La paz consiste en resolver los problemas sin violencia y sin pasar por alto las normas convencionales. Lo que denominamos Estado de derecho es una vida en común según reglas de juego bien definidas. Ello es válido en el plano nacional, y debería serlo también en el plano internacional. No es la ley del más fuerte la que debe prevalecer, aunque ciertas organizaciones tienen una especie de monopolio de la fuerza. Un conflicto entre dos países debe ser resuelto por una organización del tipo de las Naciones Unidas que Austria debe apoyar. Yo no propondría para Europa el modelo de neutralidad austriaca, que tiene sus razones históricas específicas, la neutralidad no es un producto que se exporta. No resulta paradójico que Austria pueda intervenir también gracias a su condición de miembro de la Unión Europea, aunque sólo se trate de operaciones de paz. Yo solicitaría que ello solamente se hiciera con un mandato de la ONU. El Parlamento tiene la posibilidad de pronunciarse en ese sentido.
He declarado que la fuerza no debe emplearse de forma desmesurada, pero no quisiera que eso se malinterpretara. Debemos, por supuesto, garantizar la seguridad de nuestros compatriotas, pero debemos mantener la cabeza fría y no dirigirnos hacia una guerra de civilizaciones o de religiones. Tal como lo recordaron el Ministerio del Interior y otras instancias, la amenaza es menos probable en nuestro país. Al igual que Tony Blair, pienso que ahora es innecesario el odio, y necesaria la esperanza.
«Nicht auf einen Krieg der Religionen hinsteuern», por Heinz Fischer, Der Standard, 11 de julio de 2005. Texto adaptado a partir de una entrevista.
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