“Los gobiernos y los países donantes de ayuda frenan los progresos hacia la Educación para Todos (EPT), y el objetivo general de reducir la pobreza en el mundo, ya que sólo prestan una atención secundaria a los 771 millones de adultos del mundo entero que carecen de competencias básicas en lectura y escritura”.
Así lo afirma la cuarta edición del Informe de Seguimiento de la EPT en el Mundo, titulado “La alfabetización, un factor vital” [1].
En la presentación del informe, Nicholas Burnett, director del estudio, afirmó que “la alfabetización es un derecho y una base para futuros aprendizajes, y hay que tratar de alcanzarla mediante una educación primaria de calidad para todos los niños, mediante programas de alfabetización de amplia difusión para jóvenes y adultos, y mediante políticas destinadas a crear entornos propicios a la alfabetización”.
Según este trabajo, las tres cuartas partes de los analfabetos del mundo viven en 12 países [2] , siendo la zona de Asia meridional y occidental la región con menor tasa de alfabetización de adultos (58,6%), seguida por el África Subsahariana (59,7%) y los Estados Árabes (62,7%). Los países con las tasas de alfabetización de adultos más bajas del mundo son Burkina Faso (12,8%), Níger (14,4%) y Malí (19%).
Dada la disparidad de género, patente en muchas sociedades, el 64% de los adultos que no saben leer ni escribir en el mundo son mujeres, un porcentaje que prácticamente no ha cambiado desde 1990, cuando el porcentaje femenino era de 63%.
La alfabetización por sectores sociales
Aunque las tasas de alfabetización de adultos se multiplicaron por dos entre 1970 y 2000 en el África Subsahariana, los Estados Árabes y Asia Meridional y Occidental, el ritmo de progresión ha disminuido considerablemente desde 1990. Si las tendencias actuales persisten, en 2015 sólo 86% de los adultos del mundo sabrán leer y escribir, en comparación con el 82% actual.
La tasa de alfabetización guarda una muy estrecha relación con los niveles de ingresos. En países como Bangladesh, Etiopía, Ghana, India, Mozambique y Nepal –donde 75% de la población, o más, vive con menos de dos dólares diarios– las tasas de alfabetización de adultos se sitúan por debajo del 63%.
Al ritmo actual, 30 de los 73 países examinados en el Informe corren un grave riesgo de no alcanzar el objetivo de reducir a la mitad el número de analfabetos de aquí a 2015, el año que el Foro Mundial sobre la Educación (Dakar, Senegal, 2000) fijó como límite para alcanzar esa meta. La mayoría de esos países pertenecen a la región del África Subsahariana, pero también figuran en el mismo grupo Argelia, Guatemala, India, Nepal, Nicaragua y Pakistán.
Aunque la escolarización es el factor más importante del avance de las sociedades hacia la alfabetización masiva, sólo se ha logrado la enseñanza primaria universal (EPU) en 47 países de los 163 sobre los que se disponían datos en 2002. El costo de los estudios constituye un obstáculo de primera importancia para lograr que todos los niños vayan a la escuela primaria en 89 países, así como la ausencia de entornos propicios a la alfabetización. Más de la mitad de los alumnos de sexto grado de Kenya, Malawi, Mozambique, República Unida de Tanzania, Uganda y Zambia, por ejemplo, trabajan en aulas en las que no hay “ni un solo manual escolar”.
En función de las tendencias observadas actualmente, hay 67 países que corren el riesgo de no lograr la EPU de aquí a 2015 y, además, en 23 de ellos se está registrando una disminución de la tasa neta de escolarización. El 70% de los 100 millones de niños del mundo en edad de cursar primaria y privados de escuela se concentran en el África Subsahariana y la región del Asia Meridional y Occidental.
El objetivo de lograr en 2005 la paridad entre los sexos en la enseñanza primaria y secundaria no se logrará en 94 países, aun cuando muchos de ellos –por ejemplo, Guinea, Níger, la República Unida de Tanzania, Senegal y Yemen– han conseguido incrementar en 30% o más el acceso de las niñas al primer grado de primaria. Si continúa la misma línea, 86 países corren el riesgo de no alcanzar el objetivo de la paridad entre los sexos en 2015.
Tanto en los países desarrollados como en las naciones en desarrollo, las tasas de alfabetización de los pueblos indígenas, las personas discapacitadas y los grupos de emigrantes tienden por regla general a ser inferiores a las de la población mayoritaria, lo cual impide la igualdad de acceso, para estos grupos, al sistema de escolarización formal y los programas de alfabetización.
La mayoría de los países que tropiezan con graves dificultades en materia de alfabetización son naciones con una gran diversidad lingüística.
Esto exige la definición de políticas claras que reconozcan explícitamente la relación entre la lengua y la alfabetización, puesto que la realidad es que muchos alumnos siguen cursos impartidos en lenguas distintas de la suya. Los programas que suministran un aprendizaje inicial en la lengua vernácula de los educandos se justifican en el plano pedagógico, pero se les debe facilitar a éstos la posibilidad de efectuar una transición hacia lenguas más usadas en el plano regional o nacional.
Consecuencias del analfabetismo
La poca atención que se presta a los programas de alfabetización de adultos se debe, en parte, a la prioridad que se otorga a la EPU, por estimarse que las inversiones en la enseñanza primaria son más rentables. No obstante, algunos estudios recientes han llegado a la conclusión de que el gasto para la alfabetización de un adulto es el equivalente al costo de un año de enseñanza primaria de un niño.
Pero el gasto en los adultos tiene repercusiones positivas tanto en los ingresos individuales de las personas alfabetizadas como en el crecimiento económico general. Los beneficios intrínsecos que reporta a los adultos en el plano humano, al aumentar su autoestima y la confianza en sí mismos, la alfabetización les proporciona los conocimientos y medios necesarios para mejorar su vida y la de sus familias. Los hijos de padres que han recibido esta instrucción –ya sea en la escuela o en un programa educativo para adultos– tienen más posibilidades de ser escolarizados. Además, según un reciente estudio efectuado en 32 países, las mujeres alfabetizadas tienen cuatro veces más posibilidades de conocer los medios de evitar la contaminación por el virus del VIH/sida.
[3]
El Informe insiste en la necesidad de intensificar de manera importante el número de programas de alfabetización para jóvenes y adultos. Actualmente los gobiernos sólo dedican para este fin un mísero 1% del presupuesto de educación.
Se calcula que serían necesarios 26.000 millones de dólares a lo largo del próximo decenio para realizar progresos más considerables hacia la consecución del objetivo fijado en el Foro de Dakar, esto es, reducir a la mitad las tasas de analfabetismo de aquí a 2015. Sin embargo, ninguno de los países donantes considera la alfabetización como una prioridad para el país receptor de la ayuda, lo cual constituye una prueba del escaso interés que las naciones desarrolladas conceden a un verdadero desarrollo humano.
Aunque la ayuda bilateral a la educación básica casi se triplicó entre 1998 y 2003, los actuales 1.160 millones de dólares que se le asignan suponen algo menos del 2% del total de la Ayuda Oficial para el Desarrollo (AOD). Si la proporción de fondos destinados a la educación básica permanece constante, el importe global de la ayuda –incluso aumentado—como se comprometió a hacerlo la Cumbre del G-8, en julio de 2005, podría alcanzar en 2010 una suma total anual de 3.300 millones de dólares para este tipo de educación. Esa cantidad no constituye ni la mitad de lo necesario (7.000 millones) para lograr tan sólo la EPU y la paridad entre los sexos, y resulta insignificante frente a los 26.000 millones necesarios para reducir a la mitad la tasa de analfabetismo antes de 2015.
[1] El Informe de Seguimiento de la EPT en el Mundo es una publicación anual elaborada por un equipo independiente que tiene su sede en la Unesco.
[2] India, China, Bangladesh, Pakistán, Nigeria, Etiopía, Indonesia, Egipto, Brasil, República Islámica del Irán, Marruecos y la República Democrática del Congo.
[3] Problemas presupuestarios
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