Con el apoyo de la población a su proyecto, reflejado en nueve triunfos electorales desde 1998, el Presidente de Venezuela, Hugo Chávez, afirma que de ahora en adelante el país marchará “ras”: rumbo al socialismo.
Con tal propósito, el carismático Jefe de Estado ha comenzado a dedicar al tema espacios crecientes en sus maratónicos discursos, que son más bien conversaciones con la población, como su habitual programa dominical radio televisado Aló Presidente.
La tarea de Chávez no es fácil, si se tiene en cuenta que se trata de un país tradicionalmente cercano a Estados Unidos y donde sus fuerzas armadas, tecnócratas, políticos y empresarios se educaron mirando al norte y en muchos casos en el norte.
La población en general, integrada en un 80 por ciento por pobres, tampoco pudo quedar al margen de toda la campaña ideológica de los medios de difusión y la sociedad dominada por un patrón anti-comunista.
Sin embargo, la tarea del Presidente de la República parece fácil, cuando expone las razones por las cuales Venezuela, un país rico en petróleo y otros recursos naturales, sufre de una pobreza extendida.
El capitalismo, explica, no podrá resolver los problemas de desempleo, miseria, insalubridad o analfabetismo, porque por su esencia requiere mecanismos injustos para funcionar.
Por el contrario, Chávez expone que en seis años de gobierno de proyección socialista se logró alfabetizar a 1,5 millones de venezolanos, se crearon sistemas de salud para toda la población, se fortalece la lucha contra el latifundio y comienza a bajar el desempleo.
En alusión a los errores cometidos en el pasado, que provocaron el derrumbe del socialismo europeo, el Presidente venezolano propone lo que define como un Socialismo del siglo XXI, cuyo alcance convocó a debatir por toda la población.
El socialismo que propone, ha dicho, es cristiano y ofrece una particular interpretación de las palabras bíblicas atribuidas a Jesucristo: “Mi Reino no es de este mundo”.
Chávez cree ver en esta afirmación cristiana un símil con uno de los últimos pensamientos del Libertador, Simón Bolívar, cuando afirmó que su proyecto de integración americana no podía realizarse en aquel momento, pero seguía vigente para el futuro.
Según su valoración, lo que Cristo quiso decir en aquel momento es que su prédica de justicia y amor no podía ser aplicada en “aquel mundo”, pero en un sentido temporal, pues no se refirió a otro lugar físico fuera del planeta Tierra.
Aunque muchos exegetas no concuerden con esta interpretación, Chávez está convencido de que -al menos para Venezuela- llegó el momento de vivir en el Reino de Jesús, el socialismo renovado y vigorizado, que aprendió de sus propios errores.
Cuáles serán las características de ese socialismo no están claramente definidas por los teóricos, pero ya existen indicios a partir del desempeño y proyecciones de la Revolución Bolivariana.
En el tema de la propiedad, clave para definir un sistema de producción, Chávez impulsa las cooperativas y la cogestión (entre obreros y patrones y entre obreros y Estado), al tiempo que admite la privada y estimula a los empresarios a sumarse a su proyecto.
Tanto el tema de la cogestión como el de la propiedad privada ha motivado polémicas y puntos de vista encontrados, en un debate público que apenas comienza, marginado por requerimientos más perentorios para la consolidación del proceso.
Muy probablemente, el debate sobre los fundamentos teóricos de su propuesta deba espera hasta que pasen las elecciones presidenciales de diciembre de 2006 que le darían otro nuevo mandato.
Por lo pronto el Jefe de Estado venezolano puso en marcha una serie de planes que tienen mucha cercanía con los principios socialistas, particularmente en los fundamentos sociales del sistema.
Gracias a ese esquema, por primera vez en la historia millones de venezolanos están recibiendo beneficios de una cuantiosa renta petrolera que antes quedaba en las cuentas bancarias de las empresas transnacionales y los oligarcas nacionales.
Programas como la Misión Barrio Adentro utilizan petrodólares para mantener consultorios médicos, centros de diagnósticos y en una tercera etapa modernizar hospitales, con el propósito de atender la salud pública, empeño que se acerca a los 15 millones de personas.
Además del programa de alfabetización de 1,5 millones de personas, el Gobierno estableció planes que permiten a personas de escasos recursos realizar estudios, primarios, secundarios y hasta universitarios.
Con los Mercados de Alimentos (MERCAL), las autoridades distribuyen a precios subvencionados unas 5.000 toneladas diarias de productos en unos 14 mil centros que han atendido en dos años a más de 120 millones de clientes.
La Misión Vuelvan Caracas está destinada a la capacitación laboral de más de 265 mil personas en su mayoría desempleadas, a las que luego se les otorga medios de producción, respaldo financiero y asesoramiento técnico para la integración de cooperativas.
Programas similares benefician a indígenas, mujeres y otros sectores de la sociedad que siempre quedaron al margen de los ingresos del rico país petrolero en el contexto del sistema capitalista que hoy se pretende sustituir en Venezuela.
En sus alocuciones, en las que a menudo recita y canta, Chávez argumenta con estas y otras razones su propuesta de cambios, en la que petróleo y socialismo se conjugan en el intento de proclamar en el país sudamericano el bíblico Reino de Este Mundo.
Prensa Latina
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