo ganó el referendo por paliza.
El jefe del Comando Sur en 2004, general James Hill, manifestó al Senado que “el populismo radical de sentimiento antiestadounidense es la nueva amenaza en América Latina”. Se refería al proceso bolivariano.
Condoleezza Rice condujo parte de la campaña intervencionista, primero como asesora de Seguridad Nacional y luego como secretaria de Estado. Cuando rindió examen senatorial para su designación, el 18 de enero último, expresó su preocupación por la relación de Chávez con Fidel Castro y “las dificultades que su gobierno causa a sus vecinos”.
En marzo de este año recrudecieron los embates. El nuevo titular del Comando Sur, general Bantz Craddock, reiteró el punto de vista de su fuerza. Ante el Financial Times cuestionó que Chávez comprara armas: “si es para exportar inestabilidad (en la región), ésa es otra cuestión. Estamos preocupados por eso y no quisiéramos que sucediera”.
El jefe de la CIA también tronó ante el Senado. Preguntado sobre de dónde provienen las amenazas mundiales a la seguridad y los intereses de EEUU, Porter Goss contestó: “pienso que debemos comenzar por nuestro patio trasero, aunque América Latina no es un hervidero donde los terroristas se forman o planean ataques”. El funcionario añadió que “Venezuela, Colombia, Cuba y ahora Haití serán puntos de conflicto en 2005”. Hacía tiempo que no leíamos en declaraciones de autoridades norteamericanas la expresión “patio trasero”. Para ellos somos la parte de atrás de su propiedad, tapiada, absolutamente suya.
Chávez no afloja
Las tres últimas andanadas anti Chávez fueron -en este orden- los dichos de Donald Rumsfeld en Panamá, la charla telefónica de Bush con Kirchner y los comentarios del subsecretario de Democracia, Derechos Humanos y Trabajo, Michael Kozac.
Este último deploró la situación de derechos humanos existente en Venezuela y dijo que el chavismo debería mejorarla si quería mantener “relaciones decentes” con Washington. ¿Los torturadores de Abu Ghraib van a impartir cátedra de derechos humanos a un presidente tolerante como el venezolano? Recordemos que a fines del año pasado y este 10 de marzo, en programas de televisión de la gusanera de Miami (canal 22) hubo reporteados que propusieron matar a Chávez. El actor Orlando Urdaneta y el ex agente de la CIA, Félix Rodríguez, quien participó del asesinato del Che Guevara en Bolivia, hicieron apología del magnicidio. Ningún fiscal los demoró para tomarles declaración indagatoria.
Rumsfeld apuntó contra la adquisición de armas y puso a Chávez como el fogonero de una carrera armamentista. Incluso deslizó que ese armamento podía tener como destino final a la guerrilla colombiana.
La Nación de Buenos Aires, fiel operador del Departamento de Estado, dedicó su primera plana y segunda página de su edición del 15 de marzo a amplificar esas preocupaciones. Con textos e infografías presentó al mandatario sudamericano como gran adquirente de armas a Rusia, conectado con las FARC y los cocaleros bolivianos de Evo Morales.
Hasta ahora lo concreto es el paquete adquirido a Moscú: 100 mil fusiles AK47 y 40 helicópteros de combate MI-35. Aparte, se han firmado compromisos con Brasil para comprarle aviones Tucano, y con España para hacer otro tanto con 10 aviones y 10 barcos militares para seguridad interna. Madrid embolsaría 1.700 millones de dólares.
¿Por qué hace tanta alharaca la superpotencia que gasta anualmente 500 mil millones de dólares en “Defensa”, en verdad ataque a otras naciones? La semana pasada la directora del Instituto de las Naciones Unidas de Investigación del Desarme, Patricia Lewis, dio una conferencia de prensa que dejó mal parado al Pentágono. Los expertos alertaron que “ya hay proyectos militares para neutralizar o destruir satélites, y para colocar armas en órbita capaces de atacar objetivos terrestres”. ¡Y quieren hacernos creer que el peligro para la paz mundial es Venezuela por proveerse de fusiles, helicópteros y unos pocos aviones!
La ofensiva norteamericana contra Chávez choca a su vez con un fuerte avance de éste, que no vacila en ocupar el centro del ring, como decían los viejos relatores de box. Hay desesperación y signos de debilidad en el imperio ante el curso bolivariano. Este se afirmó dentro de sus fronteras y salió de gira por el mundo buscando amigos y neutralidades benévolas que aíslen políticamente a Bush.
A los viajes que el mandatario venezolano hizo a Cuba, España, Irán, Libia, Rusia y China entre noviembre y diciembre pasados, se sumaron los que lo llevaron por Francia, India, Qatar y otros destinos en el corriente mes, sin contar sus vuelos rasantes por capitales del Mercosur.
Este martes concluyó en Puerto Ordaz-Ciudad Guayana, Venezuela, la cumbre cuatripartita entre Brasil, Colombia, España y Venezuela. Los jefes de gobierno visitantes respaldaron de hecho al anfitrión frente a los manotazos de Bush. Lula da Silva lo hizo explícitamente: “quiero decirle al presidente Chávez que no tengo ninguna duda en afirmar ante el mundo que no aceptamos difamaciones contra ningún compañero, Venezuela tiene el derecho de ser un país soberano, de tomar sus decisiones”.
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