Las recientes medidas del presidente ruso desencadenaron un verdadero blitzkrieg mediático en Occidente y hasta en Alemania. Según las críticas, Putin hacer peligrar la marcha de Rusia hacia un Estado liberal y constituye un retroceso en relación con los progresos de la época de Yeltsin en cuanto a la propiedad privada y la libertad de prensa. Esto no es cierto y el canciller Schröder, favorable a Putin, parece saberlo muy bien. Putin heredó un país enfermo, el área económica rusa no era homogénea debido a la enorme cantidad de barreras administrativas regionales. El presidente reguló las inversiones, la insolvencia y el control fiscal, disminuyó los impuestos y ahora se está produciendo una reforma judicial. Todas esas leyes están orientadas hacia las normas internacionales.
En el plano regional existen algunas dificultades para hacerlo, según German Gref, ministro de Comercio, los oligarcas utilizaron su poder financiero para controlar a los diputados, los jueces y los medios en las regiones. De ese modo, Mijail Khodorkhovski intentó sabotear la nueva situación legislativa a nivel federal, y declara que un día le expresó: «lo siento mucho, pero, o retiras esta ley o pierdes tu puesto, tú eliges». La tragedia de Beslan también debilitó la integridad de Rusia como Estado federal. Esa acción caótica e insensata le mostró a Putin que la lucha antiterrorista exige una estructura de decisión eficaz entre el Estado y las regiones. La amenaza provino del islamismo fundamentalista, esa mezcla étnico religiosa que anima los pequeños Estados de mayoría musulmana del Cáucaso. Los gobernadores habían sido nombrados por Yeltsin hasta 1995.
Durante la presidencia de Yeltsin, los medios de difusión solicitaron del Estado y de los oligarcas un financiamiento que los convirtió en máquinas de propaganda en vez de fuentes de información independiente. Putin puso algunos bajo el control del Estado y reguló los precios de la publicidad para lograr más transparencia. Las empresas también revisaron sus prácticas en lo tocante a la contabilidad.
¿Qué conclusión sacaron los rusos de esa consolidación de la autoridad política? Los sondeos muestran que sigue contando con el apoyo de la mayoría de la población. Cuando termine la fase de consolidación del poder surgirán estructuras liberales en ese inmenso país caótico. Las relaciones entre Alemania y Rusia deben continuar en esa óptica.
«Gebt Putin eine Chance», por Padma Desai, Die Welt, 9 de marzo de 2005.
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