Aunque pueda parecer paradójico, soy un príncipe que está a favor del fortalecimiento de la sociedad civil. No creo en relaciones paternalistas. Todas las sociedades atraviesan esa fase que no es más que una etapa de su desarrollo. Creo en el progreso, en la revolución del entendimiento, pero no es indispensable cambiar la estructura del Estado. Un Estado democrático puede construirse con ayuda del gobierno, y no hablo de un gobierno laico, pues los conservadores no lo aceptarían en nuestra región. En nuestro país la religión es inseparable del Estado, los creyentes practicantes y los valores religiosos desempeñan un gran papel. Pero la religión, claro está, no debe servir de pantalla para ocultar intereses políticos. Los libaneses tienen un dicho que me agrada: la religión corresponde a Dios, la patria le corresponde a todos.
Creo en el poder del intelecto. En estos últimos tiempos no hay grandes ideas en el mundo árabe, las situaciones revolucionarias siempre han surgido cuando se ha desmoronado la idea de la unidad árabe. El conflicto israelo-árabe ha precipitado las cosas. En los años 50 el mundo árabe se vio sacudido por revoluciones ocurridas en Egipto, en Irak. Las ideas nacionalistas de Nasser predominaron en los años 60. Hoy en día la situación revolucionaria emana de la lucha contra el terrorismo, e infelizmente muchos gobiernos han asumido ese combate como un pretexto para restringir las libertades más que para fortalecerlas.
A todo el Medio Oriente le resultan terriblemente agobiantes sus relaciones bilaterales con los Estados Unidos. Los norteamericanos han comenzado a llamar «Gran Medio Oriente» a la inmensa región que va desde Marruecos hasta Bangladesh, una de las regiones más populosas, pobres y peligrosas del mundo. En esa área no existe ninguna institución de seguridad regional porque cada capital se dirige a su vecino por intermedio de Washington. No hay un programa concreto de ayuda para el desarrollo regional. Los Estados Unidos promueven la democracia pero de manera individual, por países, y esa democracia no es la misma para Egipto que para Siria, sin hablar de Israel, que está al borde de la guerra civil. La región debe salvaguardarse de la amenaza nuclear militar. ¿Por qué Israel no hace lo que le exige a los otros?
Exhorto a la creación de una Asamblea del Medio Oriente para el diálogo entre los pueblos de la región. Llamémosla, por ejemplo, MECA (Middle East Citizens Assembly). Pienso que la declaración de George W. Bush sobre el «Gran Medio Oriente» es hermosa, pero hueca. La democracia no provendrá del exterior. Uno de los problemas de la política actual son los misioneros extremistas. Estos son algunos cristianos norteamericanos y sionistas israelíes. Curiosamente, vemos que hasta se crean alianzas entre ellos. Por una parte vemos que se insta a lanzar unas cruzadas y, por otra, vemos que se insta a la yihad.
Los pueblos son los agentes de la democracia, los que deben construirla y disfrutar de ella. No obstante, son los ricos quienes acumulan fortunas gracias a la influencia extranjera y ello da lugar al extremismo. Debemos tomar como modelo a la Unión Europea y aplicar una antropo-política, hecha para el hombre, en lugar de aplicar una petro-política.
«Ближний Восток сильно страдает от отношений с США», por El Hassan bin Talal, Vremya Novostyey, 25 de mayo de 2005. Este texto ha sido adaptado a partir de una entrevista.
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