Puede afirmarse que toda la humanidad entró ayer en el quinto año de la nueva era que se inició con los ataques terroristas del 11 de septiembre en los Estados Unidos. Antes y después del 11 de septiembre han ocurrido acontecimientos más terribles en la historia de la humanidad, pero esa fecha constituye una señal de reconocimiento de esa nueva era. Por primera vez en la historia de la civilización, todas las bases que estructuran la existencia social de la humanidad fueron aniquiladas instantáneamente en un acto de barbarie. Primero fue un golpe magistral contra la noción de Estado, lo cual demostró que el Estado tal como se concibe actualmente no es ya una forma eficaz de organización y de protección de la vida humana.
Después, ese atentado constituye una prueba del fin de la civilización cristiana y quizás hasta de la civilización de acuerdo con los fundamentos religiosos. La esperanza de ver surgir valores comunes a toda la humanidad han demostrado ser simples ilusiones. Incluso la vida humana no es un valor común.
La tragedia del 11 de septiembre cambió las nociones fundamentales de la guerra y la paz. El adversario está en todas partes y a la vez no está en parte alguna, la guerra nunca está ahí, pero siempre lo está. Pueden destruirse todos los «Al Qaedas», pero sus métodos podrán ser utilizados de nuevo.
Lo que se observa es una ruptura metafísica de la humanidad; la mayoría ya no decide, permanece pasiva. La única consecuencia positiva es el vínculo verdaderamente fisiológico entre las personas en los cuatro confines del planeta ante un peligro común: nunca antes había alcanzado tal envergadura.
«Революция 9/11», por Semen Novoprudsky, Vremya Novostyey, 12 de septiembre de 2005.
Manténgase en contacto
Síganos en las redes sociales
Subscribe to weekly newsletter