En su trato de la visita del presidente turco a Siria, a la administración Bush se le fue la mano y olvidó que el manejo de las relaciones con Turquía es en un 80% representativo. Sin embargo, la visita a Siria no era en nada determinante y parecía ser puramente protocolar. Se trataba de la respuesta a la visita de Bachar El-Assad a Ankara en enero de 2004. No obstante, aunque no tengan poderes, los turcos son partidarios de que se respete a su presidente.
Los turcos no enviaron a su presidente en prueba de solidaridad con Damasco, sino más bien para expresar las preocupaciones de Ankara respecto de la situación en el Líbano, conservando al mismo tiempo relaciones bilaterales convenientes. Es de lamentar que Washington haya exigido públicamente a Turquía que la visita no tuviera lugar, anuncio público que impedía cualquier enfermedad diplomática para renunciar al viaje. A partir de ese momento, los 70 millones de turcos quisieron que se efectuara a toda costa esa visita, por lo que ya no se podía dar marcha atrás. Las relaciones entre Ankara y Washington se han deteriorado.
Los Estados Unidos deben recordar siempre que es necesario tratar a Turquía con un respeto exagerado por su soberanía nacional y su dignidad. Esta lección se aplica a otros países y los Estados Unidos con mucha frecuencia lo olvidan.
« Bush’s warning to Turkey was stupid », por Philip Robins, Dail Star, 19 de abril de 2005.
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