En contradicción con el trabajo de sus periodistas, la dirección del diario atlantista de referencia Le Monde impone, mediante sus títulos y editoriales, una primaria lectura antirrusa sobre la crisis del gas que opuso a Moscú y Kiev.
En su editorial del 3 de enero, «La guerre du gaz», la dirección de la redacción escribe: «La primera guerra del siglo XXI ha sido declarada. Un país acaba de suprimir el suministro de energía a otro porque éste no se conforma a sus exigencias. Rusia, primer productor mundial de gas, acaba de tocar el botón del arma energética. En pleno invierno, Vladimir Putin cierra la llave que permitía a 50 millones de ucranianos calentarse y hacer andar su economía».
Así, los bombardeos a las poblaciones afganas e iraquíes no han sido guerras, mientras que la corrección de los precios del gas ruso según el mercado sí lo es. Por lo tanto ¡Vladimir Putin es un monstruo listo para matar de frío a 50 millones de ucranianos!
El 4 de enero, la secretaría de redacción modificaba el título de un artículo, por lo demás muy moderado, para titular: Moscú se compromete a restablecer las entregas de gas a Europa», lo que inducía mentirosamente a pensar que Rusia también habría suprimido las entregas de gas a los buenos pagadores, los europeos, declarándoles a su vez la «Guerra del Gas».
Sólo el 5 de enero, en un artículo en el que se lee «Rusia impone sus condiciones a Ucrania en cuanto al precio del gas», conocen finalmente los lectores que Vladimir Putin tenía buenas razones para reclamar la aplicación de los precios del mercado, aunque fueran cinco veces superiores al precio político de amigos cobrado hasta el presente a Kiev».
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