El tema agrícola es uno de los más sensibles dentro del Tratado de Libre Comercio (TLC), porque casi el 40% de la población del país está inmersa en esta actividad. De ahí su importancia e incidencia.
Para Antonio Gaybor, presidente del Sistema de Investigación sobre la Problemática Agraria en el Ecuador (SIPAE), hay que desmitificar los planteamientos teóricos que están detrás del TLC: “Se manifiesta que los países deben especializarse en los productos en los cuales son competitivos, en el caso del Ecuador, estos son los productos tropicales: café, cacao y banano, y dejar de producir aquellos en los que supuestamente no son fuertes, es decir, los denominados ‘productos estratégicos’: cereales, arroz, soya, azúcar, semillas de algodón, lácteos, cárnicos, etc. En definitiva, tenemos que preocuparnos por producir más café, cacao y banano, y dejar de trabajar en los productos estratégicos”.
La pregunta surge de inmediato, ¿en este escenario, quién nos va a abastecer de los productos estratégicos? La respuesta es contundente: Estados Unidos, país que tiene un gran excedente en su producción y necesita colocarla en los mercados andinos. Al respecto, Gaybor señala: “Ecuador, en los productos estratégicos, ha sido un país autoabastecido, exceptuando trigo (hemos producido arroz y maíz duro, este último para la producción de pollos y huevos). ¿Qué pasará cuando lleguen los productos estratégicos que exporta EE.UU, cuando tengamos un arancel cero, una libre importación? En nuestro país no existen estímulos de políticas para incrementar la producción de estos productos, para ser competitivos, porque, dicho sea de paso, estamos en condiciones absolutamente desiguales: los precios internacionales estarán definidos en base a los precios subsidiados de los productos norteamericanos, que estarán por debajo del precio del mercado; consiguientemente, cuando estos productos entren a nuestro mercado, quebrará la producción nacional (no habrá capacidad de respuesta)”.
Además, hay que tomar en cuenta otro aspecto, que tiene directa relación con la producción agrícola mundial: el consumo de los productos tropicales no crece, porque el consumo per cápita no aumenta: “un pequeño incremento de la producción de productos tropicales en nuestros países, conllevaría a una caída vertiginosa de los precios”, sostiene Gaybor, y lo reafirma con un ejemplo: “en el caso del café, desde hace tres años, se ha desplomado su precio internacional; el café robusta, en promedio, ha estado en 18 dólares y el costo de producción real es de 33 dólares; en este sentido, no hay que olvidar que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), impulsó y apoyó a Vietman para que suba su producción en forma vertiginosa; el resultado, la oferta mundial subió y los precios se desplomaron... Por ello, ya no podemos producir más, no podemos ir más allá de 200 mil hectáreas de cultivo... porque no hay mercado donde colocarlo”.
A criterio de este investigador de la realidad agraria ecuatoriana, los países de la región andina, con la aceptación del TLC, están legitimando una política económica que EE.UU casi la ha patentizado, los subsidios: “Como es posible que las autoridades norteamericanas nos hablen de libre mercado, cuando ellos practican una política agraria exactamente en contra del libre mercado (al interno y hacia fuera). Desde la mitad del siglo XX, los EE.UU ha profundizado el monto de los subsidios a la producción doméstica de artículos estratégicos y a las exportaciones, como parte de la guerra comercial que mantiene con la Unión Europea (que también desde hace algunas décadas aplica un modelo similar de subsidios). No hay un solo país en el mundo donde el desarrollo de la agricultura se haya forjado en el mercado del libre mercado; esto es fundamental”.
El panorama, entonces, es negativo para el sector agrario en el país. Y si tomamos en cuenta que los gremios de productores nacionales luchan cada uno por su lado (porque a sus productos no se les quite la banda de precios), el panorama se complica aún más: “No existe una propuesta global nacional, que defienda los intereses de la mayoría de los sectores”, asevera Gaybor.
Sin embargo, los ecuatorianos no perdemos la esperanza de llegar a una Consulta Popular en el tema del TLC, que detenga este nuevo intento de colonización económica. Caso contrario, la actual y las futuras generaciones van a soportar una importante dependencia con respecto a los EE.UU (mucho más fuerte que la actual). Si se hace realidad el TLC, las posibilidades de desarrollo de nuestra sociedad van a ser cada vez más limitadas.
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