La reciente visita del secretario de Defensa de Estados Unidos Donald Rumsfeld a Paraguay, no es sólo la "extensión del proceso de guerra" de Washington contra la región "cuyas consecuencias serán lamentables y nefastas" como lo denunció el Servicio de Paz y Justicia (Serpaj) de ese país, sino la precisa continuidad de su esquema de Guerra de Baja Intensidad (GBI) prevista en los proyectos para los años 2000, con avanzados trazos de militarización, como los Planes Colombia, Puebla Panamá, Iniciativa Andina y otros que muestran su decisión de intervenir en América Latina.
Las acusaciones estadounidenses de injerencia de Cuba y Venezuela en la política de Bolivia, que tiene por otra parte una extensa historia de rebeliones populares desde mucho antes que existiera la revolución cubana y por supuesto el gobierno del presidente Hugo Chávez en Venezuela, viene envuelta en un paquete mucho más amplio. En realidad Estados Unidos se ha tomado literalmente Paraguay, porque los acuerdos para la presencia de sus tropas en maniobras hasta el año 2006, con el compromiso de renovar lo acordado, coincide con la instalación de oficinas regionales del FBI, la CIA y la DEA en Asunción, la capital.
Ya durante la larga y cruenta dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989) convertido en el socio privilegiado de Washington, ese país pequeño con una de las embajadas estadounidenses más grandes de toda la región, había establecido su "centralita" de la CIA, bajo el amparo de la tiranía que dejó miles de víctimas.
Desde esas oficinas partieron infinidad de "operaciones" encubiertas de la CIA y esto fue especialmente evidente cuando desde allí se envió dinero y agentes para preparar el derrocamiento del presidente chileno Salvador Allende, como se comprobó luego cuando Estados Unidos logró coronar el golpe del 11 de septiembre de 1973 que colocó en el poder al dictador Augusto Pinochet.
Fue entre Stroessner y Pinochet que se trazaron entre 1974-75 los primeros pasos de la siniestra Operación Cóndor, coordinadora criminal de las dictaduras del Cono Sur, extendida a otros lugares de América Latina y que en los años 70-80 dejó innumerables víctimas. Se trataba de espiar, vigilar secuestrar, intercambiar o matar a políticos perseguidos como se hizo con varias figuras prominentes y militantes que los dictadores quisieron sacar del camino.
Los nuevos compromisos asumidos por Paraguay convierten a este en un país ocupado por el tipo de fuerzas especiales que son parte del esquema de Despliegue Rápido que necesitan los estrategas de la Guerra de Baja Intensidad (GBI). Esto es estar en un lugar estratégico con fronteras con países claves en este momento de América Latina, con estructuras como el Aeropuerto de Mariscal Estigarribia, a unos 250 Km de la frontera con Bolivia donde pueden aterrizar grandes aviones de transporte de equipos de guerra de Estados Unidos y tropas.
Allí pueden ser alojados fácilmente miles de soldados norteamericanos en una emergencia. No se trata sólo de levantar bases en un lado u otro. De hecho el Comando Sur se ha diversificado desde su central estadounidense en diversas bases estratégicas. Algunas más antiguas y otras nuevas como la de la isla de Manta en Ecuador, o los asentamientos ya existentes en el Chaco paraguayo y en buena parte de los países latinoamericanos. Colombia es hoy por hoy, como se dice, un portaviones de Estados Unidos. Pero Paraguay puede serlo a corto plazo, y si se siguen de cerca los trazados de la militarización se puede ver fácilmente la posibilidad de contacto entre esas tropas y el esquema de cerrojo desde distintas fronteras sobre los países que consideran claves.
Conjuntamente con esto van aplicando los planes de desestabilización sobre diversos gobiernos, con el apoyo directo de las derechas mercenarias de nuestros países, que controlan la mayoría de los medios de comunicación como testaferros de Washington, y debilidades de algunas izquierdas que califican de "conspiradores" a los investigadores de la política conspirativa y bien documentada de Estados Unidos.
La perversidad de la constante conspiración estadounidense, cuya historia está escrita y documentada, hace necesaria una política precisa de las fuerzas progresistas y la denuncia permanente.
Aún muchos gobiernos no se han pronunciado ni han informado a sus pueblos sobre el significado de la presencia de las tropas en Paraguay ni realizado un trazado de todos los lugares donde estas están, no sólo en bases mayores o menores, sino en asentamientos que van quedando a través de las maniobras y de la Acción Cívica, supuestamente "ayudas " en salud y otras, que no son sino la vieja y la renovada contrainsurgencia.
El paso de Rumsfeld y los renovados ataques contra Cuba y Venezuela, el nombramiento de un funcionario en el gobierno de Estados Unidos para manejar la supuesta "transición " cubana, tiene el mismo nivel de actividad que el llamado del ultraderechista-fascista pastor Pat Robertson de asesinar al presidente Hugo Chávez.
Robertson y Rumsfeld son connotados criminales de lesa humanidad, como cómplices y actores. A este último la historia se lo demandará más temprano que tarde, porque la matanza entre Afganistán e Irak supera lo hecho en el acto de mayor terrorismo que recuerde la humanidad como las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, (1945) tragedia que el mundo acaba de recordar.
El reverendo terrorista o "pastor del crimen" como le llaman a Robertson es un hombre ligado desde siempre al presidente George W. Bush, especialmente a su padre George Bush el ex mandatario, cuyo triunfo aseguró en su momento financiando parte de su campaña y a toda la familia en la que se mezclan política, negocios y mafias. Robertson ha participado en saqueos a países de África y América Latina y su historia se liga a lo peor de la CIA.
El gobierno de Bush, recogiendo y superando todas las experiencias imperialistas anteriores junto con las "creaciones" de los tiempos del "esplendor republicano" de la administración de Ronald Reagan dinamizará ahora sus planes tanto contra los presidentes Fidel Castro, de Cuba y Hugo Chávez de Venezuela, a quienes siempre planearon asesinar, como contra otras figuras regionales que estorban sus planes. La historia de los intentos de asesinato de Fidel Castro es una increíble saga conspirativa, tal como surge de los documentos luego desclasificados donde las operaciones armadas contra el líder cubano van desde lo más absurdo y primitivo a los más sofisticado.
Tanto las declaraciones de los funcionarios, como Rumsfeld y otros que están y que pasaron por la corte de Bush, han puesto en claro ante el mundo lo que hasta ahora se manejaba encubierto. La alineación del poder absoluto, la impunidad de ser los dueños del poder total el mundo es su fuerza y su debilidad. Han perdido todo contacto con la realidad. Irak se los está demostrando; América Latina debe prepararse.
Lo que necesita Washington es más atentados en diversos países. En Sudamérica, Estados Unidos pregona la complicidad de los inexistentes "terroristas" de la Triple Frontera, mintiendo a sabiendas. Inventan acciones que no existieron y siembran las fantasías de que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) están en todas partes. Con tropas en lugares estratégicos –y decir tropas es decir fuerzas especiales de operaciones encubiertas y agentes de inteligencia– que pueden trasladarse fácilmente al amparo de algunos gobiernos, como el de Paraguay, los estrategas de la muerte pueden producir atentados en cualquier país de América Latina. Y especialmente está en la mira el Cono Sur.
Esto les serviría rápidamente para "entrar en acción" y obligar a los gobiernos de la región a apresurar acuerdos como el de Paraguay en función de la lucha antiterrorista, tal como lo trazaron en los diseños de Baja Intensidad en los años 90, más de diez años antes del atentado contra la Torres Gemelas y esa puesta en escena de aviones volando por todo el territorio estadounidense aquel inolvidable 11 de septiembre de 2001, sin interdicción alguna, lo que le permitió a Bush comenzar la guerra sin fronteras.
Cada gobierno sometido a desestabilización que no dejemos caer los latinoamericanos, cada asesinato que se intente contra los líderes continentales, que detengamos, significará salvar a América. Pero hay que advertir a los pueblos y dar una señal de que la región se dispone a enfrentar el mayor proyecto geoestratégico de recolonización que se haya planteado en las últimas décadas para nuestro continente.
La urgencia de Estados Unidos hoy es evidente y se advierte en acciones encubiertas y de desestabilización contra gobiernos que si bien no alcanzan para señalarlos como el "eje del mal" han producido cambios "molestos".
Los temas de narcotráfico y corrupción, por ejemplo, que los medios dinamizan en cada caso, deben ser cuidadosamente evaluados por los sectores progresistas para no hacer el juego al imperio.
La instigación al crimen de Pat Robertson, de siniestra trayectoria, fue funcional con el paso de Rumsfeld por Paraguay y Perú, adonde también fue a presionar para que voten la inmunidad para sus tropas, mientras los soldados norteamericanos realizaban ejercicios militares en territorio paraguayo tocando todas las fronteras calientes de la zona.
Bolivia está en el ojo de la tormenta, tanto como Cuba, Venezuela y también Brasil y otros.
Vienen por todo. Irak ya es Vietnam. Esa madre que comenzó solitaria reclamando frente al rancho del presidente Bush por su hijo muerto en una guerra a todas luces ajena, y la siembra de cruces y las voces que comienzan a alzarse a pesar del ocultamiento de la verdad, les está planteando el escenario que no querían. Lo hicieron todo hasta ahora para evitar que Vietnam, en este caso Irak, se les recreara adentro. Ya está. Necesitan distraer con atentados y nuevos terrores aunque estos sean tan falsos como los fantasmas terroristas de la Triple Frontera que sus hombres de inteligencia están dispuestos a corporizar.
Cuba y Venezuela "han estado involucrados en la situación en Bolivia de formas que no son de ayuda" dijo Rumsfeld, en un violento regreso a la "guerra fría".
En Argentina la vista también el pasado 16 de agosto a Buenos Aires de Daniel Glaser, subsecretario estadounidense del Tesoro para la lucha contra el financiamiento del terrorismo y los crímenes financieros tuvo como misión presionar para que el Congreso vote todas las leyes que Estados Unidos pretende en la región en su cruzada contra el terrorismo además de solicitar que Argentina levante el secreto bancario y fiscal y que se congelen "los activos" de los presuntos terroristas, aunque aquí los legisladores advierten que no existen tales bienes o activos.
También viajó a una ciudad de la Triple Frontera donde ratificó que ese es uno de los lugares "más importantes de la región" en financiación del terrorismo y mencionó el caso del comerciante libanés Assad Barakat, detenido en Paraguay al que se acusó en realidad de contrabando y a quien Estados Unidos ya convirtió por informes falsos en "director regional del Hezbollah en Latinoamérica".
Glaser y Rumsfeld instalaron el siempre renovado tema del supuesto terrorismo de la Triple Frontera que Estados Unidos dinamizó desde los años 90 habida cuenta de lo estratégico de la zona y de los recursos naturales del lugar y los alrededores. Robertson puso violentamente en blanco los planes de Washington, y esto y otras señales advierten que América Latina debe encender las luces de alerta roja.
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