El llamado "campo mayoritario" del Partido de los Trabajadores se reunió este fin de semana para consagrar su apoyo al gobierno Lula y en particular a su política económica y para asegurar su posición mayoritaria en el partido. Se calcula que esta mayoría es del 60%. La preocupación mayor es, sin embargo, contener la tendencia a la divergencia del otro 40%. Si ella ocurre, el gobierno Lula habría dado origen a un adversario peligroso a su izquierda. El centro del debate está en la política económica.
Lo grave para el grupo mayoritario es que los últimos datos indican una inflexión negativa de la economía del país después de un modesto repunte de crecimiento en 2004. En el último bimestre se constata una caída de la producción industrial y un acenso de la inflación que obligan a revisar la previsión oficial de un modesto crecimiento del 3% del PBI en 2005.
Este estado de cosas no sería tan grave si el país no viviera ya 20 años de crecimiento casi igual al de la población, es decir cero crecimiento del PBI per cápita, y si durante la gestión Lula no se presentara un primero año de recesión del 0% de crecimiento del PBI y un modesto crecimiento del 5,1% (a ser confirmado).
Al lado de las variables de crecimiento pero relacionado con ellas está el espectacular comportamiento de las exportaciones del país. Estas llegaron a doblar su valor en 3 años, elevándose de cerca de 50 mil millones en 2001, a más de 100 mil millones en 2005. Esto generó inmensos superávits de la balanza de pagos que permitieron liquidar todos los compromisos cambiarios y financieros externos en 2003 y 2004, además de contribuir para el crecimiento del PBI significativamente y permitir generar más de 40 mil millones de dólares de reserva.
A pesar de estos acontecimientos, absolutamente imprevistos e independientes de la política económica, los datos del crecimiento económico fueron extremamente modestos y la razón es solamente una: la alta tasa de interés que mantiene el Banco Central para saldar el pago de los intereses de una deuda interna en crecimiento espectacular y permanente en contra de las tendencias internacionales de bajas tasas de interés.
Lo más grave es que durante el año de 2005, el modesto crecimiento del 5,1% (abajo de la ya modesta media de crecimiento de América Latina que llegó a los 5,7% en 2004) fue presentado al país como el inicio de un crecimiento sostenido a largo plazo, al ser precedido por medidas financieras presentadas como ejemplo de responsabilidad fiscal.
Se crearon así falsas expectativas de crecimiento sostenido en una campaña publicitaria espectacular. Como habrá elecciones presidenciales en octubre de 2006, será muy difícil sostener la ventaja actual de la candidatura Lula si este comportamiento de la economía persiste.
Por esto los "técnicos" del Banco Central empiezan a revisar su política de metas inflacionarias extremamente rígida que exigirían una inflación del 5% en 2005 y del 3 y pico por ciento en 2006 para proponer una revisión de estas metas anuales hacia metas de 18 meses que proporcionarían mayor poder de maniobra a esta política económica, la cual es muy "científica" pero no acierta con una sola previsión desde su creación hace unos 6 años. Y no hablo de previsiones de valores solamente, ellos no aciertan ni siquiera con las tendencias de las variables básicas de la economía.
La razón para un fracaso teórico tan grave es sobre todo el carácter pragmático y subjetivo de la construcción de su modelo básico. En primer lugar ellos se rehúsan a poner en primer lugar los stocks para concentrarse en los flujos que son determinados por estos stocks.
Véase el caso de los valores de la tasa de interés. Aumentar la tasa de interés puede ser un factor favorable para contener la inflación. Pero cuando la tasa de interés es superior en muchas veces a la mundial y a la tasa de crecimiento de la economía ella no es parte de una política para detener la inflación.
Ella es una simple transferencia de recursos públicos generados por una receta fiscal cada vez mayor hacia un sector de la población totalmente inútil y cuya conducta tiene muy poco que ver con el comportamiento posible de un inversor normal. Cuando el Estado transfiere 10 a 12% del PBI a esta minoría social en forma de pago de interés, está reforzando de manera dramática la concentración del ingreso en el país para su sector más gastador y menos inversor, está creando un sector social que perjudica dramáticamente al país en todos los sentidos.
Asimismo, esta tasa de interés influye dramáticamente en la formación de precios elevándolos a niveles absurdos sin hablar de la presión inflacionaria que genera el inmenso déficit fiscal provocado por el pago de estos intereses que consumen cerca del 30% de los gastos públicos, estúpidamente rebajados para generar un superávit fiscal de cerca del 4,5% del PBI para pagar solamente parte de estos intereses. Los otros 5 a 6% solo se puede pagar con nuevas deudas. Es decir más deudas y más presión inflacionaria hechas para detener la inflación.
Comprometer el Partido de los Trabajadores con esta política económica puede tener consecuencias dramáticas y aumenta el peligro de una fuerte oposición por la izquierda que no tiene ninguna figura nacional de peso electoral y debilitaría el enorme frente de sindicalistas, movimientos sociales, iglesia, militares y sobre todo empresarios que se ven profundamente amenazados por esta política de altos intereses y buscan desesperadamente alterar esta política económica.
Al lado de la alta tasa de interés, el Banco Central y el Ministerio de Economía se rehúsan a atender las demandas de los exportadores a favor de una devaluación del real frente a un dólar en constante devaluación. Mientras el dólar se desvaloriza, disminuyendo los ingresos de los exportadores en reales, inesperadamente la inflación se refuerza disminuyendo todas las rentas en real. Se produce así una coyuntura extremamente delicada como consecuencia de un conjunto de equívocos económicos muy serios orientados a favor de un sector diminuto de la población.
Cuidado Lula, cuidado Dirceu, cuidado "tendencia mayoritaria". Los hechos pueden hacerse irreversibles y entonces se hará muy difícil mantener el poder que el 64% del pueblo brasileño les entregó
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