La gestión en Ciencia y Tecnología (CyT) en la Venezuela de estos primeros años del siglo XXI, la realizamos en el marco de las transformaciones apoyadas en los principios de la Constitución Bolivariana, las cuales coinciden con las transformaciones de un mundo donde la producción de conocimientos constituye uno de los factores explicativos de tales cambios y son la base para el desarrollo y la soberanía de cualquier nación. No obstante, para pesar de nuestros pueblos, tales transformaciones inimaginables de base tecnológica, que
desafortunadamente se producen a partir de un modelo de
producción científica pertenecientes a países que nada tienen que ver con las realidades locales, tienden a colocar en desventaja absoluta a las naciones que no puedan ir a ritmo de la velocidad de innovación
impuesta por la dinámica industrial y de mercado.
La ciencia y la tecnología se ubican en el centro de cualquiera de los temas que queramos abordar, que abarcan desde los ámbitos epistemológicos, el efecto destructivo de los residuos tóxicos, las radiaciones atmosféricas, la brecha existente entre los países relativo a sus capacidades científico-tecnológicas, la acumulación y centralización de riqueza en pocas naciones, hasta los dolorosos dramas de los excluidos y de la pobreza.
De tales problemas surgen consecuencias e implicaciones éticas a partir de la acción de las fronteras científicas, y por las relaciones entre la CyT y los intereses de las grandes industrias. Son implicaciones éticas para la ciencia y la técnica en tanto está en consideración la defensa de la especie humana, la calidad de la vida en el planeta y la soberanía nacional. Es necesario, por ello, la existencia de una conciencia ética y un mayor compromiso político y científico frente a las implicaciones de procesos tales como: la manipulación de embriones humanos; el uso de información genética; los riesgos ambientales (ejemplo: la amazonía y su reservorio de agua para la humanidad) provocados por los intereses económicos sobre nuestra biodiversidad, etc.
Dada la magnitud de estos problemas de naturaleza global, regional y local, es evidente que los desafíos para la CyT son extremadamente complejos. Hoy el reto es responder a la pregunta ¿Cuál ciencia y tecnología y para qué tipo de desarrollo? La respuesta que podamos o debamos dar nos exige revisar las implicaciones de la ciencia y la tecnología en y para el desarrollo de nuestras sociedades. Es decir, requiere de una primera consideración, la cual sin duda es la de reconocer el valor que agrega el conocimiento a todos los procesos creadores de la vida social, económica y política de los pueblos. Hoy más que nunca, se afianza el concepto de transdisciplinariedad, la vinculación de lo local con lo universal, los nuevos métodos de trabajo científico, los nuevos campos de conocimiento y forman parte de la agenda local. Y esto representa saltos cualitativos e impactos cuantitativos en la C y T.
Sin embargo, al lado de la primera consideración aparece la segunda: los indicadores en nuestros países revelan la expansión creciente de las brechas cientifico-tecnologicas y las brechas socio-económicas entre los países desarrollados y lo no desarrollados. Y es aquí donde la CyT juega un papel definitorio, o bien como palanca para el desarrollo cuando se les usa ajustada a principios éticos y sociales, o como instrumento que profundizan el subdesarrollo por sus usos irracionales y socialmente excluyentes. Por eso es importante una justa valoración de estos conceptos por parte de los formuladores de políticas públicas en CyT.
A partir de los procesos de modernización del país, y la creación de la infraestructura de investigación a partir de los años 50, el Estado ha invertido cuantiosos recursos con resultados muy lejos de lo esperado, si se considera como indicador la capacidad cientifico-tecnica nacional dirigida a articular el conocimiento con la necesidades del desarrollo, incluyendo una plataforma tecnológica/ industrial con escasa o ninguna demanda de conocimiento a los centros de CyT. Los mayores logros están en el campo individual con el número de publicaciones o de reconocimientos a los investigadores.
Las razones son múltiples: ausencia de políticas claras y la visión endogámica de la actividad científica. Tal vez la más significativa de todas las explicaciones, es que en realidad en mucho hemos financiado indirectamente la actividad de la ciencia y la tecnología de otros países, porque, tanto aquí como en el exterior, nuestros científicos, trabajan en lineas de investigación que pertenencen a necesidades de conocimiento que muchas veces no se alinean con las prioridades de nuestro país, muchas veces sin tener acceso a la línea de conocimiento en su totalidad sino a la variable que le ha sido asignado, algo como una maquila cientifico-tecnologica.
Frente a ello nuestros paises se han mostrado incapaces de superar esta llamada "fuga" por no "disponer" de capacidad nacional para impulsar proyectos de envergadura que permitan conectar el talento, las prioridades y los recursos en torno a un solo proyecto. Como consecuencia, luego que formamos a nuestra gente desde preescolar, becándolos nacional o internacionalmente, en muchos casos, son captados por los sistemas de produccion de conocimiento de otros paises donde este talento formado no tuvo ningun costo ni riesgo.
De allí, que las otras preguntas para acompañar las anteriores son ¿qué capacidad científica o técnica requerimos?; ¿La CyT sirven para responder al Plan Nacional de desarrollo? ¿Financiamos sólo individuos o creamos capacidad nacional y con ella fortalecemos a nuestros investigadores? Las respuestas que nos damos son las que guían las políticas del MCT y sus acciones consecuentes van en vía de construir capacidades nacionales y resolver problemas.
Así, la gestión que llevamos adelante desde el MCT tiene algunos temas que exponemos como relevantes porque constituyen núcleos de orientación del trabajo que se realiza:
El rol de la ciencia, la tecnología y la innovación en el modelo y estilo de desarrollo social y económico.
El modelo y estilo de desarrollo social y económico que se desea, al lado de la visión democrática y la cultura que debe acompañar a este modelo, influye notablemente en los conceptos, la orientación estratégica (nacional e internacional), los énfasis en cuanto a las metas prioritarias (pertinencia, territorialidad, grupos humanos, tiempos) y la organización y gestión del conocimiento en todos sus niveles, formas de expresión, producción, propagación y uso. Los principios señalados en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en cuanto a orientación económica, social y democrática nos exigen radicales cambios con respecto al pasado en materia de conceptos, métodos, organización, prácticas, y orientaciones fundamentales.
Es imposible continuar copiando prácticas y modelos conceptuales formales, importados de las experiencias de las naciones desarrolladas capitalistas, y sobre ellas intentar ordenar nuestra realidad nacional en ciencia, tecnología e innovación. Sin dejar de reconocer los avances del conocimiento en estas naciones y la necesidad de conocerlos, transferirlos e incluso adaptarlos a nuestras realidades, es para nosotros prioritario el esfuerzo de repensar nacionalmente cuales deben ser los conceptos y finalidades que se adecuen al proyecto de transformación que se vive hoy en el país.
Y a partir de allí, seleccionar, transferir y adaptar aquellos conocimientos de origen internacional que nos hacen falta y colocarlos críticamente donde específicamente se requieran, pero también, crear los mecanismos necesarios para utilizar el conocimiento surgido de nuestra propia realidad y aplicarlo a la resolución de los problemas locales que nos conducirán a nuestro desarrollo autosustentable.
Entonces, la nueva visión acerca del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Sncti) debe reflejar, entre otros de sus objetivos de articulación estratégica los siguientes: la lucha contra la pobreza y la búsqueda de la inclusión social y económica en democracia; la creación de capacidades científicas/tecnológicas para promover una sociedad fuertemente apoyada en energías naturales con criterios de sustentabilidad, una sociedad basada en el uso democrático del conocimiento y de la información, y, finalmente; una sociedad segura, con capacidad para garantizar su defensa nacional, independencia y soberanía política, territorial y económica.
La capacidad nacional la entendemos en términos de relaciones entre instituciones, saberes, normas, y gente para crear y transferir lo que requerimos, para que la investigación pase a generar conocimiento, para que la actividad cientifico-técnica sea cada vez más pertinente.
Aquellos quienes formulamos políticas públicas en CyT, en Venezuela, tenemos grandes y claras exigencias. Ante la demanda de hacer innovación para los intereses del libre mercado o actuar por y para la independencia científico-tecnológica como uno de los soportes de la soberanía nacional y de la justicia social, nosotros nos ubicamos en esto último: la justicia social con soberanía.
Una visión de la ciencia, la tecnología y la innovación fuertemente arraigada en una valoración ética y elevado sentido de responsabilidad social de sus creadores.
Para este Ministerio, los investigadores, tecnólogos e innovadores del país, y los funcionarios quienes formulan las políticas públicas en CyT, constituyen uno de los haberes más significativos que puede tener una sociedad. Pero lo son en tanto son hacedores de vida sustentable. Lo son en tanto conciencia ética de una sociedad que no pocas veces es amenazada o afectada por políticas científico-tecnológicas empresariales o de estados, escasamente preocupada por sus impactos.
Para ello, necesitamos formar talento de alto nivel, con competencias y destrezas para manejarse en las fronteras del conocimiento, pero al mismo tiempo con capacidades para juzgar situaciones, para evaluar productos, calibrar criterios, seleccionar éticamente opciones tecnológicas en escenarios con restricciones y con fortalezas nacionales, anticipación de opciones futuras.
Por encima de todo para tener una sólida base ética que le lleve a generar criterios científico-técnicos para crear condiciones de inclusión social y de protección a la sociedad actual y futura.
La responsabilidad de los profesionales de ciencia y tecnología, no consiste sólo en cuidar su ética profesional como normas de códigos de ética de investigación, sino como responsabilidad con la sociedad que los acoge y protege en su desempeño institucional y colectivo.
Desde estas consideraciones hemos definiendo ejes de acción que deben atravesar las estrategias en pleno desarrollo: justicia social, inclusión, participación y habilitación para el desarrollo endógeno sustentable.
SNCTI como red de redes en creación, distribución y uso del conocimiento
La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela le asignó, por primera vez, el carácter de interés público a la ciencia y a la tecnología, facilitó la creación del ministerio para que definiera una política orientadora de la gestión de la CyT y creo un marco conceptual esencial para poder pensar en nuevos modos de configurar el desarrollo del sistema de ciencia, tecnología e innovación.
Hasta entonces, los modelos formales -seleccionados o impuestos al país- a partir de la experiencia y gestión de la ciencia, tecnología e innovación desarrollada históricamente en los países más avanzados del mundo capitalista (OECD, EEUU, etc)- de alguna manera influyeron en la determinación de quienes deberían ser los actores seleccionados para constituir los distintos componentes del sistema (Innovación, tecnologías y ciencia), las organismos privilegiados donde debería concentrarse el mayor esfuerzo (ej.: empresas de mayor consumo de investigación y desarrollo, centros de investigación de apoyo a las actividades académicas); así como la definición de los aspectos o áreas de conocimientos; y, finalmente, los tipos de sistemas de indicadores y normas de calidad, entre otros.
Estos son aspectos claves del Sncti que a nuestro juicio deben ser discutidos, sobre la base de nuestra agenda nacional, sin desmedro, claro está, de reconocer aquellos programas de investigación, formación, productos e información que deben permanecer en la nueva concepción del Sncti.
La transformación de la relación entre ciencia, tecnología y sociedad no se origina exclusivamente ni de manera aislada, en los grupos o instituciones de IyD, sino que, cada vez más, es resultado de procesos cooperativos entre diversos actores, a través de redes científico-tecnológicas.
Por eso desarrollamos un proceso para producir un plan nacional de CyT, usando una metodología participativa que garantice su validación entre los distintos actores del Sncti, como se prevé en la Ley Orgánica de Ciencia, Tecnología e Innovación (Locti).
Nueva definición de conocimientos, saberes y los nuevos actores
El MCT, a través de su acción, incrementa su base de legitimidad y de acción en diversas áreas de conocimiento, espacios de trabajo, presencia territorial y relación directa con diferentes actores de la sociedad: Actores del sector productivo, del sector académico-científico, del sector gubernamental y de las comunidades. Para cada uno se han venido concretando y redefiniendo instrumentos de trabajo según su naturaleza.
Para el sector académico-científico la relación se viene definiendo para avanzar a través de planes concertados enmarcados en las prioridades establecidas en la política nacional de CyT. De allí se establecen líneas de financiamiento para fortalecer centros y o grupos de investigación. Se busca, además de producir conocimiento en áreas y temas prioritarios, incrementar la capacidad en CyT nacional, construir condiciones para levantar una nueva generación de profesionales dedicados a la IyD, delinear espacios de visibilidad y transferencia de resultados a la sociedad.
Para el sector productivo, abrimos espacios para definir planes de innovación por rubros, vía el fortalecimiento de las cadenas productivas, con participación de las unidades de economía social pertinentes. El instrumento principal es el de redes de innovación productiva, dentro del cual se pueden combinar estudios, pines industriales, sistemas de información, desarrollo y transferencia tecnológica. Igualmente, se viene realizando una articulación muy precisa con el Ministerio de Industrias Ligeras y Comercio a partir de la V Rueda de Negocios, para lograr sintonizar tecnológicamente oferta y demanda nacional. Además, como componente de Municipio Innovador, el apoyo a Redes de Innovación Productiva, que hoy cuenta con más de 30 en funcionamiento, a quienes se le apoya con asistencia técnica, respaldo tecnológico para desarrollo de soluciones en esta materia, y la realización de estudios pertinentes en el área.
Con las comunidades la relación se da a través del enfoque de CyT para el desarrollo endógeno local, con nuestra participación en las misiones, como Vuelvan Caras, Redes de Innovación, Alcaldía Digital, formación y estudios especiales sobre la realidad local.
Avanzamos en una línea de relación con las comunidades, en una relación de corresponsabilidad ante el reto de usar el conocimiento como habilitador del desarrollo local.
Por lo que hemos venido avanzando para propiciar, coordinar, difundir, y promover un modelo de trabajo integrado entre el Estado y la sociedad a fin de dar respuesta a las prioridades que se generan a partir de los objetivos del proyecto de país. Queremos que CyT se coloque en el espacio de construcción de un nuevo modo de vivir en democracia, de un nuevo modo de avanzar hacia el futuro. Propiciar condiciones para hacer que el conocimiento forme parte esencial de la vida de este pueblo, hacer que el conocimiento se convierta en parte constitutiva del desarrollo endógeno sustentable.
Financiamiento y ejecución directa
No obstante, necesitamos dar pasos más profundos. Nuestros mecanismos esenciales para llevar adelante la política en CyT, deben relacionarse de distinta y más efectiva manera. Ellos son financiamiento y ejecución directa.
Financiamos a terceros como son las universidades, centros de IyD, redes productivas o cooperativas, pero centramos el esfuerzo en fortalecer la capacidad institucional de nuestros organismos adscritos y de los centros de investigación nacional. Trabajamos para que el financiamiento se haga por vía de redes integradas por los diferentes actores que tienen injerencia con el conocimiento de un determinado objeto de la realidad que se considera prioritaria. Se define ese objeto y alrededor se concitan los diversos actores, quienes deben asociarse en red para llevar adelante un proyecto o una línea de IyD y formación.
Tenemos grandes desafíos para ser asumidos por el ministerio, la comunidad científica y por la sociedad en general. Un nuevo salto de conducción nos permitirá profundizar el modelo de gestión que hemos venido impulsando. Desafíos que definirán si hacemos una CyT desde y para los investigadores o hacemos una CyT con impacto en la sociedad y sobre todo en las posibilidades de modelar e incidir en el futuro, es decir hacer de las próximas generaciones nuestra responsabilidad.
Hacemos ciencia para otros, y para aumentar nuestra dependencia o hacemos ciencia y tecnología para ganar grados de libertad para nuestra sociedad. Esta gestión asumió el desafío.
Hemos definido nuestro trabajo por el impacto que la sociedad reclama, por la construcción de un futuro responsable para nuestro pueblo y por la definitiva independencia científica y tecnológica de nuestro país.
Estamos convencidos, y en eso somos reiterativos, que requerimos de un sistema de CTI que propicie el balance entre conocimiento universal con soberanía nacional, libertad de investigación con compromiso de país, desarrollo tecnológico con sustentabilidad, innovación con tradiciones, saber científico con saber tradicional y visión de futuro con respeto por el pasado.
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