El nuevo presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, no ha perdido tiempo en alertar al mundo acerca de sus propósitos nucleares. Durante su primera conferencia de prensa después de su elección, resultado de una votación manipulada, Ahmadineyad reafirmó el «derecho» de Irán a poseer una tecnología nuclear. Declaró que las negociaciones con los europeos proseguirían siempre que se mantenga «el derecho de la nación iraní a utilizar la energía nuclear». El problema es que los europeos no ejercen presión alguna sobre Irán, sino que se contentan con ayudarlo cada vez más.
Durante la última reunión del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), el vicedirector Pierre Goldsmith acusó una vez más a Irán de falsificar los informes, pero dicho organismo no tiene intención política alguna de sancionar a ese país a pesar de la reiterada insistencia de la embajadora estadounidense. Esta ha sido siempre fustigada por el representante alemán que, en el seno del OIEA, repite el pensamiento político de Gerhard Schröder: tratar cada vez con más gentileza las violaciones iraníes. La administración Bush ha rechazado esta lógica pero, infelizmente, no puede contar ni con Alemania, Rusia, China ni Francia en el Consejo de Seguridad de la ONU. No obstante, el tiempo apremia.
El programa nuclear iraní fue lanzado nuevamente por Rafsandjani en 1985 y durante 20 años Teherán ha trabajado con las redes del Dr. Khan, el negociante nuclear paquistaní. Desde 1995, pudieron beneficiarse de la tecnología nuclear rusa, y después de la china. Actualmente, hay evidencias tangibles de que Irán posee ojivas nucleares. Muy pronto contará con misiles para portarlas. Se trata de un problema urgente para los Estados Unidos e Israel.
«The coming nuclear showdown with Iran», por Kenneth Timmerman, Jerusalem Post, 4 de julio de 2005.
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