El domingo comienza en los Estados Unidos la quinta temporada de la serie sensacionalista 24. Cada temporada se divide en 24 episodios de una hora, y cada una cubre los acontecimientos de un solo día. La historia narra el intento desesperado de una unidad antiterrorista por evitar una catástrofe de gran magnitud y se concentra en la acción de los agentes, de la Casa Blanca y de los sospechosos. El funcionamiento en tiempo real confiere al programa un sentimiento de urgencia reforzado por la visualización regular del paso de los segundos. Todo está concebido para dar la impresión de una retransmisión en vivo de un hecho dramático, lo que refuerza el estrés en el espectador. También permite justificar que los personajes no estén sometidos a la ley y practiquen ampliamente la tortura con los sospechosos.
Esta serie valida el análisis del profesor de Derecho de Harvard, Alan Dershowitz y su justificación de la tortura en caso de conteo regresivo. A cambio de esas prácticas, los personajes que torturan están dispuestos a arriesgar sus vidas a fin de salvar el mayor número de personas y se encuentran ante dilemas morales frente a los actos que cometen. Esa es una de las mentiras ideológicas de la serie. Se sabe a partir del análisis de Hannah Arendt que los gobiernos que exigen a algunos de sus agentes que hagan el trabajo sucio, mantienen una distancia emocional.
En la actualidad, Dick Cheney reivindica el uso de la tortura y una serie como 24 la hace visible. Si esta práctica es tan ampliamente mostrada, eso no significa que exista una ruptura con la hipocresía, lo que quiere decir es que algo cambió en nuestros criterios éticos de apreciación.
«The depraved heroes of 24 are the Himmlers of Hollywood», por Slavoj Zizek, The Guardian, 10 de enero de 2006.
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