Si se acepta la reciente propuesta de Dick Cheney, la CIA podrá emplear la tortura a su antojo. El año pasado el país se estremeció con las torturas en Abu Ghraib. Las investigaciones realizadas sobre estas prácticas revelan las causas de tales abusos. Una de las más importantes es la voluntad de nuestros dirigentes de poner fin a las Convenciones de Ginebra. Ante los resultados de las investigaciones, el senador John McCain, que sufrió torturas en carne propia durante la guerra en Vietnam, presentó una ley que obliga a todos los organismos estadounidenses a respetar las Convenciones de Ginebra. Fue aprobada con 90 votos a favor y nueve en contra. Pero Dick Cheney y Porter Goss exigen una modificación de la ley que la despojaría de su esencia, quitándole sentido.
De aceptarse esta propuesta, no quedará claro lo que nuestras tropas pueden y no pueden hacer. Y si en tiempos de guerra, bajo el azote del stress, hay algo que no queda claro, se cometerán abusos. En tal caso, si se cometen tales abusos, ¿que podríamos objetar si nuestros soldados son hechos prisioneros y también torturados? ¿Qué significan las declaraciones a favor de la democracia emitidas por John Negroponte si aceptamos que la CIA practique la tortura? ¿Y en qué nos benefician semejantes prácticas?
«Central Torture Agency?», por Jeffrey H. Smith, Washington Post, 9 de noviembre de 2005.
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