En los tiempos que corren, los sectores democráticos de los países latinoamericanos están obligados a tomar medidas de resguardo de su independencia y de sus procesos electorales. Lo que acaba de suceder en Honduras y Venezuela así lo está señalando.
El domingo 18 son las elecciones en Bolivia, donde las preferencias las encabeza el candidato indígena Evo Morales, del Movimiento al Socialismo, al que Estados Unidos tiene vetado. En Honduras se realizaron comicios generales el domingo 27 de noviembre y estaba claro que había ganado el candidato opositor, el liberal Manuel Zelaya.
Pero los liberales hondureños tienen algunos tintes progresistas, pese al nombre de su partido son más bien social demócratas, lo que es más que suficiente para que la administración Bush los mire con preocupación. Recuérdese que en el gobierno de Reagan se desató una campaña abierta contra la socialdemocracia agrupada en la Internacional Socialista, a la que prácticamente aniquilaron.
Por todo esto, recién el 6 de diciembre, 10 días después, se reconoció el triunfo de Zelaya, eso sí que una vez que el embajador estadounidense habló por separado la semana anterior con él y el postulante del derechista partido nacional que gobierna actualmente. Zelaya, que desde un comienzo dijo que era el ganador, reveló además que ese martes 6 uno de sus colaboradores recibió un llamado del presidente de la República en el que éste le anunciaba que el próximo lunes 12 empieza la transición.
Zelaya dio a conocer esta información justo cuando culminaba su visita a Honduras la subsecretaria de Estado para diplomacia pública y asuntos públicos estadounidense Karen Hughes, quien supuestamente fue a ver asuntos relativos a la ayuda a los damnificados por los huracanes. Zelaya y Hughes se entrevistaron el martes, también, en el salón diplomático del aeropuerto.
Coincidentemente, ese mismo martes 6, el tribunal electoral, que el 27 de noviembre había dicho que el ganador era Zelaya y que tuvo que replegarse por presiones del partido de gobierno, lo volvió a decir antes de terminar el conteo de los votos y ahora nadie protestó, sintomático cuando menos. De Zelaya se esperaba que influyera para un cambio, aunque leve, en la postura internacional centroamericana, acercando más a esa región a Sudamérica.
Karen, tanto poder como “Condy”
Hughes es un personaje poderoso del Partido Republicano de Texas. Periodista, fue coordinadora en ese estado de la campaña Reagan-Bush en 1980. Trabaja con el actual presidente desde 1990 y es una de sus mas influyentes consejeras. Formó parte del Grupo Irak de la Casa Blanca. En 2002 regresó a Texas pero mantuvo el contacto con Bush y en agosto de 2004 se incorporó a tiempo completo a su campaña por la reelección. Su oficina era el avión presidencial, el Air Force One. Con buena relación con Laura Bush, se la considera la mujer más poderosa que haya prestado servicios en la Casa Blanca.
En marzo de este año Bush anunció su intención de nombrarla en este nuevo cargo de subsecretaria de Estado para diplomacia pública y asuntos públicos. El Senado confirmó su nominación en julio y ella asumió el puesto el 9 de septiembre. Su tarea se centra en cambiar la percepción que en el extranjero se tiene sobre Estados Unidos. Tiene rango de embajadora.
Paralelamente, Estados Unidos provocó el retiro opositor de las elecciones parlamentarias venezolanas, para después poder acusar al gobierno que encabeza Hugo Chávez de antidemocrático e ir creando las condiciones para una salida de otro tipo, ya que en diciembre de 2006 son las elecciones presidenciales y Chávez postulará a la reelección.
La administración Bush no ha podido ir más allá aún, porque como los opositores no tenían proyectado el retiro, habían concurrido a una reunión con los observadores de la OEA en la que llegaron a un acuerdo con el Consejo Nacional Electoral venezolano, que aceptó sus peticiones, como no usar las máquinas captahuellas, entre otras. Los representantes de la OEA fueron testigos de que los opositores se comprometieron a participar en los comicios e instar a la ciudadanía a votar el 4 de diciembre.
Este acuerdo se adoptó el 27 de noviembre y la OEA lo hizo público en un comunicado emitido al día siguiente, lunes 28. Pero el martes 29 la oposición lo desconocía y anunciaba su retiro de las elecciones, argumentando lo que ya se había superado.
Quedaba claro, entonces, que al retirarse de los comicios seguían instrucciones transmitidas por la cabecilla de la organización Súmate, que es la que recibe el dinero de la Fundación Nacional para la Democracia (NED) y que por pura casualidad estuvo en Washington días antes. La televisión del norte la mostró en amena conversación con Bush en la Casa Blanca.
Ahora la OEA no sabe qué decir, aparte de lamentar lo sucedido. Mientras, los observadores de la Unión Europea, 160 en total, señalaron en su informe preliminar que el proceso electoral había sido transparente, a la par que el Consejo Nacional Electoral puntualizaba que de los 5 mil 516 candidatos que había inscrito la oposición sólo se retiraron 556, el 10.08 por ciento, pero ninguno de los restantes resultó electo debido a los anuncios de sus dirigentes.
Elecciones en Bolivia
Este domingo 11 de diciembre hay elecciones en Chile, donde no se dan situaciones como éstas, pero el domingo 18 son las elecciones bolivianas y las preferencias las encabeza el candidato indígena Evo Morales, del Movimiento al Socialismo, al que Estados Unidos tiene vetado. Si Morales obtuviera la mayoría absoluta resultaría elegido de inmediato, lo que haría más compleja, aunque no imposible, la intervención de los marines estacionados en Paraguay.
Como todo indica que sólo obtendrá la primera mayoría, al nuevo presidente lo designarán los parlamentarios, que no suelen respetar el resultado de las urnas sino que eligen presidente a aquel con el que llegan al acuerdo que más conviene a sus intereses. Así, en 1989 fue proclamado presidente Jaime Paz Zamora, del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) que había llegado en tercer lugar pero contó con el apoyo de los parlamentarios del ex dictador Hugo Bánzer, con quien firmó el llamado Acuerdo Patriótico.
En 1997 Bánzer logró la primera mayoría con el 22 por ciento, en una elección muy reñida. Paz Zamora le devolvió el favor y fue con los votos parlamentarios del MIR que Bánzer llegó a la primera magistratura, dejando de ser el ex dictador para convertirse en presidente democráticamente electo. Si después de todo lo ocurrido en Bolivia en los últimos años se desconociera una eventual primera mayoría de Evo Morales, la reacción popular sería impredecible.
Si se intentara justificar una intervención estadounidense con la relación política amistosa entre Morales y el presidente venezolano Hugo Chávez, como ya se ha insinuado, la situación adquiriría otro carácter. Nadie ignora que para controlar el petróleo de Venezuela, Bolivia y otros países sudamericanos, la administración Bush incendiaría América Latina ahora mismo, como lo quiso hacer Reagan con Centroamérica, si no tuviera que ver primero cómo sale de Irak.
No por eso los latinoamericanos nos podemos confiar y cometer el irreparable error de descuidarnos y olvidar que el llamado Plan Colombia fue creado y es financiado por Washington para hacer de esa nación su base de operaciones en el subcontinente cuando lo estime necesario.
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