Las semejanzas entre los atentados de Madrid y los de Londres son tan evidentes que cualquier comentario parece superfluo. En realidad, las diferencias entre esos hechos son quizás más reveladoras que los puntos en común.
En España, esos atentados ocurrieron unos días antes de las elecciones del 14 de marzo de 2004. Las encuestas anunciaban la victoria de José-María Aznar y del Partido Popular, pero el vencedor resultó ser el Partido Socialista Español y ello afectó la comprensión del hecho. Al cabo de dieciséis meses de esos acontecimientos, una comisión parlamentaria española ha analizado lo ocurrido concentrándose en las políticas del gobierno de Aznar. Los socialistas le reprochan a éste haber inculpado con demasiada rapidez a ETA por motivos electorales. Los conservadores, por su parte, se concentran en defender su situación y se preguntan sobre las zonas oscuras en los vínculos entre ETA y los terroristas, y entre los sospechosos y los servicios secretos marroquíes.
Al mismo tiempo, la investigación marcha a paso de tortuga debido, sin duda, a la explosión que mató a los principales sospechosos en las afueras de Madrid. Las personas que fueron arrestadas no contaban con autoridad para planificar los atentados. La investigación se tambalea y el atentado no ha hecho más que agudizar las tensiones y las divisiones existentes en la sociedad española.
«Madrid’s vanished horror», por Víctor de la Serna, The Guardian, 8 de julio de 2005.
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