Cierta noche de junio de 1970, un joven teniente de marina fue a llevar un paquete con información confidencial al subsuelo del ala oeste de la Casa Blanca. Tenía 27 años y trabajaba en inteligencia naval. El oficial tenía largo rato en la sala de espera cuando entró un señor de aspecto distinguido -unos 25 o 30 años mayor que él- y se sentó. Pasaron varios minutos y ninguno hablaba.
Para romper el hielo, el teniente se presentó:
- Bob Woodward.
Y el otro respondió:
- Mark Felt.
Siguió una breve conversación. Felt dijo era funcionario del FBI. Ambos descubrieron que tenían algo en común: las informaciones de inteligencia y los códigos cifrados.
De 1965 a 1970, Woodward sirvió como operador de radio del buque USS Wright. No era un barco cualquiera. Corrían los años de la guerra fría y el navío estaba asignado al National Emergency Comand Post Afloat (NECPA). En otras palabras: podía convertirse en la residencia flotante del presidente de Estados Unidos en caso de enfrentamiento nuclear con la Unión Soviética.
A tres décadas y media de aquel episodio, Woodward tiene 61 años, es director adjunto de The Washington Post para temas de investigación y autor de varios libros. En sus textos, el periodista descubre el mundo en penumbras de los servicios secretos y la trama oculta de las decisiones más importantes de la Casa Blanca.
Lo que Woodward nunca ha revelado es su propia vinculación con varios organismos de inteligencia antes de dedicarse al periodismo. Según tres conocidos escritores, esta conexión no sólo fue con la marina de guerra; también incluyó al Pentágono y la Agencia Central de Inteligencia.
Un grupo ultrasecreto
En 1979, la periodista Deborah Davis publicó Katherine, the Great, una biografía no autorizada sobre Katherine Meyer Graham, la propietaria del Wahington Post. Davis, articulista del New York Times, Village Voice y Ramparts, volvió a la carga en 1987 con una segunda edición corregida y aumentada, en la que refuerza su tesis de que Woodward tuvo nexos con la CIA que iban más allá de la relación periodística.
La escritora sostiene que después de estudiar Literatura Inglesa en la Universidad de Yale, Woodward trabajó en el área de inteligencia del Pentágono, donde fue asignado a una oficina de códigos secretos. El propio periodista declaró posteriormente a una revista que había integrado un grupo de inteligencia relacionado “con asuntos importantes que tenían que ver con la Casa Blanca”.
Woodward no lo dijo pero ese grupo era la Task Force 157, una unidad ultrasecreta creada en 1966 bajo el nombre de Naval Field Operations Support Group (NFOSG). La TF-157 tenía su base en Alexandra, Virginia, y 75 operadores alrededor del mundo.
Trabajos Free Lance
El escritor inglés Adrian Havill, nacionalizado estadounidense, fue cuatro años paracaidista en la 82º División Aerotransportada, unidad élite del ejército estadounidense con base en Fort Braggs, Carolina del Norte. En 1993, Havill publicó Deep truth. The lives of Bob Woodward and Carl Bernstein, donde asegura que el periodista del Wahington Post fue agente de la CIA.
De 1970 a 1971, Woodward trabajó en el periódico Montgomery County Sentinel, de Maryland, donde logró destacar gracias a datos que le suministraba Mark Feld desde el FBI. En Maryland -comenta Havill- el reportero hizo amistad con David Miller, ex agente de la CIA en Vietnam, quien en algún momento estuvo involucrado con Task Force 157.
El escritor británico revela que durante su investigación varios agentes de inteligencia afirmaron que Woodward trabajó como “informante” o “agente operador” free lance de la CIA.
Candidato a una Corte Marcial
El periodista Jim Hougan, ex editor de la revista Harpers, ganó varios premios de periodismo de investigación por sus ensayos sobre los servicios de inteligencia estadounidenses. También ha producido documentales para Discovery Channel y el programa 60 minutos, de la cadena CBS.
En 1984, Hougan publicó Secret Agenda: Watergate, Deep Throat and the CIA, donde aporta datos sobre el trabajo del teniente Woodward. En el Pentágono, sostiene Hougan, manejaba todo el tráfico de comunicaciones top secret entre el comandante de operaciones navales y la Casa Blanca, la CIA, el Departamento de Estado y el Consejo de Seguridad Nacional.
Tiempo después, en 1977, Woodward publicó en The Washington Post algunos artículos en los que divulgaba información secreta a la que tuvo acceso como oficial de inteligencia. En uno de ellos se refería a la relación entre la Task Force 157 y Edwin Wilson, un ex agente de la CIA convertido en mercenario, quien a mediados de los años 70 entrenaba al ejército de Libia. Por esas actividades, Wilson está preso en una cárcel federal.
Hougan entrevistó al ex almirante Thomas Moorer, jefe de Operaciones de la Marina durante la guerra de Vietnam y, posteriormente, jefe del Comando Conjunto. Moorer, que no integra el vasto club de admiradores de Woodward, afirmó que el periodista “merecía una corte marcial” por apropiarse de secretos militares.
Bambú Press
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