No vale la pena preguntarse por qué no deja de disminuir el apoyo de la opinión pública a la guerra de Irak; todas las primeras planas de los diarios sólo hablan del reinado del terror de los rebeldes. En lugar de describir a nuestros enemigos como a gigantes terroríficos, deberíamos mejor insistir en sus debilidades. Los insurgentes iraquíes carecen de muchas cosas para lograr aquello que consiguieron los rebeldes argelinos en los años 50 y los afganos en los 80.
A los rebeldes iraquíes les faltan organización y mando central unificado. Sólo cuentan con el apoyo de una minoría en el seno de la comunidad sunita, a su vez minoritaria en el país. No controlan grandes porciones del territorio, sólo lograron controlar Faluya durante seis meses. Tampoco pueden lanzar grandes ofensivas. Pero la mayor debilidad de la insurrección es haber pasado de la condición de movimiento de liberación nacional a la de movimiento que lucha contra un gobierno electo democráticamente. Los grupos nacionalistas ganan con frecuencia las insurrecciones, al igual que los movimientos que logran la movilización contra regímenes incapaces de evolucionar, pero este no es el caso ante un gobierno democráticamente electo. Sin embargo, ello no quiere decir que la insurrección será vencida con rapidez sino que mientras el poder iraquí se fortalece la insurrección pierde terreno.
La única ventaja de la insurrección es que aún recibe con regularidad la ayuda de combatientes del exterior. No obstante, Estados Unidos logrará vencerla con paciencia.
«Why the Rebels Will Lose», por Max Boot, Los Angeles Times, 23 de junio de 2005.
«Iraqi insurgency lacks ingredients for success», Christian Science Monitor, 27 de junio de 2005.
Manténgase en contacto
Síganos en las redes sociales
Subscribe to weekly newsletter