En momentos en que el primer ministro británico Tony Blair trata por todos los medios de impedir la apertura de una investigación pública que permita conocer la verdad sobre los atentados que sacudieron a Londres el 7 y el 22 de julio de 2006, el diario francés Le Figaro afirma conocer toda la verdad sobre los hechos, poder denunciar a los verdaderos culpables y justificar así la continuación de las acciones antiterroristas.
En forma de retrospectiva póstuma, el diario conservador francés se convierte en vocero de Tony Blair, en su edición del 7 de julio de 2006, sin preocuparse por las preguntas que aún se hacen las familias de las víctimas y las asociaciones musulmanas. Así, publica: «Un año después de la tragedia, la amenaza terrorista persiste en Londres».
Para ello, el artículo escoge la forma de un relato dando así una apariencia de verdad irrefutable a una serie de imputaciones, con el objetivo de cortar el camino a todas a las interrogantes y de esconder los elementos no esclarecidos bajo un torrente de imágenes. El diario no tiene escrúpulos en entremezclar hechos y el más puro subjetivismo al preguntar «¿Por qué esos hijos de inmigrantes, aparentemente bien integrados, cayeron en la barbarie?» y acredita esa historia poblándola de monstruos como los «Cuatro poseídos de Alá» y los «zelotas desviados del Islam», poniendo así la versión oficial fuera de todo margen de duda.
Sin aportar nada nuevo sobre los presuntos terroristas y sus jefes, el artículo sostiene la versión oficial y retoma como propios los comentarios de los servicios de inteligencia y del gobierno británicos, que estiman que nuevos atentados podrían tener lugar.
Según el diario, el MI6 «identificó a 1 200 fanáticos islámicos dispuestos a realizar acciones radicales » con más de «400 000 simpatizantes» y desmanteló «tres o cuatro posibles complots» mientras que para el 6% de la comunidad musulmana en Gran Bretaña los atentados fueron «conformes a los principios del Islam», según afirma también Le Figaro. Después de esa reflexión, la conclusión lógica es que «otros atentados son inevitables».
O sea que, aún sin investigación judicial, es inútil emprender una investigación periodística sobre los atentados ya que el ejecutivo nos dice quiénes son los culpables y no hay nada más que discutir. Le Figaro renuncia así a su función crítica y acredita la tesis del complot islámico mundial.
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