Francia fue afectada por atentados islamistas en 1986 y 1995 y ello nos llevó a implementar una respuesta policial y judicial, observada con interés en el extranjero. Nuestra especificidad es triple: en primer lugar, la opción estratégica que constituye la neutralización judicial preventiva de los grupos terroristas; después, la especialización de los magistrados, tanto de los jueces como de la acusación, que pueden incriminar a sospechosos de asociación de malhechores en relación con una empresa terrorista y, por último, la doble naturaleza de la DST, servicio de inteligencia que pertenece a la policía nacional y dotado con capacidad judicial.
La DST interrogó a 58 personas en 2002, a 41 en 2003, a 76 en 2004 y va por 55 este año. La intensificación de nuestras acciones durante estos últimos meses refleja la mutación de la Yihad internacional. Los peligros se suman: los activistas del Grupo Islamista Combatiente Marroquí o los de las filiales iraquíes se han incorporado a las filiales bosnias, afganas o chechenas. Varias categorías de individuos representan un peligro: los yihadistas formados, o que han combatido en Bosnia, Afganistán o Chechenia, y jóvenes sin experiencia de combate ni referencias, pero radicalizados y dispuestos a participar en la Yihad. En el 19º distrito, en París, hemos observado a jóvenes muy decididos a ir a Irak para luchar allí. Cinco franceses ya han muerto en un atentado suicida. Respecto a los saudíes del 11 de septiembre, el yihadista francés es más burdo, más joven, pero más radicalizado y comprometido que hace algunos años. La facilidad para el adoctrinamiento de esos jóvenes es preocupante. En cambio, no creo que los grupos terroristas tengan la posibilidad de emplear técnicas bioterroristas a escala de destrucción masiva. Sin embargo, su utilización simplemente artesanal sería suficiente para provocar el pánico.
Mantenemos en prisión a los detenidos franceses de Guantanamo, pues estaban lo suficientemente decididos como para representar un peligro. Consideramos que su encarcelamiento preventivo era necesario. Si los franceses no se ofenden por ello es porque confían en nosotros. Estamos obligados a tomar medidas frente a una amenaza activa con ramificaciones internacionales, pero nuestro sistema es profundamente democrático y se garantizan las libertades. Nuestra respuesta es judicial, y no militar. Considerar la lucha antiterrorista como una guerra aumenta los riesgos, pues es dar a los terroristas un reconocimiento y un eco adicionales. De igual manera, no hay que ceder a las tentaciones del momento y autorizar la tortura.
Al nivel europeo, hemos puesto en práctica herramientas que mejoran los procedimientos: orden de arresto europeo, congelación de los haberes, etc., pero este sistema puede todavía mejorarse. Ese es uno de los objetivos del Libro Blanco lanzado por el ministro del Interior, que establecerá las orientaciones estratégicas para la lucha antiterrorista.

Fuente
Le Monde (Francia)

«El yihadista francés es más burdo, más joven, más radicalizado», por Pierre de Bousquet, Le Monde, 25 de mayo de 2005. Texto adaptado a partir de una entrevista.