Esta foto conocida mundialmente muestra la destrucción de la ciudad china de Nankin por las fuerzas armadas japonesas en 1937. Un bebé chino perdido en las ruinas de la ciudad. Treinta millones de chinos murieron bajo la ocupación militar japonesa.

El conflicto entre el Japón y China rebasó todos los marcos razonables y por esto es de esperar que Pekín y Tokio consigan zanjarlo en el encuentro del presidente de la RPCh Hu Jintao y el premier del Japón Junichiro Koizumi que se planea realizar en Yakarta a últimos de abril.

Según todas las evidencias, las masivas protestas antiniponas producidas a mediados del mes corriente en ciudades más grandes de China, no fueron objeto de excesiva preocupación para la policía china. Sin embargo, los manifestantes expresaron sus verdaderos sentimientos. Hasta hoy los chinos tratan a los japoneses peor que a cualquier otra nación del mundo. Y no sólo ellos.

Si la brusca agravación de las relaciones nipo-chinas fuera un caso aislado, se podría pasarlo por alto. Pero el mes anterior el conflicto casi análogo se produjo entre los japoneses y los coreanos.

Ambos casos fueron motivados por las heridas sangrantes de la Segunda Guerra Mundial: los territorios en pleito con Corea, y, en cuanto a China, la publicación de los libros de texto japoneses, en que la matanza de 300 mil civiles de Nankin en 1937 por los ocupantes fue presentada de la manera siguiente: «muchos» chinos fueron matados.

Se puso en claro que la actitud del coreano medio hacia el Japón que en cierto tiempo invadió su país, casi no se diferencia de la del chino medio.

Millones de chinos han protestado contra el Japón estos últimos días.

Es evidente que en tal situación el Japón y otros países asiáticos tendrían que preocuparse ante todo por su futuro común y no por el pasado. Importa señalar que para ese futuro en los 60 años transcurridos después de terminada la Segunda Guerra Mundial, el Japón no supo hacer lo que en la situación análoga en Europa había hecho Alemania: cultivar sobre los antiguos escombros de la guerra las flores de benevolencia de los enemigos de ayer.

Aunque los japoneses se esforzaron mucho habiendo gastado copiosas sumas de dinero en China y otros países asiáticos ocupados antes por ellos. Pues, la expansión colonial japonesa en China y Corea comenzó solamente en las postrimerías del siglo XIX, mientras que en épocas anteriores, durante casi un milenio y medio todos esos pueblos estaban unidos por un sinnúmero de vínculos culturales. Los ánimos antinipones que se mantienen en China, en ambas Coreas y también en otros países de Asia marcan el evidente fracaso de la clase política del Japón.

Como igual fracaso puede considerarse el que la citada clase política japonesa no tiene una visión clara de su misión tanto en Asia como en el resto del mundo. Los vecinos del Japón, incluida Rusia, ven que la economía mundial, siendo aún la segunda en importancia, no tiene un programa activo, claro e independiente orientado hacia el futuro para el propio pueblo japonés y para los países vecinos.

A juzgar por todo, China tiene tal programa. China crea o se esfuerza por crear una zona de pujante desarrollo económico (con el evidente liderazgo chino) a lo largo de sus fronteras. Aunque esa política suscita ciertos recelos, es comprensible.

El Japón invierte en los organismos internacionales tipo la ONU y el Fondo Monetario Internacional más dinero que EE.UU. Pero no está claro qué ambiciones se ocultan tras estos gastos.

Y no es de sorprender que en el contexto de este vacío de política exterior, los Estados vecinos siempre tratarán con desconfianza al Japón. Por ejemplo, obviamente a despecho de sus intereses, el Japón ocupó una postura demasiado cercana a EE.UU. con respecto a la cancelación de la crisis coreana.

Además, se ha dejado involucrar en la crisis de Taiwán, y no como jugador independiente sino como siempre, en calidad de ayudante de Washington e instrumento de la política norteamericana de «disuasión» de China. Sus vecinos se preguntan: ¿Dónde está el Japón «verdadero» independiente y cuándo aparecerá?

Mas cuando en tal situación reaparece, al contrario, el Japón «viejo», cuando las nuevas generaciones de japoneses anuncian la oferta de revisar el balance de la Segunda Guerra Mundial, sea el problema relativo a las islas Kuriles o el número de civiles chinos matados en Nankin, las ofensas históricas de los vecinos resultan más fuertes precisamente porque ellos no comprenden el papel de hoy ni de mañana que corresponda al Japón en el mundo. Sería más fácil perdonar el pasado si exista la comprensión respecto al futuro.

Bien se sabe que Moscú, lo mismo que muchas otras capitales del mundo, apoya la futura incorporación del Japón al Consejo de Seguridad de la ONU como miembro permanente. La actual amenaza de Pekín de bloquearlo puede ser una maniobra táctica en las conversaciones, pero también puede ser plenamente real.

Por ahora tras ella se oculta el deseo no expresado aún, pero bien percibido por la comunidad mundial de ver en el club de las potencias que deciden los destinos de la guerra y la paz, a las naciones principales que tienen su visión del futuro del planeta y están dispuestas a compartirla con todos que lo deseen. Esa es precisamente la misión que Rusia quisiera ver por parte del Japón en el Consejo de Seguridad de la ONU, al igual que la misión de la India, Brasil y Alemania.

Fuente
RIA Novosti (Rusia)