Después de los atentados, puede oírse esta frase en Alemania: «¡Qué bueno que no estamos en Irak!». Sin embargo, estamos en Afganistán. Saber si ello es moral o no, lo decidirá la historia. El reflejo moral correcto, el de decir que nosotros deberíamos vivir en Alemania una masacre como esa para no tener este aire tan hipócrita, sería pensar de una forma sumamente inhumana. La experiencia alemana específica del terror demuestra que la iniciativa Kinkel [1] y el rechazo de la escalada eran, entre todas las malas soluciones, las de mayor eficacia.
La reacción de Schilly [2]: «También aquí hay un peligro latente, aunque no sea tan agudo» fue considerada por todos como sensata y prudente.
Ahora escucharemos en Alemania que los musulmanes deben aislarse. Eso me recuerda el llamado hecho a los católicos alemanes pidiéndoles mantenerse al margen de los atentados en Irlanda del Norte. O apoyamos esa tesis que plantea que el terror que utiliza el Islam como justificación no tiene de hecho nada que ver con el Islam, u optamos por la guerra de religiones, lo que seguramente complacería a los terroristas.
«Wie geht es uns, Herr Küppersbusch?» por Friedrich Küppersbusch, Die Tageszeitung, 11 de julio de 2005. Este texto ha sido adaptado de una entrevista de la cual sólo hemos tomado lo que se relaciona con los recientes atentados de Londres.
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