Volviendo al socialismo del siglo XXI, me parece que conviene considerar algo crucial que estuvo entre las causas de la caída del llamado “socialismo real”, versión de Stalin: las doctrinas que he llamado eticosalvadoras, porque permiten pasar demasiado fácilmente de Cristo a Torquemada y de Marx a Stalin [4].
Las doctrinas eticosalvadoras hormiguean, hasta en el cine. Ahí está La guerra de las galaxias, con sus caballeros Jedi saltando en masa la talanquera hacia el Lado Oscuro de la Fuerza [5].
No, no es chiste. Mira la multitud de caballeros Jedi de izquierda convertidos en Siths, o sea, en el último estado de la ética profesada por George Lucas en su saga.
No es chiste, pero es risible es que los brincones andan indignados con los que nunca saltamos la talanquera.
Se declaraban de izquierda, antimperialistas, luchadores sacrificados que se negaban los placeres hasta de la carne (las camaraditas eran “intocables”), decretaban que cualquier placer era burgués, que un día en la playa era un descuido imperdonable porque el Imperialismo no duerme, que un espectáculo en el Aula Magna era una traición mientras el pueblo del Vietnam luchaba contra el yanqui invasor, etc. Eran un fastidio.
Pero también eran patéticos ya cuando todavía eran de izquierda. Iban a sabotear a Atahualpa Yupanqui en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela. Yupanqui tuvo que decir irónicamente que iba a cantar bajito para que los revolucionarios “de verdad” pudieran gritar sus consignas. Marcel Marceau estuvo a punto de suspender una función por la misma causa.
Cuando la ignorancia se une con el fariseísmo, es la infamia. Fariseísmo porque nunca supe que ninguno de aquellos ultrarrevolucionarios se hubiera ido a luchar al Vietnam. Sí supe de muchos que se tomaron fotos con fusiles en el Jardín Botánico de la UCV y luego alardear de guerrilleros. Muchos de ellos están ahora en la ultraderecha “ultramontana, recalcitrante y repugnante”, como la llama el secretario General de Acción Democrática, Henry Ramos Allup, haciendo resistencia al “rrrÉgimen” en hoteles cinco estrellas. Si hubiera una ley que prohibiera el ridículo, y se cumpliera, habría un gentío preso.
La médula está en el contraste héroe/traidor. No puede haber uno sin el otro. Igual no puede haber belleza sin fealdad. Y viceversa. Por eso Pegaso, el caballo alado, el animal mítico más hermoso concebido por la mente humana, nace del ser más horripilante: Medusa, la de cabellos de serpientes, cuya imagen antiestética causaba tanto horror que quien la veía, hasta un héroe, se asustaba tanto que se volvía de piedra. Poderosa metáfora para describir el espanto, pero también para subrayar, por contraste, la belleza de Pegaso. También Venus, la diosa de la belleza y del amor, nace de la castración de Urano, por parte de Cronos. Los genitales de Urano provocaron en su caída al mar la espuma de donde nació Venos.
Igual conviven el bien y el mal. Cuando se eleva a heroísmo la lucha contra la injusticia, se abre la puerta a esa convivencia y connivencia asiduas e íntimas entre ser revolucionario y agente de la CIA. Nunca se sabe cuándo se va a saltar la talanquera, tal vez en pleno golpe de Estado, la misma noche del 11 de abril de 2002, cuando Luis Miquilena se ofrecía abiertamente por la televisión como sucesor de Hugo Chávez. Me pregunto si esos brincones alguna vez creyeron de verdad en lo que profesaban, si Miquilena sentía lo que decía en la instalación de la Asamblea Nacional en el Aula Magna: que volvía a la primavera en el otoño de su vida.
Lo digo con todas sus letras: Teodoro Petkoff y Pompeyo Márquez, entre otros, instigaron a matar. No otra cosa es promover la lucha armada. No está vituperable ir a la guerra y matar. Eso depende, Bolívar lo hizo. Lo que sí es vituperable es que luego de aquella refriega de los años 60, de tantos que invirtieron su mocedad en aquello, tantos que perdieron la vida allí y/o fueron torturados atrozmente por agentes de la CIA, entrenados en la Escuela de las América, ahora Pompeyo y Teodoro estén ahora con los torturadores. Busco y busco en el diccionario y no encuentro otro término que traición. ¿Ves cuánta vecindad hay entre el héroe y el traidor? Sobre todo en el héroe farisaico, que tiene tierra tan fértil en las doctrinas eticosalvadoras.
Por eso propongo para este socialismo del siglo XXI superar esas doctrinas, tan peligrosas. Lo saben los santos, que deben luchar contra las tentaciones del Demonio y demás épicas éticas. Como los caballeros Jedi luchan contra la tentación del Lado Oscuro de la Fuerza. Luzbel (‘luz bella’) fue originalmente el ángel más hermoso, que un día quiso ocupar el trono de Dios. Este lo conmina a dejar la celeste curul y Luzbel se niega, por lo que Jehová Dios lo envía a los infiernos, donde se convierte en el ser más horripilante.
De los siete pecados capitales, el más productivo es la soberbia. Conduce a la ira, a la prepotencia, a subestimar al enemigo. El ser humano más soberbio conocido, Hitler, tuvo la derrota más humillante. Y soberbia comienza cuando un revolucionario acusa a otro revolucionario de no serlo, como hacía Stalin. Ahí comienza tu error, tu peligro de saltar la talanquera, de creerte más alto que Dios. Lo vi en revolucionarios de París, que decían que Fidel Castro era un traidor, porque no apoyaba ciertos movimientos guerrilleros. Hoy son funcionarios del Fondo Monetario Internacional y sus artículos son recomendados por el sitio Web de la CIA.
Por eso propongo un modelo diferente, que no oponga el bien con el mal, a Dios y al Diablo, al héroe y al traidor, al revolucionario y a Pompeyo. Olvidemos a Pompeyo, a Teodoro, no sigamos obsesionados con Norteamérico Martín, con Luis Miquilena. Allá ellos con el infierno que se labraron, condenados a pasar la vida explicando y justificando su opción, deshonrándose en cada línea que escriben, desdiciéndose de décadas de escritos socialistas para ahora decir que el socialismo, en nombre del cual mataron o instigaron a matar, es el Mal.
Por eso la oposición intelectual se empecina en achacarnos stalinismo a los que seguimos siendo como ellos fueron hace años. Se indignan porque uno sigue siendo lo que ellos fueron. Hace esos añitos ellos despedazaban a quien se tomara un coñac o asistiera a un bailecito porque eran “graves debilidades”, como Pastor Heydra, cuando era comunista, reconviniendo severamente a unas camaraditas en un pasillo de la Facultad de Humanidades de la UCV, porque “las camaraditas no deben dar mal ejemplo a sus condiscípulas”. Ni Catón El Viejo, llamado El Censor, ni un cura del Opus Dei lo hubieran hecho con rigor más estricto. Ahí tenemos ahora a Pastor Heydra: te dejo a ti la tarea de calificarlo.
Ya está bueno de ese juego. La lucha contra la injusticia, insisto, es cuestión de sensatez. Una vez un portero de algún ministerio le preguntó a Aquiles Nazoa qué deseaba. Nazoa respondió:
- Deseo que haya paz, que los niños tengan escuelas, que los enfermos tengan hospitales.
Etc. El portero, tal vez desconcertado, tal vez regocijado, tal vez ambas cosas, lo hizo pasar.
Vuelvo con la idea de Manuel Brito: Don Quijote es la historia de un hombre cuerdo, porque es sensatísimo luchar contra la injusticia. Locura es tolerarla, protegerla, justificarla con cualquier pretexto.
Lo peor que tienen los villanos, los malvados, es instigarte a volverte como ellos, adoptando sus procedimientos desaseados. Es su triunfo. Cuando nos comportamos como ellos, nos volvemos como ellos y es entonces cuando la vieja ramera, amargada por su destino, dice ante la niña virtuosa: “Ya la veré igualita a mí, por las calles buscando clientela”.
Jean-Paul Sartre decía, cuando la Ocupación de Francia por la Alemana Nazi, que a pocos metros del Café Les Deux Magots, donde escribía, estaban deshumanizando a un ser humano. Lo estaban torturando para que delatara a sus compañeros. Si lo hacía, se convertía en un traidor. Si no, se convertía en un héroe. En ambos casos lo deshumanizaban, porque lo convertían en un ser execrable o venerable, distante e indigno de los mortales normales.
Por eso no me cae bien Parsifal, el héroe puro, que triunfa sobre las tentaciones de la carne a que instiga Kundry, enviada por el traidor Klingsor.
Curiosa historia profesada por el ladino Wagner, tan alejado de comportarse como sus héroes puros. Era solo literatura del chantaje. Los héroes de Victor Hugo me caen mejor porque hacen sus hazañas en silencio, sin exhibicionismo operático.
Propongo considerar estas advertencias para nuestra reinvención del socialismo, para no seguir tropezándonos con tanto saltador de talanquera o, quién sabe, no saltarla un día nosotros mismos. Por eso, en la Av. Universidad, aquel 11 de abril de 2002, expuesto a la ira de la contra sifrina y a sus francotiradores fríamente apostados sobre mi cabeza, sin que mi cabeza lo supiera, mi mayor temor no era que me mataran, sino convertirme en un héroe. Menos mal que no fue así.
[1] analitica.com/bitblioteca/roberto/stalin.asp
[2] analitica.com/bitblioteca/roberto/stalin.asp
[3] analitica.com/bitblioteca/roberto/stalin.asp
[4] analitica.com/bitblioteca/roberto/stalin.asp
[5] Ver “Contra la ética Jedi”, en Últimas Noticias, sábado 21 de mayor de 2005, p. 45. También en analitica.com/bitblioteca/roberto/jedi.asp
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