Robert Mugabe es el Slobodan Milosevic africano. Reúne los peores aspectos de la Guerra Fría y de la «guerra contra la tiranía». Al igual que Milosevic, que pasó del comunismo al fascismo después de la Guerra Fría, Mugabe pasó de su condición de revolucionario a la de dictador tribal cleptócrato. La gran diferencia es que Milosevic está en la cárcel, y Mugabe no.
El dictador de Zimbabwe podría dar clases a Milosevic y a Vladimir Putin sobre lo que es el fraude electoral. Falsificó los resultados de las tres últimas elecciones en sólo cinco años. Durante las últimas que se celebraron, prohibió la entrada de la prensa extranjera a su territorio, prohibió realizar manifestaciones bajo pena de 20 años de prisión y como el gobierno controla la distribución de los alimentos, el oponerse a él significa verse sometido a condiciones de hambruna. Ya son sólo los sacerdotes quienes se oponen a su gobierno.
Por ese motivo, el arzobispo Pius Ncube se ha convertido en el blanco puesto en la mirilla. Ncube había anunciado que las elecciones serían manipuladas y lo fueron.
La presencia de Mugabe en el poder constituye un reto a la doctrina prodemocracia de George W. Bush. Por el momento, invocando su lucha contra el racismo y el colonialismo evita toda crítica internacional. Asimismo, puede contar con el apoyo del presidente sudafricano Thabo Mbeki. Este, que vive a la sombra de Nelson Mandela, no quiere enfrentarse a alquien que sigue considerando como uno de los «combatientes de la libertad» del siglo XX. Ahora bien, sin Suráfrica, todo tipo de sanción internacional sería en vano.
¿Qué hacer? Aunque la muerte de Juan Pablo II sumió en la incertidumbre las elecciones en Zimbabwe, existe, no obstante, una «opción Juan Pablo»: un papa africano permitiría ejercer presión sobre las dictaduras africanas. Un papa africano podría servir de inspiración a África tal como Juan Pablo lo hizo en la Europa del Este. Sería un primer paso para poner a Mugabe en la cárcel.
Christian Science Monitor
Referencia: «Mugabe and the ’John Paul’ option», por Austin Bay, Christian Science Monitor, 12 de abril de 2005.
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